La actitud crítica o Kant con Foucault 

Psicoanálisis

… quien renuncia al ansia de saber por el supuesto moral de no incurrir en el pecado de orgullo, trasluce su horror a lo que podría llegar a saber. 

Enrique López Castellón (La alegría de saber )

La figura de Immanuel Kant resulta esencial en la actualidad para empezar a pensar la crítica no solamente como una cuestión de “método” o de “recurso” subjetivo sino como una «actitud», e inclusive, un ethos –alejándonos, de paso, de la concepción cognitivista del pensamiento crítico. 

En su Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784), el filósofo prusiano hace un elogio del uso público y libre de la razón, en el marco de una crítica generalizada a la «minoría de edad» que él describe como una adscripción pasiva a instrumentos mecánicos de uso racional tales como principios y fórmulas, legitimados siempre desde una instancia de autoridad ajena (por ejemplo: un libro, un pastor, un médico). Ahora bien, casi dos siglos después, en una conferencia dictada ante la Sociedad Francesa de Filosofía en la Universidad de la Sorbona, Michel Foucault rescata ese escrito “menor” de Immanuel Kant a los fines de iniciar un trazado genealógico respecto de lo que él define como «actitud crítica»: 

Lo que Kant describía como la Aufklärung [Ilustración] es lo que yo trataba hace unos momentos de describir como la crítica, la actitud crítica que vemos aparecer como actitud específica en Occidente a partir, creo, de lo que fue desde un punto de vista histórico el gran proceso de gubernamentalización de la sociedad. 

¿A qué se refiere Foucault con ese “gran proceso de gubernamentalización”? En pocas palabras, a lo que él llama el poder pastoral (cristiano) y a su creciente voluntad de gobierno sobre cada individuo independientemente de su sexo, edad o estatus social. La conjetura del filósofo francés es que, como contrapartida de esa voluntad de dominio, comienza a desplegarse en la historia una contraconducta, una resistencia a la que define como «actitud crítica». Es decir, frente al arte de gobernar, emerge en las sociedades una posición subversiva preocupada por cómo no ser tan gobernado. En palabras del propio pensador: 

… si se da a este movimiento de la gubernamentalización, a la vez de los individuos y de la sociedad, la inserción histórica y la amplitud que creo que tuvo, podría situarse más o menos de ese lado, al parecer, lo que se llamaría actitud crítica. En frente, y como contrapartida (…) de las artes de gobernar, como manera de desconfiar de ellas, de recusarlas, de limitarlas, de encontrarles una justa medida, de transformarlas, de procurar escapar a esas artes o, en todo caso, de desplazarlas, en concepto de reticencia esencial.

kant-foucault

La Ilustración no fue una reflexión epocal referida al propio presente en tanto diferente del pasado, ni una concepción del mismo en tanto atravesado por signos que deberían interpretarse como anunciadores de un gran acontecimiento, ni tampoco –finalmente– un análisis de la actualidad en términos de transición hacia un mundo nuevo. Según Foucault, el planteo kantiano enfatiza la Ilustración como salida, como resultado. Y esto hace referencia a la ya mencionada ruptura para con esa «minoría de edad» de la que habla Kant en el escrito en cuestión. La Aufklärung es la edad de la crítica. Pero no como un simple instrumento o herramienta del sujeto sino como actitud. La modernidad como actitud: una manera de pensar, de sentir, de actuar, que indica una pertenencia y que, a la vez, se presenta como tarea. Un ethos. Una posición intelectual que problematiza nuestro presente, nuestro ser histórico y nuestra constitución como sujetos autónomos (éticos, deseantes). 

Para Foucault, dicho ethos filosófico, puede caracterizarse como una actitud límite, que deja de pensar en términos de un adentro y un afuera (tomar distancia del presente no equivale a rechazarlo) y que por eso se sitúa en las fronteras. La crítica representa, en última instancia, el análisis de los límites: formalizar lo universal, obligatorio y necesario para poder pensar aquello singular, contingente y arbitrario –en nuestra historia, en nuestro presente y en nosotros mismos. Pero no en la búsqueda de un orden trascendental o de una estructura formal con valor general cuyo fin último sería realizar una nueva metafísica. El pensador francés nos habla de una genealogía y de una arqueología de los discursos. Finalmente, remata: 

No sé si alguna vez nos volveremos mayores. Muchas cosas en nuestra experiencia nos convencen de que el acontecimiento histórico de la Aufklärung no nos hizo mayores; y que todavía no lo somos. No obstante, me parece que se le puede dar un sentido a la interrogación crítica sobre el presente y sobre nosotros mismos que formuló Kant al reflexionar sobre la Aufklärung. Me parece que incluso es una manera de filosofar que no dejó de tener importancia ni eficacia desde los dos últimos siglos. Hay que considerar la ontología crítica de nosotros mismos no por cierto como una teoría, una doctrina, ni siquiera un cuerpo permanente de saber que se acumula; hay que concebirla como una actitud, un ethos, una vía filosófica donde la crítica de lo que somos es a la vez el análisis histórico de los límites que se nos plantean y prueba de su franqueamiento. (…) No sé si hace falta decir que el trabajo crítico todavía implica la fe en la Ilustración; pienso que sigue necesitando el trabajo sobre nuestros límites, es decir, una labor paciente que le dé forma a la impaciencia de la libertad. 

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Psicoanalista y escritor egresado de la Universidad de Buenos Aires

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