Cuando éramos adolescentes, yo y mis amigues “inteligentes” de la iglesia nos solíamos burlar de un pastor que es muy conocido en el ámbito adventista en América Latina. Nos burlábamos porque este pastor se hizo conocido con la frase: “Para Dios eres la cosa más ‘bunita’ de este mundo”. Claro, éramos tan racionales y geniales en nuestro centro universitario, que no podíamos admitir que la vida afectiva era lo más importante en la vida de fe.
Hoy ya más adulta y con muchos años de psicoanálisis, encima me doy cuenta recién. El mensaje que tenía este pastor, contaba con sus limitaciones. Como todos los pastores tradicionales. Pero justamente esto de lo que nos burlábamos era lo más cierto, lo más profundo y lo más hermoso. Pero el amor no es cool, no es inteligente, no es racional. Sentir amor hiere nuestro ego.
Unos años después o por la misma época, la gaseosa Paso de los Toros en Argentina inició la campaña publicitaria “Lo dulce no quita la sed, cortá con tanta dulzura”. Yo amaba esa campaña. Para mí era muy difícil desenvolverme en un mundo en el que se esperaba que fuera tonta, dependiente, bonita y sumisa.
El feminismo blanco y europeo nos adoctrina a las mujeres para convertirnos en hombres. Y a veces es necesario. Es una estrategia de supervivencia. Y debo reconocer que masculinizarme, me sirvió para ser escuchada.
Pero también debo reconocer que es una fachada. De hecho mis amigues me cargan: si si, muy dura muy dura y sos un dulce de leche. Sos una miss simpatía encubierta. Elles saben que en la intimidad soy otra cosa. Pero en público me cuesta mucho mostrarme sensible.
El capitalismo nos ha enseñado que la vida pública y la vida privada son compartimentos estancos. Sé es de una manera de puertas para afuera y de otra de puertas para adentro. El perro en la cucha, la mujer en la casa y el hombre en la calle.
Y la verdad a mí se me presenta un conflicto dilemático. Porque por un lado creo mucho en que la afectividad tiene que ganar la calle, en que no tendríamos por qué masculinizarnos para ser escuchadas.
Pero también está esto de estar mostrando todo lo que uno siente por ahí…no está bueno. Freud decía que los amantes necesitan intimidad. Y creo que es extensivo para los sentimientos de vulnerabilidad, de cualquier clase que sean. Creo que la solución está en dejar los ámbitos masivos y crear pequeñas tribus y comunidades. Allí es más fácil. Allí nos sentimos queridos y podemos bajar la guardia.
La vida de fe, a mi parecer, tiene que tener diferentes instancias. El uno a uno íntimo e individual, la dimensión comunitaria inmediata y también la masividad. Pero no podemos pretender que nuestra vida de fe pase por lo masivo, lo corporativo.
Quizás nos burlábamos de este pastor porque predicar para 30.000 personas: Eres la cosa más bunita de este mundo para Dios, es como raro. Lo masivo, quita afectividad. La vuelve rara. Si la misma frase la hubiésemos escuchado de un amigo en un grupo, Yo siento que para Dios soy la cosa más linda de este mundo, es diferente. Llega, es significativo.
Dios sabe hablarnos a cada uno de manera individual, en el oído, con cosas que solo nosotros sabemos o entendemos. Necesitamos escuchar eso todos los días. Necesitamos escuchar cuán importantes somos para Dios, lo feliz que lo hacemos, lo afortunado que se siente Dios de que alguien como nosotros exista.
Que puedas escuchar hoy a Dios decirte: “Te amo de un modo que es asqueroso para los demás”.
Sos diplomada en género y escribis esto? Por favor! El feminismo no adoctrina primero y segundo no te dixe que te comportes como hombre. Infórmate! es como decir que usar pantalones te hace hombre. . Es xomo decir que trabajar te hace hombre! La insensibilidad no es patrimonio de los hombres te hafe persona! !!