Condiciones para un renovado pensar crítico 

didier-eribon

Psicoanálisis

… si el pensamiento crítico no puede erradicarse, es sin duda porque no se limita a enunciar análisis destinados a sacar a la luz realidades objetivas: comunica también afectos gracias a los cuales estamos en condiciones de discernir la fuerza de verdad que contienen esos análisis y, por consiguiente, de resistir, en nombre de lo que dichos afectos nos permiten aprehender y comprender, todos los intentos de borrar las concepciones del mundo social que hablan de las clases, la dominación, la opresión, la violencia, etc. 

Eribon, D. (Principios de un pensamiento crítico) 

Para Freud, la pulsión de conocimiento está ligada a la solución de la sublimación; el problema radica en explicar cómo hace el pensamiento para escapar de la compulsión y la inhibición, o en explicar cómo rehuye ser un mero síntoma de sus condiciones históricas. 

Joan Copjec, (Imaginemos que la mujer no existe) 

Más actualmente, el filósofo y sociólogo Didier Eribon publicó una obra titulada Principios de un pensamiento crítico la cual, si bien es bastante reticente (y hasta reactiva) con respecto al campo psicoanalítico, de todos modos, establece algunas cuestiones que resultan interesantes a los fines del presente desarrollo. Por ejemplo, aquello que él ubica como los dos principios fundamentales de cualquier pensar que pretenda operar desde la crítica. Esos “dos grandes principios” son el principio determinista y el principio de inmanencia. 

Al primero lo define así: 

El pensamiento crítico es necesariamente un pensamiento que se consagra a analizar la fuerza constitutiva de los determinismos históricos y sociales mediante los cuales se da forma a las existencias individuales y colectivas… 

Este principio junto al segundo, que a continuación describe, constituyen el marco básico –elemental– de un pensar desasido y capaz de romper con lo establecido o con aspiraciones de avizorar lo actualmente impensado. 

Cuando establece la cuestión de la inmanencia, Eribon plantea que “el pensamiento crítico es necesariamente un pensamiento para el que la fuerza de los determinismos es de carácter íntegramente histórico y social”, lo cual supone, a su vez, un verdadero rechazo de cualquier apelación a un orden suprasensible (platónico) trascendental que explicaría a priori el avance problemático de la historia –individual o colectiva– y sus vicisitudes. En sus propias palabras: 

El análisis de los determinismos históricos y sociales, por un lado, y el rechazo de las trascendencias, los trascendentales o los casi trascendentales, por otro, (…), delimitan a mi entender el campo del pensamiento crítico, si se considera este como el lugar donde se anudan los hilos de un proceder a la vez teórico y político que se asigna como horizonte –jamás alcanzado– el ideal de una democracia radical y que, por consiguiente, aspira a estar siempre abierto a la llegada del acontecimiento, de lo inédito…

Desde el discurso psicoanalítico, estos dos axiomas no solamente son respetados, a mi entender, sino que inclusive la teoría y la praxis freudo-lacaniana ha profundizado esa vertiente causal de un modo sumamente complejo y enriquecedor. Para Lacan, el sujeto es efecto del Otro social y esta dimensión constituyente –el orden simbólico– presenta mutaciones epocales que definen singularmente la subjetividad (que no se confunde con el sujeto pero que lo presupone). Por ejemplo, esto es así cuando hablamos del declive del padre o del pasaje de un amo antiguo a un amo moderno. Lo simbólico lacaniano no se corresponde con una esfera platónica de ideas verdaderas. Es un determinismo significante que en absoluto se presenta como un ente abstracto metafísico o de pizarrón, sino que remite tanto a la inmanencia del goce y del deseo así como a su articulación con las configuraciones coyunturales sociohistóricas específicas y también, por qué no, con las constelaciones sociopolíticas y socioeconómicas concretas que los analistas –empezando por Freud y siguiendo con Lacan– tratamos (o deberíamos tratar) de situar en sus implicancias y en sus consecuencias clínicas, sin quedar pegados a la realidad. Toda conflictiva epocal, por más “fenoménica” que se plantee, no deja de ser discursiva y nuestro sujeto es efecto de ese lenguaje. Se trata de ese lenguaje que se usa en la calle, en el Congreso, en la Universidad o en el seno del grupo familiar. Por esa razón, tal vez, Lacan termina acuñando la expresión lalengua, diferenciándose así del estructuralismo y de cualquier concepción trascendental (platónica) de la estructura. 

Pese a todo, según Eribon, 

…el pensamiento crítico ganaría en radicalidad si estableciera un espacio de pensamiento no psicoanalítico y se asignara la tarea de construir una teoría política del sujeto, es decir, una sociología, una antropología y una historia de la subjetivación. 

Ahora bien, ¿por qué el pensamiento crítico debería privarse de los aportes psicoanalíticos acerca de la sexualidad humana (el goce, el deseo, el amor), de la ética, de la sublimación, de la dimensión de la pregunta, de sus conceptos, de su experiencia clínica o de su metodología de trabajo? Y, ¿qué les impide a otros pensadores críticos, efectivamente, desarrollar esa antropología, esa sociología o esa teoría política de la subjetividad cuando, de hecho, son cuestiones que se vienen estableciendo hace tiempo, más allá de las posiciones psicoanalíticas respecto de la constitución del sujeto? Como dice J. Copjec, el pensamiento crítico de Freud, mediante la noción de sublimación, interroga cómo hace el pensamiento para rehuir a ser un mero síntoma de sus condiciones históricas. Pretender este cercenamiento del psicoanálisis del ámbito más general del pensar crítico, es casi como querer excluir del mismo al movimiento feminista y sus reivindicaciones críticas, al análisis marxista de la lógica del capital o a la crítica nietzscheana de la metafísica, para situar otros ejemplos constitutivos del campo del pensamiento crítico. Hay muchos vasos comunicantes entre ambas esferas teóricos-prácticas como para desechar así, sin más, su conexión, su sinergia, su recíproca potenciación. 

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