Todo estará bien – Una reflexión

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Está amaneciendo en este rincón de la Patagonia. El sol lucha por dejar que sus rayos se filtren por entre las nubes de un cielo semi cubierto. Es el día 120 de la cuarentena en Argentina. El Coronavirus avanza y, al margen de las secuelas ya de por sí graves en la salud, va dejando una estela de incertidumbre e impotencia en su derrotero indeterminado.

​“Todos estamos en el mismo barco”​, se ha oído decir desde el Papa Francisco hasta el actor Tom Hanks, haciendo referencia a la universalidad de las consecuencias en que nos ha colocado la pandemia. Sin embargo, la aseveración también es una dolorosa metáfora de la realidad: algunos transitan estos tiempos en los lujos de primera clase, en tanto que otros apenas sobreviven en el último rincón de este Titanic en que se ha convertido nuestro mundo.

Aquí, en mi rincón donde escribo, entre pilas de libros que amenazan con derrumbarse, cuadros con fotos de momentos que se me hacen lejanos y diplomas enmarcados que certifican conocimientos adquiridos sobre temas que hoy me resultan fútiles, resalta la foto de alguien que no conocí y que, sin embargo, desde su antigüedad en sepia me inspira una reflexión.

vicenzo

Como digo, aquí, en mi rincón donde escribo, tengo cerca una foto pequeña, ajada por el siglo y poco más que ha pasado por ella. Desde su acartonada rigidez militar, el entonces Capitán Vincenzo D. parece espiarme a través del tiempo. La foto fue tomada hacia 1916, en plena Primera Guerra Mundial. Mi abuelo (aunque aún debían pasar casi siete décadas para que realmente lo fuera) por entonces tenía veinticinco años, una novia que le escribía cartas amorosamente desesperadas y un futuro incierto junto a sus compañeros del Reggimento Bersaglieri en las trincheras a lo largo del río Isonzo, en el norte de Italia.

Dicen las crónicas que en la docena de batallas libradas a lo largo de este río entre mediados de 1915 y finales de 1917 murieron unos 300.000 hombres así, como se muere en toda guerra: de manera absurda, poniéndole el cuerpo a conflictos ajenos orquestados desde la comodidad del despacho de algún funcionario alcahuete de su superior inmediato.

Siempre me intrigó que al abuelo se lo viera demasiado “prolijo” en la foto, teniendo en cuenta la carnicería que se libraba día tras día en los valles alpinos. Recientemente supe que dicha foto fue tomada durante unas escasas de semanas de “paz”, en que su compañía pudo ir hasta algún pueblo a buscar provisiones. Vincenzo aprovechó para arreglarse un poco y tomarse una foto que envió a su novia, como prueba de que en realidad no se estaba tan mal en el frente y no había mayores motivos de preocupación. Era mejor que así lo creyera ella -se dijo- a que supiera toda la barbarie inútil que estaba ocurriendo.

Vuelvo a mi rincón donde escribo. Un siglo después también libro mis batallitas cotidianas. Con obsecuentes con los que uno tiene que lidiar a diario; con burocracias varias que todo lo embarran; con funcionarios que no funcionan pero que son funcionales a la inoperancia; con políticas para el abuso y la estafa que terminan asfixiando un sistema ya de por sí enfermo. Desde mi trinchera cotidiana lucho por ganar el salario, por pagar impuestos cada vez más altos, por evitar que el alud de podredumbres me arrastre en la desesperanza. En fin, cada día ​’poniendo el cuerpo’ porque, ya se ve, podrán pasar las décadas pero los vicios humanos se mantienen intactos.

Y hoy, por sobre todo esto, enfrentando este paréntesis inédito de incertidumbre. Y también los desafíos que traerá la Nueva Normalidad, como se está dando en llamar a la vida que nos espera allá afuera, cuando retornemos al trajín de las obligaciones y responsabilidades cotidianas.

Pero aún así, puedo decir como dicen allá en Italia: “​andrà tutto bene ​”, “todo estará bien”,​ para evitar preocupaciones inútiles a las ya existentes. Nada que ver con las vivencias de hace un siglo del abuelo Vincenzo, porque tal vez las luchas estén hechas a la medida del coraje de cada uno. Pero si tú pudiste –le digo a la imagen marcial del antiguo retrato en sepia- ¿por qué yo no? No serán las sangrientas batallas del río Isonzo, pero son mis batallitas cotidianas.

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SicologiaSinP.com - Carlos L. Di Prato

Técnico Superior en Psicología Social

Escritor independiente. Técnico Superior en Psicología Social. Operador en Salud Mental y Experto Universitario en Acompañamiento Terapéutico orientado a personas afectadas por el Mal de Alzheimer. Actualmente se encuentra realizando la Licenciatura en Ciencias para la Familia (Universidad Austral, Buenos Aires). Integra equipos técnicos gubernamentales, interviniendo con familias en situación de riesgo y/o vulnerabilidad. [...]