Cuarentena a cielo abierto

cuarentena

Psicoanálisis

Es preciso en estos días singulares de cuarentena, distinguir entre al menos dos tipos de encierro. Las barreras pueden ser mentales o reales. Llamamos defensas a las barreras que una persona erige para protegerse de un peligro. Esas defensas son inconscientes, es decir que están tan arraigadas en la personalidad que la persona las ignora, llegando a tomarlas como una simple forma de ser. Así por ejemplo hay quienes se definan por ser “solitarios”, “ermitaños”, “callados”, “parcos”, “meticulosos en el orden”, “controladores”, “desconfiados”, “soñadores”… La lista podría ser interminable. No suele tener en cuenta que esas formaciones de carácter son el resultado de una construcción, donde participa la experiencia subjetiva y la capacidad de elegir. 

Cuando alguien dice o se dice “yo soy así y punto”, ese punto marca cierta rigidez, es un punto defensivo, que marca la cancha.

No existen personas sin “cancha” ni personas sin defensas, eso no es algo malo, pero la rigidez puede mostrar sus inconvenientes y su fragilidad, dejando desnuda a esa persona, ante la más mínima complicación o cambio de terreno. Mientras mayor sea la rigidez, más fácil será que un cambio lo desestabilice, y lo derribe. En esta línea una persona, puede vivir encerrada en un trabajo que no le gusta, en una pareja que no le mueve nada hace tiempo, o una relación que lo desgasta, o en la soledad del don juan, toda la vida sin cambiarlo. Lo que hace es evitar inconsciente o conscientemente cualquier cambio que implique modificar la relación consigo mismo, con la forma de definirse. Ese modo de comportarse es lo que llamaría una actitud poco abierta, que evade o huye de los cambios en lugar de aceptar.

Aceptar es improvisar, decir que sí es arriesgarse a lo que vendrá. No se puede hacer sin confianza, confianza en los otros más que en uno mismo, pero también en uno mismo, en la propia flexibilidad para “caer parado” como hacen los gatos, en teoría. También los bebés, son una buena metáfora de este tema, porque su constitución blanda, les permite caerse y levantarse, los chicos en general, se recuperan más rápido de una caída que los agrandes, y eso se debe a que su cuerpo es más flexible, “son elásticos” se dice. 

En la cuarentena, en tanto encierro real, ya que hay normas que hemos aceptado y construido socialmente, que nos recomiendan el aislamiento social preventivo, se hace notar que la flexibilidad es importante. No se trata de adaptarse ni de romper la cuarentena, no es el lugar de la psicología determinar eso, se trata ver qué hacer con eso que uno es en el contexto que uno tiene; eso que a uno que le falta, o que siente que le falta, o que le sobra, o aquello que le perturba o desconoce, independientemente de la cuarentena, pero sin desconocerla, ya que es objetiva como contexto. No podemos cambiarla por ahora, nos excede, pero quedarse dando vueltas en ella, es quedarse rondando la imposibilidad o la añoranza es no hacerse cargo de otras cuestiones más singulares más propias que no dejan de existir. 

Por ejemplo un preso no deja de ser quien es, o de haber hecho lo que hizo por más condena que tenga. Pero no está muerto, la cárcel no justifica ni exime de tener que hacerse cargo, de tener que pensar. Al menos la posibilidad está. La posibilidad de cambiar está en su interior más que en la sociedad. Es un ejemplo extremo, pero muy gráfico. Para cerrar, una poesía nacida en un hospicio, otro tipo de encierro, de puertas abiertas, ya que los manicomios son de puertas abiertas, los “locos” no están encerrados, solo que nadie va a verlos, y de eso habla esta poesía de Marisa Wagner, escrita desde adentro: 

Silbando bajito ando 

Me construyo un girasol

Es decir 

Me lo dibujo

Y lo pego en la pared

Desnuda 

del hospicio 

Después 

Le pongo yerba al mate 

Y me voy a pasear por mis recuerdos

Había una mamá 

Allá 

En mi infancia

Que trenzaba mi rubia cabellera

Que me ponía moños primorosos ‘

Y vestiditos con puntillas

Mamá

No vino a verme nunca ahora 

Que estoy en el hospicio

Como me gustaría que me trenzara el pelo

Estoy aburrida de ser grande

Y de estar sola

A veces hasta me aburro de estar loca

Y juego a la lucidez por algún rato

Y me cebo otro amargo

Que aseguro

Ayuda a soportar la realidad

Los abandonos

Los etcéteras

Me construyo otro girasol

Es decir me lo dibujo 

Y lo pego 

En las paredes del hospicio

Ya casi tengo un girasolar 

Completo. 

, , , , , , , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados