Efímera Eternidad Mía / Te mando ahora a que lo olvides todo

Te mando ahora a que lo olvides todo

Poesía

Efímera Eternidad Mía 

Cuando todo haya pasado

y la eternidad reduzca a nada mi soberbia;

Cuando toda mi ambición y orgullo

en el silencio y el olvido perezcan;

Cuando mi nombre, títulos y ciencia

no sean más que letras muertas;

En fin… cuando mi historia pase

por el tamiz ineludible que me espera;

¿quedará algo más que un nombre

y cuanto mucho, unas fechas?

¿algo más que una plaquita de bronce

o una crucecita de madera?

Tanto incordio creyendo ser alguien

y a fin de cuentas,

seré lo que otros recuerden

de mi paso fugaz por esta tierra.

Si el ser un “buen tipo”

y mi puñadito de acciones buenas

por una vez, en la balanza pusiera…

-junto con mis momentos de empatía,

de perdón y de escucha atenta-

todo ello, ¿pesaría

más que mi orgullo, mi ego

y mi soberbia?

Si después de todo,

en una plaquita de bronce

o en una crucecita de madera

no hay lugar para el currículum,

que vale tanto como la niebla.

Porque al final, tan solo quedan

los buenos momentos,

los abrazos,

los ‘te quiero’,

el compartir una mesa,

-todas cosas tan simples

que no valoramos como se debiera-

Y lo demás será retazos de memoria

en el fluir de los días

y de las noches eternas.

Entonces en las charlas,

cuando en la anécdota aparezca

y alguien diga:

“era un buen tipo aunque, a veces,

la suerte le fuera adversa…”

dejame decirte que esa,

por lejos, será la mejor reseña.

Porque todo lo demás es efímero

vive,

ríe,

canta,

llora,

reza,

que a fin de cuentas

en la gratitud cotidiana

está el sentido de la existencia.

Por: Carlos Luis Di Prato

Carilda Oliver Labra
Te mando ahora a que lo olvides todo
Te mando ahora a que lo olvides todo:
aquel seno de nata y de ternura,
aquel seno empinándose de un modo
que te pudo servir de tierra dura;
aquel muslo obediente pero fiero,
que venía de sierpes milenarias;
aquel muslo de carne y de me muero
convocado en las tardes solitarias;
aquel gesto de echarme en la locura;
aquel viaje al amor, de mi cintura;
aquel gusto en la piel a lirio extraño,
aquel nombre pequeño bajo el nombre,
aquel pecado de volverte un hombre
en el vicio feliz de hacerme daño.
Por: Carilda Oliver

, , , , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados