¿Precocidad Natural o Sobre-estimulación?

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Precocidad Natural o Sobre-estimulación

Psicología Clínica

Un niño puede considerarse precoz cuando tempranamente muestra la adquisición de pautas de desarrollo que se adelantan a lo esperado para su edad. Ante este fenómeno, algunos padres se sienten maravillados y orgullosos, mientras otros expresan preocupación. Surge entonces la interrogante a la que trataremos de dar respuesta: ¿Es buena o mala la precocidad?

La precocidad siempre supone vulnerabilidad. Pero es importante dejar claro que cuando aparece de modo natural en el niño, de lo que se trata es de prepararse y saber realizar el acompañamiento que requiere un infante con estas características. Sin embargo, cuando es el resultado de influencias directas de los adultos, que más que estimular el desarrollo, lo están sobre-estimulando, entonces son mayores los riesgos que los beneficios que se derivan de esta precocidad determinada o impuesta. 

Existe una forma de precocidad que está relacionada con el funcionamiento intelectual del niño. En los primeros años de vida es muy grande la capacidad del cerebro humano de asimilar la estimulación cognoscitiva. Sin embargo, el desarrollo emocional no logra llevar el mismo ritmo de aceleración. Por ello, cuando un niño comienza a procesar más información de la necesaria y apropiada para su edad, no logra del mismo modo lidiar emocionalmente con lo que está procesando. Pueden surgir preocupaciones, tensiones, temores, entre otros tantos resultados negativos como consecuencia de esta brecha entre procesos cognitivos y emocionales. 

Aparejado a la sobre-estimulación, muchos padres desarrollan estilos de comunicación, donde niños pequeños son tratados como si tuvieran más edad. Por ello muy temprano, comienzan a sobre-exigirse: aprender con rigor todo lo que le enseñan y mostrar con devoción todo lo aprendido. Es así que se empieza a gestar el estilo perfeccionista que puede llegar hasta la aparición de rasgos obsesivos, la baja tolerancia a la frustración, inseguridad y el daño a la autoestima. Además aparece la ansiedad que se expresa de diversas maneras: miedos, comerse las uñas, alteraciones del sueño y de la alimentación, entre otras. Todas son manifestaciones de afectación de la salud mental de los niños, que resulta muy lamentable, si ha sido el resultado del modo de educación que han escogido los padres.  

Hoy el mundo ha demostrado, que las competencias intelectuales no garantizan la felicidad, como sí lo hace la inteligencia emocional. Por eso desde su nacimiento lo que más necesita un niño, es el vínculo de apego, contar con padres afectuosos y siempre disponibles. En ese marco de amor y comunicación, sin tener que trazar estrategias especiales para que el pequeño resulte inteligente, estará dándose la estimulación adecuada para que tenga buenas competencias intelectuales pero también, las emocionales -tan significativas-. 

La precocidad intelectual que ha sido el resultado de determinada forma de crianza, suele traer de la mano, la afectación del bienestar psicológico infantil.

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SicologiaSinP.com - Roxanne Castellanos Cabrera

Licenciada en Psicología

Lic. en Psicología (2001) Máster en Psicología Clínica (2008) Doctora en Ciencias Psicológicas (2017) Profesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Compiladora y autora de "Psicología. Selección de Textos", Editorial Félix Varela (2003), autora de "Los niños, la Escuela y otros temas. Sugerencias para padres y maestros", Editorial José Martí (2016). Investiga en temas de bienestar psicológico infantil. Directora del Centro de Orientación y Atención Psicológica (COAP) de la Facultad de Psicología, de la Universidad de La Habana. [...]