Para una pareja divorciada puede ser difícil mantener buenas relaciones luego de la separación. Sin embargo, cuando existen hijos en común, es imprescindible lograrlo. De por vida van a estar ligados y la felicidad de los niños debe ser siempre el fin superior.
Lo primero que debe ocurrir es que el menor reciba una explicación acerca de la separación, donde se le deje claro que los padres ya no serán pareja pero que nunca dejarán de ser mamá y papá. Se deben brindar todas las garantías de la continuidad y perpetuidad de la relación con ambos, la satisfacción de todas las necesidades que el niño tenga, especialmente la seguridad y el afecto. El tiempo y los espacios para compartir con el progenitor que ya no viva diariamente con el niño deben estar asegurados. Y más importante que estas explicaciones será cumplir con todo ello.
Ambos padres deben comprender que si han llegado al punto de no poder continuar juntos un proyecto de vida, a partir de ese momento, deberán estar de acuerdo en las cuestiones básicas, pero no será posible pretender que la vida del niño en cada hogar (materno y paterno) transcurra exactamente igual que antes. Cada persona tendrá sus reglas para la convivencia y si garantizan el bienestar del menor, no hay que preocuparse. El niño se adaptará. Al igual que se adapta a que ciertas normas de la escuela no son iguales que las de la casa, o las que pone la abuela cuando pasan una temporada vacacional con ella.
Nunca deberá colocarse al hijo en un conflicto de lealtad enjuiciando al otro progenitor delante de él, pidiéndole que tome partido con las ideas de uno u otro de los padres o usándolo como intermediario dada la incapacidad de los adultos para comunicarse. Respetar la imagen del otro frente al niño, será una muy buena estrategia para que madre y padre se sientan motivados a mantener una buena relación y para evitar que aparezcan otras dificultades, como la no aceptación por parte del menor de las nuevas uniones de sus padres.
Algo importante para lograr lo anterior es lograr una buena elaboración de la separación. Lejos de una debilidad, es un acto de sabiduría y responsabilidad adulta, identificar que este proceso no está cursando bien, dado que persisten a pesar del tiempo muchos sentimientos negativos hacia la otra parte. Esto estaría indicando la necesidad de buscar ayuda profesional. El asunto está en que no recuperarse luego de una separación puede llevar a la persona vulnerable a tratar de lastimar al otro, impidiendo el vínculo con el hijo o lacerando su imagen ante el menor. Es importante saber que esta es una forma de maltrato infantil, dado que es un derecho fundamental del niño, mantener buenas relaciones con su madre y padre, por igual.
En todo caso probablemente el mejor modo de lograr entenderse después de una separación será dejando de mirar a las diferencias personales y pensando más en los hijos, quienes seguramente les agradecerán a sus padres de por vida, el haber velado por la no aparición de secuelas emocionales y por haber puesto por delante su bienestar psicológico.
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