No estamos solos

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Psicoanálisis

Este escrito se hizo con el propósito de abrir espacios de discusión sobre la problemática social que se viven por estos tiempos y especialmente, cómo es que los psicoterapeutas nos enfrentamos a esta problemática que también nos compete. Se menciona cómo es que ante estas vicisitudes nuestro psiquismo tiende a disociarse o escindirse provocando la deshumanización. 

Más que pretender dar soluciones, la intención es poner sobre la mesa lo que está ocurriendo en nuestro mundo externo, para así poder abrir una discusión sobre cómo esto nos afecta, poderlo llevar a la palabra y con esto, simbolizarlo, previniendo que todo lo que nos atemoriza quede en el silencio.

Qué tiempos nos están tocando vivir, entre pandemia, protestas, desigualdad, miedos, inseguridades, un movimiento brutal de nuestro mundo externo. Qué difícil conectar cuando todo nos invita a no hacerlo, cuando todo está tan deshumanizado. Por qué humanizar es todo un reto y en especial, como psicoterapeutas. Cuando tanta violencia y desigualdad nos rebasa pareciera más sencillo para nuestro psiquismo, como dice la Dra Romano “la disociación o la escisión y así dejar en silencio aquello que nos atemoriza en relación a la violencia y la pulsión de muerte”.  Por esto, considero que es todo un reto para nosotros como psicoterapeutas lidiar con toda esta violencia social que nuestros pacientes nos traen al consultorio, ya que esta realidad amenazante también nos preocupa y nos afecta a nosotros.

La Dra. Romano nos invita en su artículo titulado, Representaciones parentales frente a la violencia y la inseguridad social en México y la cito:

“abrir espacios de reflexión sobre la violencia social. Como primer paso, es necesario reconocer que nosotros mismos estamos vinculados con el problema y alzar la voz; se trata de poner en palabras todo aquello que por atemorizante y amenazante queda en el silencio. Como dice Eldridge Clever, activista afroamericano de los años setentas: “Ya no hay espacio en el mundo para la neutralidad, ahora o eres parte de la solución o serás irremediablemente parte del problema” (Romano, 2019).

Considero que como psicoterapeutas en estos momentos tenemos una gran labor por hacer, sin embargo, este trabajo empieza con nosotros mismos, como pacientes. Aceptando que somos humanos y que toda esta incertidumbre y violencia también nos afecta. Siendo humildes y compasivos con nosotros puesto que no estamos exentos de utilizar la escisión y disociación para defendernos de toda esta deshumanización que nos sobrepasa y esto nos haría irremediablemente ser parte del problema. Al final, no podemos ayudar a tramitar un conflicto que no hemos podido elaborar nosotros en nuestro propio análisis.

El trauma planteado por Freud es aquello que traspasa lo tolerable, lo que no puede ser tramitado y que se presenta con un exceso de excitación psíquica. La Dra. Romano citando a Rozenbaum explica cómo no todo suceso difícil se constituye en un trauma. Es decir, está claro que no hablar de esta situación difícil tiene el potencial de convertirse en traumático. Aquí entra en juego la función mediadora y contenedora del terapeuta sobre las angustias y miedos del paciente para poder hablarlas y elaborarlas.

En este sentido, como psicoterapeutas sería indispensable evitar que, ante las vicisitudes de lidiar con lo traumático, el psiquismo se disocie y con esto nos aleje del poder contactar con nosotros y nuestras emociones, dando como consecuencia la incapacidad para poder ver y contener al otro. 

Ante tanta violencia pareciera que nuestra principal función tendría que poder ser la de contener a nuestros pacientes, esto me recuerda a que Winnicott explica que lo que desencadena la función de holding, es decir de sostén, de contención es la preocupación materna primaria, que es la capacidad de la madre para poder identificarse y meterse en la experiencia del bebé para así poder proporcionar un lugar empático y contenedor. Un proceso muy parecido a lo que nosotros tendríamos que brindarles a nuestros pacientes, sin embargo para que esto pueda ocurrir es importante que el psicoterapeuta ejerciendo la función primaria o función materna cuente con ciertas capacidades y fuerzas yoicas para poder llevar a cabo esta función, esto implicaría no negar, ni disociar la realidad que estamos viviendo. 

Para concluir considero que ha pesar de que como he descrito anteriormente estamos frente a un reto, también estamos frente a una gran oportunidad, ya que como lo expresó Freud al decir que “el psicoanálisis es en esencia una cura a través del amor” tenemos esta gran oportunidad, de tramitar todo lo doloroso que estamos viviendo a través de la empatía, de escuchar, de mirar, conectar, libidinizar, de acompañarnos y sobre todo de humanizarnos, es decir, al final, no estamos solos. 

Romano, A., (2019) Representaciones Parentales Frente a la Violencia y la Inseguridad Social en Alkolombre, P., y Ponce de León, E., Violencias y Subjetividad: Genero, Infancia y Sociedad, Buenos Aires: Letra Viva

Winnicott, D. W. (1965) El proceso de maduración en el niño. Barcelona: Laia.

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SicologiaSinP.com - Fernanda Treviño

licenciada en Psicología

Psicoterapeuta psicoanalítica egresada de la Universidad de las Américas. Maestría en psicoterapia general en la Asociación Psicoanalítica Mexicana. Encargada del area de investigación sobre la construcción social del machismo y micromachismo en México [...]