Marisa Wagner: cuando el arte puede salvarte

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Historias, Psicoanálisis

Recuerdo perfectamente la primera clase que tuvimos con la docente Marisa Wagner. Fue en la Escuela de Psicología Social de la Patagonia, a mediados del año 2010. Estaba terminando el invierno, pero aún hacía frío y el cielo gris, encapotado, prometía un atardecer de persistente llovizna. No lo imaginé entonces, pero ahora, al escribir, me doy cuenta que ese fue el marco perfecto para una clase inolvidable.

Reunidos en el salón principal de la casona donde por aquel entonces comenzábamos adentrarnos en la Psicología Social de Enrique Pichón Rivière y Alfredo Moffatt, aquella tarde conocimos a esta nueva docente que nos visitaba desde Buenos Aires. A sus cincuenta y tantos años, con su voz cascada por el cigarrillo y su aire de rebelde setentista, Marisa nos cautivó desde el primer momento. Tanto es así que aún hoy, varios años después, cierro los ojos y me parece oír su frase de presentación: “Soy Marisa Wagner: poeta y loca”. Y no era un cliché. Ni le estaba dando un uso romántico a la frase. Nada de eso.

Las siguientes dos horas no se oyó un susurro. Solo la voz de Marisa narrando su testimonio de vida, fuerte, audaz, tremendo, desde los años pesados en la Argentina delos ’70 –esos años marcados por el terrorismo de Estado y la dictadura cívico militar- hasta las internaciones en varios manicomios durante los ’80 y ’90. Oír el relato crudo de esta mujer y sus vivencias desde “la panza del monstruo” –como ella definía vivir muros adentro de una institución psiquiátrica- creo que fue algo que nos marcó para siempre en nuestra formación profesional.

En una entrevista para el diario argentino Página/12 había contado: “Soy de una generación que puso el cuero, que pagó y seguimos pagando: mis compañeros con su vida, con sus hijos, otros buscando nietitos.” Sobrevivió a la dictadura con sus persecuciones y torturas, pero su salud mental no resistió los cimbronazos del pasado. Tuvo varios brotes psicóticos, el primero en 1987, cuando tenía 33 años, y otros tantos diagnósticos equivocados. El suicidio de su entonces pareja fue el detonante del último de sus brotes. “La gente no sabe qué hacer, piensa que el loco tiene fama de matar a las personas”. Un día la detuvo la policía. “Ingresé a la Colonia Montes de Oca casi desnuda, sin identidad conocida, con 20 kilos menos y lo peor que te puede pasar esque nadie te cree cómo te llamás hasta que disminuye el brote” … “Nuevamente fui NN, lo que era más enloquecedor porque NN era mi ex pareja, mis 14 compañeros desaparecidos y mis otros 30.000 compañeros”. Cuando bajó el delirio agudo le creyeron que se llamaba Marisa.

Sumando los diversos ingresos, fueron doce años de internación en diversas instituciones para personas con sufrimiento mental. Y allí, en los momentos de lucidez, estando “compensada”, encontró refugio en la escritura de poemas como una forma de vomitar todas aquellas emociones fortísimas que habían detonado en su mente. Y también de denunciar los abusos, los abandonos y las ausencias que tantos otros como ella vivían a diario, más allá de los muros hospitalarios. Así surgió Los Montes de la Loca (un juego de palabras tomado del nombre de su lugar de internación tal vez más emblemático, la tristemente famosa Colonia Montes de Oca).

El libro es una colección de poemas que ilustran vivencias terriblemente dolorosas, pero por sobre todo, profundamente reales y de una sensibilidad única. Decía Marisa acerca de la publicación de su obra: “…es una forma de decirle a la gente: ¡Miren, los que estamos del otro lado del muro también somos sujetos, personas!”. Y precisamente a esos sujetos los llamaba “mis hermanos, los locos”: “Ellos me dictaron muchos de estos poemas. Sin decirme una sola palabra, me los dictaron. Esto no es literatura: es una parte de nuestra vida. Y es muy emocionante saber que hay quien quiere asomarse a ellos, a su dolor, a su humilde belleza y a su pasión.”

Más tarde vendría su encuentro con Alfredo Moffatt, uno de los grandes discípulos del Dr. Enrique Pichón Rivière y continuador de su labor docente y de praxis de la psicologíasocial en la Argentina y otros países de Latinoamérica. “Alfredo Moffatt me facilitó un trabajo, un techo, comida”, contó en otra entrevista. Los años de internación y de sobremedicación dejaron secuelas: una disquinesia tardía, por ejemplo; pero ello no le impidió formarse en Psicología Social y, con el correr del tiempo, convertirse en docente e integrar el Frente de Artistas Externados del Hospital Borda. Con una adecuada contención psiquiátrica y medicación controlada, los efectos de la bipolaridad fueron menores.

Al concluir su testimonio aquella tarde gris y de lluvia, recuerdo que Marisa nos leyó algunos de sus textos:

Simplemente Yo:

Yo…
-esta mujer rota-
que a veces se despedaza aún más en la locura la que emprende sigilosos, nocturnos vuelos, sobre los nidos secretos de los monstruos.

La que suele mantener conversaciones largas con el mismísimo demonio, mirándolo a los ojos. Yo…
-este ángel mutilado, erróneo-
que arrastra su ala rota en los pantanos,
que camina lentamente
sobre brasas encendidas, sin notarlo, expiando
quién sabe qué pecado.
Que no se persigna jamás, ni se arrodilla
ante ningún dios de cotillón,
ante ninguna deidad de fantasía.
Quizás…
porque vi morir mis hombres mejores en la guerra. Inocentes, desnudos, crédulos, descalzos, casi desarmados
y jamás pude enterrarlos,
quiero decir, honrar la tierra con sus cuerpos niños… hoy… sin embargo,
me inclino
-con la docilidad y elasticidad de un junco- frente al milagro descomunal de tu ternura. *

Con un sonoro y sostenido aplauso culminó aquella clase memorable que de manera determinante marcó nuestra incursión en la salud mental desde un abordaje social. Lamentablemente Marisa Wagner se fue de esta vida muy pronto, en agosto de 2012, a los 58 años. Tantas vivencias tortuosas marcadas a fuego en el alma y en el cuerpo fueron demasiado para su corazón inquieto y tenaz. “El arte tiene una función terapéutica, ayuda a que uno se reconstruya”, solía decirnos. Hoy, ya recibido y siendo coordinador de un dispositivo psico-social para personas con deterioro cognitivo o en fases iniciales de Alzheimer, y también de contención para sus familiares y cuidadores, doy fe de la veracidad de sus palabras. Y cada vez que necesito “ponerme en los zapatos” de ese otro –padeciente- busco alguno de sus escritos y aún me parece oírla con su voz cascada recitando por ejemplo ese poema titulado Juego de Espejos:

Cuando se toca fondo
y se mastica el polvo,
te das cuenta, aprendés,
que aún no lo has perdido todo,
que hay más para perder,
que el fondo, en realidad, no tiene fondo,
que aún se puede descender
y descender.
Se piensa que ya no se puede estar más solo
Y, sin embargo, sí se puede…
hay más soledad, te lo aseguro.
Pero un día…
Un día cualquiera, se te da por mirarte en el espejo
(no abundan los espejos en el manicomio,
por razones obvias, se me ha dicho).
No importa, el espejo del que hablo, está en otro lado, adentro. Y te das cuenta, por ejemplo,
que tenés dos piernas,
te las mirás, las sometés a prueba,

y te vas a dar una vuelta por el parque del hospicio. Y te cruzas entonces, con otro espejo que deambula,más valioso y fidedigno…
¡Y acaece la revelación!
¡Qué voy a estar sola… si somos
mil setenta locos acá dentro!
Y cuando nos juntamos los espejos
Uno le da coraje a otro y resistimos.
La subestimación.
La discriminación.
Los abandonos.
Pero, bueno, estas ya no son cosas de locos.

Marisa Wagner nos brindó una evidencia de primera mano de lo terapéutico que puede ser el arte: restaurador y a la vez dignificante. Y aunque ya no esté, su testimonio y su poesía desde “detrás de los muros” seguirán vivos por mucho tiempo.

Gracias. Y hasta siempre, profesora.

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helena
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no estoy loca ni nada parecido,me gusta el arte en todas sus variedades, me dedico al periodismo de investigacion,soy poeta con premios ganados,ensayista,escritora.lo que la señora marisa cuenta de su historia no se hasta donde es verdad,porque yo tambien tengo un hijo exquizofrenico y se como es esa sicopatia,yebo 25 años cuidando de el.los medicamentos que le administro son todos estabilizadores del animo. se encuentra normal, y yo estoy feliz escribiendo para los diarios internacionales y conocer a muchos periodistas que me aconsejan sobre mi trabajo.no tengo historia para contar,solo cuento la historia de los demas.helena

Tere Marin
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Helena,Si solo cuenta la historia de los demàs y yo no tengo porquè dudar de sus palabras, permitame pedirle respeto por las palabras de mi amiga MARISA WAGNER, porque doy fe de que son ciertas. Saludos

Malena wagner
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Malena wagner

No se porque pondría usted en duda las palabras de un muerto … Que ni siquiera conoció… Pero bue.. cada loco con su tema… Mi mamá estaba loca por temporadas si!!! Pero jamás fue una mentirosa… Agradezca que no tiene historias que contar como ella…

Roxana
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Roxana

Admiro a tu madre, para mí es un ejemplo de inspiración por su coraje y su talento. Un gran abrazo para vos.

Eduardo
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Eduardo

Helena… ¿Qué dicen los “diarios internacionales” cuando ud escribe “yebo” en vez de “llevo “?
A propósito… ¿está segura de que “Helena” va con hache?

Roxana
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Roxana

ajajaja excelente, yo pensé lo mismo.

Nel
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Nel

“yebo”? Escritora y escribe así?
Buenas tardes: tengo DISTIMIA y siento que soy loca por temporadas. Gracias a la facultad llegue hasta aquí. Asombra historia y valentía.

Malena wagner
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Malena wagner

Muy lindo ella estaría chocha

Florencia
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Florencia

¡Qué belleza de poesía, de ser humano y de nota¡ Gracias no conocía esta poeta y me llegó al alma… ¿Se consigue su poemario?

Jairo Carrizo
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Jairo Carrizo

Me encantó me mandarían por mail sus poemas y escritos

Ayelen
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Ayelen

Marisa Wagner, gran mujer, comencé a difundir su poemaría cuando todavía era estudiante allá por el 2010, en la cátedra de psicología comunitaria, cuando nos tocaba la unidad de salud mental y la por entonces nueva ley. Actualmente por vueltas de la vida, me reencuentro dando clases y me es inevitable no citarla! Me conmovió y lo seguirá haciendo siempre. Gracias por esta nota!
Pd: no pude conseguir su poemario, si me lo pudieras enviar sería maravilloso.

Gricelda
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Gricelda

Gracias por este artículo que me acerca a Marisa Wagner, poeta inmensa que no conocía y me estremece su vida y su obra. Quisiera acceder de ser posible a su poemario. Muchas gracias

Daniela
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Daniela

Buenas tardes , es la primera vez que leo algo de Marisa Wagner y estoy conmovida , leí los comentarios y me encantaría recibir su poemario . Desde ya muy agradecida .

celeste
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celeste

gracias eternas marisa.

silvia
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silvia

Me encanta este texto pero no encuentro quién lo escribió, para poder citarlo en un trabajo que estoy iniciando subre un tema afín. Si alguien me dice dónde puedo encontrar ese nombre…. Gracias!

silvia
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silvia

ya lo encontré! qué distraída!!!!

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Técnico Superior en Psicología Social

Escritor independiente. Técnico Superior en Psicología Social. Operador en Salud Mental y Experto Universitario en Acompañamiento Terapéutico orientado a personas afectadas por el Mal de Alzheimer. Actualmente se encuentra realizando la Licenciatura en Ciencias para la Familia (Universidad Austral, Buenos Aires). Integra equipos técnicos gubernamentales, interviniendo con familias en situación de riesgo y/o vulnerabilidad. [...]