La razón insospechada detrás de muchas infidelidades masculinas

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Psicoanálisis

La verdad, a veces me toca escribir cosas un poco duras. Quiero que sepas que si en la situación que voy a describir a continuación, te sentís identificado, no es mi propósito condenarte. Todos estamos viviendo en un mundo cruel y machista. Todos hemos sido heridos de una u otra manera. Mi propósito es mostrarte que podés estar en peligro.

En mi experiencia como terapeuta, he podido observar diariamente, de qué forma los mitos que Hollywood y los medios de comunicación se caen a pedazos frente a una realidad que nos confronta.

En el imaginario social, los hombres son infieles porque las mujeres los reciben con los ruleros, porque están descuidadas, porque envejecen, etcétera. La culpa de la infidelidad masculina, casi siempre recae, de acuerdo a lo que la publicidad intenta vendernos, en el descuido físico de la mujer y su incapacidad de mantener al hombre interesado. 

No voy a hablar acá de parejas abiertas, de mandatos sociales monogámicos ni esas cosas. Esto va dirigido a gente que cree que la monogamia es lo mejor, y construye desde allí. Otro día discutimos si es válida o no y si es lo mejor o no. No es el punto en esta ocasión.

Hay una verdad, que creo que poca gente dice y es esta: en el 90% de los casos que me ha tocado atender de infidelidad masculina, no era que consideraran fea a su mujer, ni poco deseable. Sí, habrá un 10% que venía por ese lado, pero más que nada por una maternización del vínculo que les impedía verlas como objeto de deseo. Tema para otro día. Aclaro también, que las cifras que acabo de dar son estimativas, y pueden estar sesgadas, dado que por mi formación en otras áreas como la teología, suelo atender un perfil de paciente más asociado a la gente que tiene alguna formación espiritual de religiones tradicionales. Estoy hablando de una tendencia, no de una monocausalidad.

Casi siempre que un hombre me ha contado infidelidades hacia su pareja, ha tenido que ver con algo específico: se llama “sistema” y su apellido es ”De Producción”. Pocas veces me ha tocado atender casos en los que un hombre sea infiel, que se dé suficiente tiempo de descanso, recreación y reflexión.

El proceso suele ser así: Al principio hay mucha química, mucha piel, mucho contacto emocional. Luego llegan los bebés y los apremios económicos. Como los varones tienen muy fuerte el mandato de producir todo lo que se pueda, ser los héroes en sus trabajos, “el que se la banca”, “el que tiene aguante”, “el líder”, les resulta muy pero muy fácil refugiarse en ese lugar de potencia.

Esto ocurre porque generalmente, lo que los varones buscan en las mujeres, no es un par. Es un lugar de refugio. Una madre que los pacifique y los calme. Un objeto sexual que los haga sentir potentes. Pero no una par. Las mujeres si buscamos un par, de allí muchas de las quejas y demandas que hacemos. Pero los varones, no. Esto se llama homo-afectividad, y no tiene nada que ver con la homosexualidad. Es un concepto que se usa para describir, que los varones quieren la aprobación, la venia, el reconocimiento, de otros varones. Entonces, el lugar para lucirse, para mostrarse, para la relación de pares, para competir, es el trabajo. Esos son sus pares. Ahí están las relaciones de paridad. ¿La mujer? No, no es un par para ellos a menos que hayan pasado un doloroso proceso de deconstrucción.

El mito de “la llegada del héroe”, es un arquetipo según el cual, cuando el varón llega a la casa debe encontrar el cobijo del dolor que le produce el afuera. Las amas de casa calladitas y con la casa reluciente y los niños bañados, son la contraparte de un hombre que llega luego de ser explotado, exprimido, y de haber competido todo el día con otros hombres buscando permanentemente la validación paterna y/o fraterna. Seguramente si estás leyendo esto, recordarás alguna escena en la que tu padre reclamaba a los gritos “¡Paso todo el día partiéndome el lomo en el trabajo y llego a casa y me tengo que encontrar con esto!” Obviando que en muchos casos la mujer también trabaja y se parte el lomo fuera de la casa y en los casos que no, trabaja muchísimo dentro de ella limpiando y cuidando seres humanos vulnerables: el trabajo más difícil que pueda existir en el mundo. 

Obviamente por trabajar tantas horas, los varones, no tienen ganas de construir desde lo afectivo. Entonces “las mujeres son muy complicadas” “siempre quejándose” “la bruja”, “la hinchapelotas”, “la demandante”. “Porque los hombres somos simples, solo queremos que nos den de comer y tener sexo” Obviamente esta actitud de los varones de exigir que las cosas sean fáciles y rápidas desgasta muchísimo la relación. Porque además a ella todo el mundo le dice que no se tiene que separar porque “la calle está dura y hay pocos hombres” y “ya no sos tan jóven” “gorda y con críos quien te va a querer” etcétera. Entonces ella se esfuerza constantemente por construir, lo que todo el mundo lo estimula a él para destruir.

“Uh, qué pollerudo que sos”. “Como te tienen cortito ¿eh?”, esas son las sentencias que reciben los varones cada vez que quieren dedicar tiempo a su pareja o a sus hijos. Entonces, ella tiene que ser una super profesional, estar linda, no envejecer, ser simpática, tener la casa impecable, ser el sostén emocional de él, no ser quejosa, estar siempre contenta y además ser sexy. Ah…y si va a alguna iglesia ser super consagrada, buena, nunca ponerse escote ni minifaldas, estar siempre sonriente y no tener ideas demasiado polémicas que lo dejen a él mal parado.

¿Qué tiene que hacer él? Trabajar mucho y ganar guita. Nada más. Es todo lo que la sociedad exige de él. No importa cómo lo haga. No importa si se rompe entero. No importa si le pega a la mujer para mantenerla sometida a esa locura. Que produzca.

En este contexto ¡por supuesto que las mujeres explotamos! Como podemos y como nos dan los recursos emocionales y simbólicos. Unas se enferman más, otras se enferman menos. Unas se calllan más, otras se callan menos. El punto es que todas la pasamos pésimo.

¿Cuál es el recurso que suele buscar el varón para no construir, negociar, conversar, dedicar tiempo y darse afectivamente? La amante

La amante, en su imaginación, nunca rompe las pelotas. Siempre está sexy y dispuesta. Y así suele ser…los primeros meses. Si son relaciones casuales tanto mejor para él. Pero si es la misma amante siempre, a los pocos meses la amante comienza con las mismas demandas que la esposa le hacía. Porque claro, el problema es que todas las mujeres son unas hinchapelotas. Te quieren atrapar, te quieren solo para ellas.

Este es el circuito que suelen recorrer los varones que son infieles. Algunas mujeres también. Pero otro día hablamos de la infidelidad femenina.

Esta pandemia es una buena oportunidad para encontrarte con tu pareja. Es el momento de tomar decisiones ¿Para qué le pedías tanto a Dios por una mujer en tu vida? ¿Para convertirla en un estorbo? ¿Para darle las sobras? ¿Para que sea un saco que te contiene y luego sueltas? Si quieres que tu pareja se vaya al tacho, no tienes más que seguir los patrones culturales a los que estás adaptado. Sigue así, y tarde o temprano uno de los dos será infiel. Probablemente ella tenga la decencia de separarse antes de lastimarte.

Es cierto que nadie tiene la responsabilidad del sistema en que nació, ni de los patrones culturales que heredó. Pero ahora tienes que ver que vas a hacer con eso.

Si por tu trabajo estás más exigido por la pandemia, recuerda que el que decide cuánto trabajar eres tú siempre. Si trabajas en una estructura piramidal y tienes mucha gente a cargo, es una buena oportunidad: delega. Aprende a delegar y a no tener a todo el mundo controlado. 

Ahora voy a hablarles a mis lectores que pertenecen a alguna denominación religiosa cristiana:

Si hay una ventaja en el cristianismo, es que somos los únicos responsables por lo que hacemos con nuestra vida. Si estás trabajando demás, es responsabilidad tuya. El encargado de tus necesidades es Dios, no vos. Trabajando demás y sometiéndote a sistemas explotadores, demostrás que no confiás en Dios y estás teniendo un ídolo.

Dios te creo para disfrutar, te dió los vínculos para disfrutarlos y se regaló a sí mismo para que tengas una relación de trascendencia y amor con él. Si te sentiste identificado con algunas de las cosas que leíste acá, no te desesperes.

Jesús vino para traernos paz y descanso. Y con ella también nos trajo la valentía para cortar con aquello que nos esclaviza y nos hace mal. Llámese aprobación de los varones, llámese incapacidad de poner límites a la explotación o lo que sea que esté obturando tus posibilidades de realización. Recibe este mensaje con amor. 

Si me estás leyendo, y no eres cristiano, apuesta a lo mejor de tí, haz terapia, construye afectivamente. Puede que sea duro, pero el amor te dará herramientas que no sabías que tenías.

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SicologiaSinP.com - Ivka Itzak

Psicoanalista

Diplomada en Género y Teología. Columnista en "La Conversación en Curso". Columnista en "Reisyt". Desde su web difunde una mirada crítica hacia las religiones, la fe y la ideología occidental, apostando por la búsqueda de una fe orgánica y descolonizadora. [...]