La poesía como recurso frente a lo adverso

lluvia

Psicoanálisis

Después de tomar un HTP, un test de la persona bajo la lluvia, un cuestionario desiderativo y otras técnicas, que suelo tomar para hacer psicodiagnósticos, me quedé pensando en las respuestas y producciones de una paciente. Algo que siempre me pasa y que creo que es un temor de muchos psicoanalistas, y tal vez también el principal motivo por el cual nos mostramos reticentes a la hora de hacer informes y evaluaciones psicométricas y/o proyectivas, es que lo que mas nos interesa, es decir, la singularidad del paciente, lo que no puede justamente encorsetarse sin perderse, es lo que queda por fuera en las preguntas que interesan por ejemplo a algún juez, o ART.

Sus respuestas, tanto a las preguntas de la entrevista semi estructurada como a las consignas gráficas y verbales, eran de una poesía involuntaria. Así me gusta llamar al hecho de que alguien regale poesía sin saberlo, por el hecho de describir solamente, sentimientos o acciones cotidianas en su vida, y buscando su sentido. La poesía, o para decirlo de otro modo, la capacidad transformadora del lenguaje le permitía sobreponerse al estímulo (así se llama a las consignas) y continuar, de un modo bello y elegante, en el cual encontraba sentidos que le permitían resignificarse en el camino.

La mayoría de las consignas buscan desarmar el sentido dado y apuntan al narcisismo del paciente, para dejar expuestos entre otras cuestiones, los modos de defensa, su rigidez o flexibilidad, fijeza o variabilidad. No todas las personas pueden responder sin agresión cuando su narcisismo es puesto en jaque en el contexto de una evaluación. Naturalmente a nadie le gusta ser evaluado, sin embargo, quienes vienen saben que vienen a eso y que podrían no hacerlo, siempre pueden decir que no, o negarse a responder, bloquearse, persistir en una respuesta que no cumple con la consigna, o dar respuestas agresivas que denotan la incomodidad.

Saliendo de la situación artificial de someterse a una batería de técnicas proyectivas, la vida se encarga de golpear, y de hacernos pasar por pérdidas o cambios, duelos, enfermedades, momentos de desarraigo, el propio paso del tiempo, accidentes, y tantas otras cosas ante las cuales debemos responder y sobreponer algún mecanismo psíquico que permita acompañar o procesar tal clase de acontecimientos. La mayoría de las evaluaciones se solicitan para determinar las consecuencias de algún acontecer que podría haber marcado el curso de la vida, afectando la capacidad para sobreponerse, o haciéndolo de un modo patológico.

Entonces ¿para que sirve la poesía? Luego de analizar las respuestas de esta paciente, me encontraba pensando, sin poder decidir si las mismas eran un escape en la fantasía, es decir un modo mas o menos patológico de afrontar lo que le ocurrió. O si por el contrario ese recurso a la fantasía era solo una parte un proceso de inscripción que le posibilitaba seguir adelante y transformarse, en alguien diferente, en alguien capaz de vivir otra vida. Ella había sufrido un accidente por el cual su cuerpo no era el mismo, y tampoco podía realizar las actividades que toda su vida hizo. Había que hacer un duelo también por las cosas que ya no podría hacer.

Sin embargo, advertí que se enfocaba en lo que sí podía hacer, lo que el recurso poético le permitía, transformar en el aire sus respuestas. Y que por medio de las palabras era capaz de resignificar una imagen sin transgredir la consigna ni alejarse de la realidad. Lo que parecía un alejamiento del dato objetivo, por ejemplo, el dibujo de la persona bajo la lluvia sin paraguas, era en verdad un acercamiento a su propia condición de aceptar lo ocurrido, el accidente en el cual no pudo hacer otra cosa. En general dibujarse sin paraguas muestra incapacidad para sobreponerse o cierto sentimiento de desamparo frente al suceso traumático. Pero lo que determina si un suceso es traumático o no, no reside en la característica del evento en sí, si no precisamente en los modos de hacer con eso de la persona afectada.

Entonces una persona que se dibuja sin paraguas, parada debajo de la lluvia, pareciera estar mas que indefensa y sin embargo, al solicitarle la historia, es decir el relato que suelo pedir cuando algo no me cierra, descubrí en las palabras de esta persona la capacidad de recrear a partir de su propia producción gráfica un sentido distinto. Porque a ella no le gusta correr cuando llueve (igualmente ya no puede hacerlo, ni cuando llueve ni cuando no) además ama la lluvia al igual que el otoño, no usa paraguas y le gusta mojarse. También refirió que se dirigía a la casa de su madre, un refugio más que cálido de su memoria, mejor que cualquier paraguas.

Pensaba en estas cosas, que obviamente no entraron en el cuerpo del informe final, y mientras me hacía unos mates, para cortar un poco el tema, tomé de la mesa un libro y leí:

“ Incluso en el mundo cotidiano de hoy en día esa ansia  por sobrevivir se manifiesta en vehículos y prendas de ropa diseñados para condiciones mucho mas severas que las que nos rodean, como si de alguna forma quisiéramos expresar que la vida es dura y que estamos preparados para enfrentarla. Pero las verdaderas dificultades, el verdadero arte de supervivencia, parecen residir en terrenos mas sutiles. Lo que se necesita en estos terrenos es una especie de resilencia psicológica, estar preparados para lo que venga. (Estas historias) Hacen patente algo que sucede en la vida de todo el mundo: Las transiciones a través de las cuales uno deja de ser quien era. Aunque casi nunca es algo tan drástico, en cierto modo este viaje entre lo lejano y lo cercano tiene lugar en la vida de todo el mundo. (…) Y hay personas que viajan mucho más que otras.”

La cita continúa diciendo que “hay quienes reciben de nacimiento una identidad que les resulta suficiente” Pertenece a Rebeca Solnit,  “Una guía sobre el arte de perderse”.

Pienso que vivir y atravesar los sucesos de la vida, buenos y malos, es dejarse afectar, y es una activa sucesión de separaciones y pequeños duelos por los que uno transformándose siempre, un poco, en otra persona. Tratar de controlar la imagen, el paso del tiempo, la realidad, el grado en que los otros y los sucesos nos afecten, es una pretensión del narcisismo, peligrosa cuando el cambio se hace inevitable. Cuando no hay aceptación hay agresión. Pero quedaría para otro capítulo.

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