La privacidad y lo privado: interrogantes en la clínica psicoanalítica

La Privacidad interrogantes clínica psicoanalítica

Psicoanálisis

El lugar del analista, tanto en la neurosis como en la psicosis (desde mi experiencia), es más que venir a sentarse y hablar en un consultorio (privado).

¿Qué sucede en esa privacidad instalada en un encuentro de a dos que se vuelve un espacio único, un Uno singular?

Yo diría que el significante Privado podría abrir varias interrogantes: me pregunto si el sujeto está allí privándose de algo, de algo oculto en su verdad inconsciente, o concurre para desplegar cuestiones del orden de su privacidad, que con su tempo irá ubicando mediante discursos lo más general a lo más particular, queriendo (o no) llegar a aquella verdad sobre su saber en relación a su síntoma.

En el caso de una paciente que relata en su primera sesión haber visto mi aviso como psicoanalista, a lo que en ella surgió un efecto sorpresivo: “te ví, apareciste justo y te escribí”, como cierto momento crucial de querer encontrar(se) privacidad para luego venir y llorar en base a diferentes episodios rastreados en su historia vital, algo tan privado, tan subjetivo, que pudo anudar su padecimiento con la “aparición justa” de alguien que venga allí a encuadrar lo que le pasa.

Otro caso es el de un paciente psicótico que atiendo en el hospital, cuyo sufrimiento se escucha en su delirio desplegado como testimonio en esa peculiar experiencia analítica pero que, en ese encuentro singular, otro ámbito y no solamente dentro de un consultorio (piénsese pasillo,sala de estar, habitación) se logra acotar, privar lo que al psicótico lo desborda (si, trabajo en el Borda), bordear en tanto posición de testigo, de acompañamiento con el paciente, surgen efectos increíbles que se muestran in situ cada día y como avances o retrocesos en el tratamiento, pero que me interroga como analista en relación a qué nos referimos cuando hablamos de privacidad. Encuentros particulares en el que lo público y lo privado también se cuestionan por sí solos o por los pacientes mismos. Privacidad que, en última instancia, es elegida por el sujeto, ellos optarán quiénes desean escuchar(los).

Para finalizar este escrito, quería tomar algo que , de cierta manera, termina articulándose con la temática de la privacidad: la demanda de análisis y el “me-mandan”. ¿Dónde ubicar lo privado allí?; alguien que “es mandado”, ¿se juega el deseo por relatar algo que le pasa ó el “privar” al otro de forma imperativa “tenés que ir al psicólogo” ya es un modo de mandarlo a hablar por un Otro?.

En cuanto a la demanda, creo que la singularidad, lo propio del sujeto , es llamado a participar de un doble encuentro, de asociar libremente (sin-ser-mandado) cuando se le antoje, es otra forma de desplegar una privacidad de-mandando, quien sabe qué, estar un poco mejor. No digo que aquel que “es mandado” no surja algo novedoso en su discurso, de hecho del “ser mandado” puede aparecer otra cosa, un ¿ser-que-demanda?. Será un trabajo propio del sujeto tomar el mando en su recorrido en análisis.

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Licenciada en Psicología

Licenciada en Psicología con orientación psicoanalítica en consultorio privado. Psicóloga Clínica en Hospital Borda (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Docente particular de algunas materias de la Facultad de Psicología (UBA). [...]