El psicoanalista de Jesús (Capítulo I)

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Historias, Psicoanálisis

 

 Pero ellos no entendieron lo que les quiso decir”
Lucas 2:50

María y José llegaron a la sala de espera de Paracletos, el analista de Nazareth.  José lloraba callado, taciturno. Silentes lágrimas corrían por sus mejillas. En realidad habían pedido un turno para tratar a Jesús. Algo andaba mal con ese chico. Los había avergonzado en público y en especial José, se sentía profundamente herido.

Como todos los padres que envían a sus niños a psicoterapia, hubiesen preferido que Paracletos se encargara directamente del problema de “enderezar” a su hijo. Pero reglas eran reglas. Y primero debían ir ellos, sin Jesús.

-Pasen- dijo Paracletos, al tiempo que abría la puerta del consultorio. Sonrió empáticamente, intentando cortar la tensión del ambiente. A María también se la notaba angustiada, pero más compuesta. “Las mujeres saben lidiar mejor con la angustia”,  pensó Paracletos

-¿Puedo ofrecerle un vaso con agua? – dijo, dirigiéndose a José.

-No, gracias- masculló éste entre dientes, recuperando una inestable y tensa compostura.

-Mire, doctor- empezó María haciéndose cargo de la situación –como suelen hacerlo las mujeres cuando se trata de emociones, la verdad es que dudamos mucho en venir. Usted sabe, nosotros somos judíos y deberíamos dar el ejemplo. Nos da mucha vergüenza, esto.

Paracletos entendía la enorme herida narcisística que significaba para una pareja de judíos acudir a un griego en busca de ayuda cuasi espiritual.

-Pero realmente sentimos que Jesús hace cosas que nos sobrepasan…Nosotros no…no podemos manejar esta situación.- cihilló.

-Bueno, a ver por qué no se tranquilizan. Sepan que los griegos admiramos la cultura judía. De hecho, Alejandro Magno hizo traducir el Tanaj casi completo al griego, así que estamos en comunidad. Sepan que no estoy aquí para juzgarlos, sino para que pensemos juntos.  ¿Qué les parece si me dejan conocerlos un poco más?  Cuéntenme…¿Hace cuánto están en pareja? ¿Cuántos años tienen? ¿A qué se dedican?

La pareja empezaba a distenderse de a poco.

-Eh…bueno. – dijo María- Nosotros nos casamos hace 12 años, casi la edad de nuestro hijo. Yo tenía 16 y él 27. Fue un poco escandaloso…(risas). Él quedó viudo muy joven. Tiene siete  hijos de un matrimonio anterior. Su esposa muró en el parto del último. Cuando yo lo conocí, hacía malabares para cuidarlos y mantener la carpintería. Durante la semana los dejaba en casa de su hermana y los pasaba a ver todos los días. Pero cuando llegaba el Shabath, se ponía feliz porque iba a poder estar con ellos y llevarlos a la sinagoga. Esos amargos de los fariseos lo vivían retando porque los nenes hacían lío. Pero yo lo veía tan Padre-Madre, tan tierno, tan con los pelos desarreglados pero disfrutando de sus niños, que me derretía.

Él me decía que me quería, pero que yo era muy chica y que no quería esclavizarme con siete niños que no eran míos. Así que fui yo la que lo tuve que convencer ¿a usted le parece esa barbaridad? (risas)… ¿Que yo siendo una mujer tan hermosa lo termine convenciendo a él?

José ya estaba más relajado y la miraba de reojo con una mezcla entre embelesamiento y picardía.

-Y bueno…pobre, viejo y con siete “delincuentes”, yo no era un muy buen partido…

(Ella pendiente de la ternura… y él pendiente del dinero y el prestigio. Este José es medio papanatas, pero igual me cae bien, pensaba Paracletos)

José siguió confirmando las hipótesis de Paracletos con lo que dijo a continuación

-Yo soy de una excelente familia. Soy descendiente de David, pero del oro a mí no me quedó nada –bromeaba divertido.

Lo que hubiese correspondido de acuerdo a la técnica, es que Paracletos preguntase por el embarazo de Jesús, si fue planificado o no, si se alegraron con el embarazo o no, etcétera. Pero Paracletos vivía en Nazareth y conocía el chisme que decía que se habían embarazado de solteros. Eso los había convertido en una especie de parias sociales. Por lo tanto, siendo que al fin lograba que hilaran algunas frases relajados, iba a postergar ese cuestionamiento. No quería que sus pacientes se sintiesen agredidos.

-Bueno, cuéntenme un poco sobre Jesús… ¿cómo era cuando era bebé?

-Era la cosa más bella del mundo- obviamente, hablaba la madre.

-Debo decir que de mis hijos, fue el más lindo al nacer.-

(Bien, no necesito preguntar por el embarazo -pensó Paracletos- este chico es terriblemente deseado y querido por ambos padres. Me pregunto si la preferencia del padre sobre él habrá acarreado algunos conflictos con sus otros hermanos, no sería raro)

Siguieron hablando un rato sobre la niñez de Jesús. Sus ocurrencias, la manía que tenía de cuidar a todo el mundo. La casa vivía llena de bichos heridos “en recuperación”. También contaron que defendía a las niñas de los abusos de los bravucones, por lo que más de una vez se había ganado el mote de “maricón”, porque además se negaba a pelar con los puños.

Más adelante los preocupó su manía por ayudar a cualquiera arriesgando su seguridad. Se acercaba a los leprosos, a los pobres, a los mendigos y a veces se quedaba sin comer para darles lo suyo. María lo había retado varias veces porque, como toda madre judía siempre lo veía muy flaco y lo retaba porque no comía.

(Mhm…esa manía de María por alimentarlo y cobijarlo…me pregunto si habrá sufrido alguna situación de peligro cuando era bebé como una enfermedad o una inmigración..Ah…12 años…este es de la generación de los mártires de Herodes…ahora entiendo)

-Bueno, ahora que establecimos que es un chico maravilloso y un muy buen hijo, ¿por qué no me cuentan qué fue esto tan grave que hizo?

-Mire, doctor –José había pasado de la alegría a la ira en unos segundos- como le dije yo soy de una muy buena familia. Y esta criatura, por no decir, mocoso, se siente con derecho a cuestionar a los fariseos, los sacerdotes y los rabinos. Pero eso no es lo peor. Le cuento, para que usted vea el “pichoncito” que estamos criando. Porque es muy buenito y muy amoroso, pero a mí no le importa hacerme sufrir y preocuparme.

(El chico “lo hace preocupar”…claro, él es un terrible narcisista autoritario, pero el problema es el chico. Este padre se hace demasiado problema por demasiadas cosas. Así no le va a durar mucho al pobre chico)

-Le cuento: Nosotros volvíamos del templo después de la fiesta, como siempre. Veníamos contentos, relajados, con la familia, bromeando. Cuando llega el momento de acampar para pasar la noche. Entonces, lo buscamos a Jesús para que nos ayude a traer leña y cocinar un asadito y compartir- porque eso tengo que reconocer, siempre ahí para ayudarnos-. Y el señorito no estaba. Como le digo que es súper sociable y simpático, y anda siempre charlando con todo el mundo. Nosotros pensamos que, como siempre, andaba por ahí, conversando con algún mendigo o algo así. Para mí va a ser colega suyo ese, porque vive escuchando a todo el mundo. Pero más vale que no me descuide la carpintería.

En fin…Lo empezamos a buscar, que ¿dónde está Jesús?, que ¿dónde está Jesús?, que ¿dónde está Jesús? El tipo no aparecía por ningún lado ¡Usted no se imagina la angustia, doctor! Nos tuvimos que volver a Jerusalén y estuvimos ¡tres días buscándolo! ¡Tres días! ¿Se da cuenta lo que es eso? En la posada que nos habíamos quedado, en los restaurantes, hasta fuimos a ver a los leprosos…conociendo la atracción que tiene por los parias, éste. Se va a casar con una pobre y me va a arruinar el linaje.

Bué…cuando vamos al templo: muy sentadito el señor, muy relajadito, charlando y debatiendo con los sacerdotes y los fariseos como uno más. Ta bien, el tío de él era sacerdote, el esposo de la prima de la madre, aquí presente.. Pero nosotros no. Nosotros somos laburantes, de buena familia pero laburantes. ¿Qué se tiene que andar haciendo el sabiondo y el estirado con ellos?

(Este chico está más sano que los dos padres juntos, no sólo ya sabe seguir su deseo si no que ya sabe enfrentar al sistema, es un genio)

-Continúe, José, por favor- intervino Paracletos al ver que a José se le nublaba la vista.

-Lo peor, lo peor fue lo que dijo después- José rompió en llanto

-¿Qué le dijo?- Paracletos recurrió a María porque José ya no estaba en condiciones de hablar

-Insinuó que José no era su padre- dijo María, dolida.

José lloraba   más fuerte.

(Oportunidad de oro para terminar la sesión, el padre angustiado, a punto de generar una demanda de análisis, en lugar de implicar al hijo.)

-Miren, yo sé que están preocupados por Jesús. Pero evidentemente, José, usted está muy angustiado. Me parece que si trabajamos con usted algunas sesiones, vamos a tener mejores resultados. A veces cuando en las familias se trata a quien está angustiado, los que no están angustiados también mejoran, porque el espíritu de la casa cambia.

-¿Usted insinúa que yo estoy loco, doctor?

-No, José, para nada. Pero en este caso lo noto muy angustiado. Le propongo que trabajemos 2 o 3 sesiones con usted y luego vemos que hacer con Jesús ¿le parece?

(Aunque ese chico está bárbaro, no pienso trabajar con él ni una vez, no vaya a ser que lo arruine)

-¿Tiene que venir mi mujer conmigo también?

(El hijo, la mujer, cualquiera se tiene que hacer cargo de sus mambos menos él)

-No José, frente a la angustia siempre estamos solos. Así que lo invito a que venga solo. A esta misma hora, la semana que viene ¿le parece?

-Bueno doctor, muchas gracias por todo, nos vemos el jueves a las 11, entonces. Muchas gracias.

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SicologiaSinP.com - Ivka Itzak

Psicoanalista

Diplomada en Género y Teología. Columnista en "La Conversación en Curso". Columnista en "Reisyt". Desde su web difunde una mirada crítica hacia las religiones, la fe y la ideología occidental, apostando por la búsqueda de una fe orgánica y descolonizadora. [...]