La espera ya no es tan dulce

Waithood

Psicoanálisis

Se lo conoce con el término “Waithood”. A falta de una palabra más adecuada en la lengua castellana -menos flexible a la invención neológica- se traduce como “tiempo de espera”. Digamos que se refiere a un fenómeno de la existencia que hace serie con “childhood” (infancia), “adulthood” (adultez), “motherhood” (maternidad), “fatherhood” (paternidad) y algunos otros. Un fenómeno moderno que se ha globalizado: las mujeres (ellas especialmente, pero también muchos hombres), posponen el matrimonio y la descendencia hasta edades cada vez mayores respecto de los tiempos tradicionales.

Sucede en España y en Ruanda, en Francia y en Singapur, en Estados Unidos y en Guatemala. Las razones son diferentes, pero el resultado es bastante semejante. Ya sea por razones de realización académica y profesional, o sencillamente porque la precariedad no permite acceder a una independencia económica y afrontar los compromisos inevitables de la vida adulta, aumenta cada vez más el número de personas que se mantiene en el “waithood”, la espera, una especie de segundo período de latencia durante el cual algunos eligen afianzar sus aspiraciones más personales, mientras otros aguardan infructuosamente que sus vidas cambien y puedan fundar una familia. El fenómeno es objeto de estudio y debate, puesto que no solo se trata de algo cuyas consecuencias se reflejan en el plano de los sujetos tomados uno por uno, sino que se ha convertido en un asunto biopolítico. El colectivo femenino, que ya es mayoría en las universidades de casi todo el mundo, se las ve en verdaderas dificultades para encontrar un partenaire medianamente a su altura. Sin descontar el factor subjetivo, ese que no cabe en ningún estudio estadístico, lo cierto es que mujeres de variada condición diagnóstica, social y cultural tienen que padecer toda clase de enredos en las redes de contactos, perder un tiempo infinito chateando con hombres asustados, y acabar congelando óvulos a la espera de que un milagro les traiga un compañero dispuesto a convertirse en padre, que en la medida de lo posible no sea un analfabeto funcional y que de paso aporte aunque más no sea algo a la economía familiar. El estereotipo del hombre que trae el pan a la casa va dejando de ser una aspiración femenina. Por su particular relación con el no-todo, ellas son asombrosamente dúctiles a las transformaciones de la historia, lo cual a muchas no les impide aspirar a tenerlo todo. Pero no es esta la razón principal por la que apuran la maternidad hasta los límites biológicos y aprovechan las ventajas de la crionización para comprar un tiempo de descuento. Una narrativa maliciosa y promovida por las tendencias más reaccionarias quiere presentar los nuevos perfiles femeninos como criaturas que sacrifican la Sacrosanta Maternidad en el altar del egoísmo de la autorealización, cuando está sobradamente demostrado que el desarreglo simbólico del sexo se está convirtiendo en un asunto demasiado real. No se congelan óvulos para prolongar unos años más el desarrollo profesional exitoso, sino porque son muchas las piedras que hay que remover para encontrar un ejemplar en disposición de ser padre y asumir sus deberes. O, si los hay, el desempleo, la carencia de ingresos y la dependencia de la familia originaria los deja a merced de una impotencia desesperada y en ocasiones resentida.

El número de mujeres que optan por la maternidad en solitario ha dejado de ser patrimonio del Primer Mundo para convertirse paulatinamente en una tendencia que en pocas décadas será una fórmula tan corriente o más que la parentalidad compartida. Atribuirlo al empoderamiento femenino es una explicación demasiado banal (cuando no malintencionada), aunque la Ultraderecha Internacional lo declare con toda virulencia y lo añada a su argumentario cretino. En el fondo, será una especie de retorno a los orígenes. Los niños siempre fueron de las mujeres; la guerra y el sustento un asunto de hombres. La versión moderna es ligeramente distinta. Los niños serán de las mujeres, también el sustento, y sobre la guerra no me atrevo a aventurar nada. Solo recordar que en las Fuerzas Armadas la legión femenina va en aumento.

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jose
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jose

muy bueno!!

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SicologiaSinP.com - Gustavo Dessal

Psicoanalista y Escritor

Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del Instituto del Campo Freudiano en España. Profesor itinerante en Argentina, Bolivia, Brasil, USA, Italia, Francia, Inglaterra, Irlanda, Polonia. Ha escrito libros de psicoanálisis y también de ficción. Reside en Madrid desde 1982. [...]