¿Cuánto de fantasía y trauma conlleva la relación con el otro?

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Psicoanálisis

El juego, el teatro, las narraciones, hacen pasar afectos reales, y los causan, a condición de no verse desbordados por aquello que generan; que es a la vez su materia y elemento. En la Historia sin fin– La novela de Michaelle Ende que en 1984 fue llevada al cine para deleite de los niñes que, como yo, fueron marcados por esa película- Bastian se sumerge en una novela que roba de una tienda, tanto, que termina entrando en la historia de manera literal. Una vez allí, recibe el Auryn de la Emperatriz infantil con el objetivo de salvar a Fantasía de la devastación, de La nada que todo lo devora, haciendo desaparecer pueblos enteros y personajes. El Auryn tiene una inscripción que dice: “Haz lo que quieras”. Así Bastian debe saltar de un deseo a otro para salvar a Fantasía. Sin embargo, no es tan fácil desear lo que uno quisiera. Por el contrario, el deseo es algo que nos traiciona. Y así sin darse cuenta, mientras más se acerca Bastián a convertirse en su Yo Ideal, más se aleja de su origen, y se extravía en esta tierra que el mismo ha creado y que se llama “Fantasía”.

Al poseer el Auryn comienza a creerse Emperador, creador y autor de lo existente en esta tierra. En cada nuevo deseo, olvida algo de su origen, de su conexión con el mundo humano, y de su hogar. Olvida como llegó a estar donde está, olvida sus marcas y cree que es lo que quiere ser. Las personas que olvidan su origen son fáciles de manipular, están vacíos por dentro, y creyendo que gobiernan pueden ser llevados de las narices, con tal de hacerles creer que son ellos quienes lo deciden y que cualquiera que se oponga a su capricho debe ser castigado. El rey no acepta que le digan que no. Y por eso es manipulable. Es como un bebé, o un loco, se le dice que sí y se le esconde o se le engaña con tal que no haga un escándalo. Eso lo suelen saber los amigues del campeón. No le dicen que no, pero le esconden el vicio, el arma, lo que sea. Y le dan algo a cambio. La locura del Emperador consiste en creer que realmente no hay límite a su deseo, y que este además coincide con su voluntad. Una pura voluntad es una cáscara vacía, eso es lo que hay que entender. El libro lo ilustra de maravilla: allí están unos seres que son como escarabajos blindados, un ejército negro. Y en un momento Bastian le pregunta a Xayide (su aliada en el poder, que lo aleja de sus amigos) ¿Cómo hace para que le obedezcan? Y es allí que ella le recuerda que están vacíos y que entonces ella los llena de su propia voluntad. Alguien que olvida quien es, es manejable. Por eso ella lo irá alejando de su deseo, de sus amigos, de su historia, su origen. Es un libro para niñes muy hermoso y recomendable. Una hermosa ficción que como tal guarda una relación a la verdad.

La muerte del amigo Atreyu, podría si ocurriera despertar a Bastian de ese sueño. Sería ese elemento demasiado real, intenso, que podría desbordar la arquitectura de la fantasía. Hay muchas películas con escenas maravillosas que sirven para ilustrar lo que podría ser “El derrumbe de un sueño”. El derrumbe de un sueño, es una hermosa frase de Silvio Rodríguez. Que también habla de un despertar. Ocurre, sin embargo, que el despertar debe ser cuidadoso y no un derrumbe. Si hablamos de derrumbe y de sobrepaso de energía, que desborda el aparato, hablamos de trauma. Algo de ello hay por estructura en todo sujeto. Sin embargo, en la clínica, los psicoanalistas atendemos a la historia. Las marcas. Damos espacio a la narración, para hacer con ellas algo diferente en la historia de un sujeto que padece.

¿Son las redes una máquina de borrar marcas? No las redes, tal vez sí el uso de las pantallas, los filtros, las publicaciones efímeras, que se autoeliminan sin dejar ninguna marca, la invención de un perfil que es más bien un personaje, sin verdadera apropiación, las máscaras vacías, sin juego, donde el juego es ocultar que detrás no habrá nada, ni nadie: un gosteo, una silueta de contacto sin tacto. Si a eso se reduce el juego, entonces en aparato apenas y funciona. Apenas hay con que soñar, se empobrece la fantasía, se vuelve real el disfraz.

Para jugar no alcanza con tener las muñecas o los autos. La capacidad de juego requiere de un ambiente propicio. De un Otro que garantice estar ahí, afuera, como referencia. Ese mundo humano que Bastian ha olvidado y se va desvaneciendo. Al igual que ocurre en “Volver al futuro” hay un punto en el cual podría no haber retorno. Y es cuando el origen de cierta trayectoria se comienza a borrar.

Vean la Historia sin fin. Vean Volver al futuro. Y permitan que sus hijos e hijas jueguen y los hagan jugar a ustedes también. Y jueguen. Pero sin alejarse demasiado.

Eso último es un chiste, no se trata de temer, sino de recrear, de poder cambiar algo, para lo cual hay que saber la versión original.

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