Alcoholismo y Funciones Ejecutivas

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El triunfo de Baco. Diego Velázquez

Adicciones

Existe un gran número de enfermedades mentales y del desarrollo en las que se encuentra alteración en alguno o varios componentes de la función ejecutiva. Estos trastornos tienen como síntomas y signos comunes a aquellos observados en pacientes con lesiones de los lóbulos frontales. Entre ellos específicamente el abuso de substancias y las dependencias.

El consumo de alcohol presenta diversos factores implicados, como son: los neurobiológicos, ya que el alcohol ejerce sus efectos psicoactivos en el Sistema Nervioso Central (SNC)a través de su interacción con múltiples sistemas de neurotransmisores, incluyendo receptores de GABA, 5HT, opioides y N-Metil-D-Aspartato (NMDA, un subtipo de receptor del glutamato). Adicionalmente el alcohol incrementa los niveles de dopamina en el estriatum a través de un mecanismo indirecto de activación de los receptores GABA, o inhibición de los receptores NMDA (Calvo, 2009).

Se ha hipotetizado que una hipofunción del córtex frontal podría ser un factor predisponente de la dependencia alcohólica. Algunos autores han planteado problemas metodológicos importantes en los estudios llevados a cabo, ya que la mayoría, han sido realizados con sujetos en los que el consumo de alcohol estaba ya instaurado. Por ello resulta difícil determinar si el déficit en las funciones ejecutivas es un desencadenante o una consecuencia del abuso.

Algunas investigaciones confirman que el grado de déficit está en función de la densidad familiar. Las alteraciones resultan más graves en los hijos que presentan antecedentes de alcoholismo en varias generaciones, con respecto a los que tienen una sola cohorte afectada (Landa et al., 2004).

Gran parte de la psicopatología asociada a la adicción puede explicarse también a partir de elementos ambientales, siendo uno de los más importantes el estrés psicosocial. Estudios de conducta en animales muestran cómo los factores que predisponen a la adicción dependen primordialmente de elementos ambientales y cómo el ambiente desempeña un papel decisivo en el abandono de la adicción (Ichise et al., 2006). Conviene considerar todos los trabajos que exploran el abandono espontáneo de la adicción sin tratamiento profesional, que muestran cómo la mayor parte de los adictos alcanza una adaptación adecuada a pesar de los cambios neurológicos asociados a la adicción.

Los factores que pueden explicar la variabilidad en los déficits neuropsicológicos mostrados por alcohólicos son los clínicos (Verdejo y Tirapu, 2012) y están relacionados con la historia de consumo de alcohol, relacionados con la severidad y los patrones de uso de la sustancia (como el consumo concentrado o “bingedrinking” o la acumulación de experiencias de retirada), historia familiar de alcoholismo, estatus psiquiátrico, historial médico y abuso concomitante de otras drogas, tolerancia, entre otros.

Existen tres hipótesis relativas que integran los hallazgos neuropsicológicos obtenidos mediante diferentes estudios sobre las alteraciones producidas por el consumo de sustancias y alcohol.

La hipótesis del continuo parte de la idea que existen dos polos en el funcionamiento ejecutivo en los alcohólicos, situándose en el polo inferior los bebedores ocasionales y en el superior los afectados por el síndrome de Wernicke-Korsakoff.

Una segunda hipótesis, llamada de Envejecimiento Prematuro, propone que las áreas cerebrales sufren un deterioro gradual parecido debido a los efectos tóxicos del alcohol. Encontrándose un déficit similar al de la vejez en los consumidores crónicos de alcohol. La Hipótesis del Hemisferio Derecho plantea que los individuos con alcoholismo crónico muestran un deterioro mayor en las funciones del hemisferio derecho si las comparamos con las del hemisferio izquierdo.

Por otro lado, en una serie de estudios donde se emplearon técnicas morfométricas se informaron que existían alteraciones en los lóbulos frontales, afectando más a la sustancia blanca subcortical que a la gris cortical (Tirapu et al., 2011). Es así como algunos autores sostienen que la neurotoxicidad del alcohol afecta a estructuras cortico-subcorticales, mientras que la deficiencia de tiamina afecta fundamentalmente a las regiones cerebrales basales.

En el caso del alcoholismo, el estudio de los déficits cognitivos asociados al consumo cuenta con una larga tradición. Un sin número de investigadores han dedicado sus esfuerzos a determinar aquellas funciones cognitivas que se ven afectadas en los sujetos con dependencia al alcohol (Lorea et al., 2010), encontrando déficit en: inteligencia, memoria, aprendizaje verbal y no verbal, coordinación viso-motora, razonamiento verbal y no verbal, percepción viso-espacial, habilidades perceptivo-motoras

Diversos estudios ponen de manifiesto, por una parte, la existencia de un deterioro en la memoria a corto plazo y, por otra, la preservación de la memoria procedimental. Existen discrepancias en cuanto a si el déficit es mayor en el componente verbal o visual de la memoria de trabajo. Por otro lado, hay que señalar que, aun cuando la memoria incluye tres procesos diferenciados, (adquisición, almacenamiento y recuperación) (Baddeley y Wilson, 1988), la mayoría de los estudios se refieren exclusivamente al de adquisición. Por esto, se puede afirmar que la capacidad para adquirir nueva información (aprendizaje) se encuentra afectada, pero se desconoce aún si los procesos de almacenamiento y recuperación están asimismo afectados.

No obstante, algunos trabajos han mostrado cómo estos procesos no están consistentemente alterados en todos los adictos. Sin embargo, sí hay un acuerdo generalizado en afirmar que existe un procesamiento deficitario del ejecutivo central en estos sujetos.

Es por ello que se ha dedicado una mayor atención a la evaluación específica de los déficits, apareciendo el denominado síndrome disejecutivo (Baddeley y Wilson,1988) caracterizado por dificultades para: a) centrarse en una tarea y finalizarla sin un control externo; b) establecer nuevos repertorios conductuales y utilizar estrategias operativas; c) mantener una conducta flexible y creativa, con una evidente falta de flexibilidad cognitiva; y d) anticipar las consecuencias de su comportamiento, lo que provoca una mayor impulsividad e incapacidad para posponer una respuesta (aspecto crucial en la comprensión de las conductas adictivas).

 La inhibición de respuestas automáticas se encuentra afectada, consistiendo en hacer referencia a la capacidad para no responder, motora o cognitivamente, a dichos distractores en circunstancias en las que provocan una respuesta dominante, pero errónea, con el objeto de ofrecer una respuesta no dominante (controlada), pero correcta.

 Algunos modelos teóricos apoyan la noción de que las alteraciones en la toma de decisiones están directamente implicadas en el desarrollo y mantenimiento de los procesos adictivos. Incluso se ha llegado a considerar que podría constituir un componente independiente dentro de las funciones ejecutivas.

 Diversos estudios indican que el sistema formado por la amígdala y el estriatum ventral está implicado en procesos de aprendizaje de incentivos (estímulo-reforzador) y en el sesgo que ejercen los estímulos asociados a las drogas sobre la conducta. En cambio, la corteza cingulada anterior y el área suplementaria motora adyacente (relacionadas con la programación de la acción) estarían implicadas en la influencia explícita de marcadores, lo que indica que estas áreas están frecuentemente implicadas en la sensación de craving. Asociado a este último se ha demostrado que la región de la ínsula anterior es responsable de codificar el grado de craving y además responde de manera escalada a la decisión de beber, especialmente cuando el coste supera al beneficio.

La experiencia evidencia que algunos adictos, por ejemplo, sólo presentarán un déficit atencional o mnésico. En otros, predominarán las alteraciones en los procesos de inhibición de respuestas o los de toma de decisiones. Es habitual encontrar a otros en los que la ralentización en el procesamiento de la información afecte al resto de la exploración, y quede el resto de procesos cognitivos relativamente preservado. Los más graves, presentarán un deterioro cognitivo generalizado de perfil inatento, amnésico y disejecutivo que dé cuenta de la magnitud real de su problema.

En general, existen tantos perfiles cognitivos como pacientes se valoran. Estos resultados ponen de manifiesto la relación existente entre un déficit en las funciones ejecutivas y la presencia de mayores consecuencias negativas del consumo de alcohol.

 Referencias Bibliográficas

Calvo, H.B. (2009). Alcohol y neuropsicología. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, vol.9, Nº2: pp. 53-76 53 ISSN: 0124-1265

Ichise M, Vines DC, Gura T, Anderson GM, Suomi SJ, Higley JD, et al. Effects of early life stress on [11C] DASB positron emission tomography imaging of serotonin transporters in adolescent peer- and mother-reared rhesus monkeys. J Neurosci. 2006; 26: 4638-43.

Landa, N.; Fernández, J. y Tirapu J. U. (2004). Alteraciones neuropsicológicas en el alcoholismo: una revisión sobre la afectación de la memoria y las funciones ejecutivas. Revista de Adicciones, 16(1): 41-52.

Tirapu, J. U.; Luna, P. L; Hernáez, G; García, I. S. (2011). Relación entre la sustancia blanca y las funciones cognitivas. Rev Neurol, 52: 725-42

Verdejo, A. G; Tirapu, J. U. (2012). Neuropsicología Clínica en perspectiva; retos futuros basados en desarrollos presentes. Rev Neurol, 54: 180-6.

 

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