La muerte siempre es del otro
La muerte siempre es del otro,
Pero ¿qué es tu muerte?
¿qué es tu muerte en mí?
¿Es la certeza de que el teléfono no me dará tu voz?
¿Es la ausencia de tus manos?
¿La detención de tus arrugas?
¿La interrupción de tus canas?
¿La imposibilidad de la pelea?
¿O mi monólogo hecho diálogo infinito?
La muerte siempre es del otro
Y no hay modo de estar vivo sin vivirla
Vivir la muerte del otro.
¿Es vivir tu muerte?
La vivo y no me sorprende.
No me desespera.
No me alivia.
Tu muerte
Es una lluvia de arena en el desierto,
que seca mi garganta y mis ojos
pero no devuelve mi sed.
El día que olvide el tono de tu voz
sabré que tu muerte es implacable.
Por: María José Bozzone
Madre
Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reir
y podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento del marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos de enemigo.
Por: Nancy Morejón
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