Únicos, singulares, irrepetibles, así somos todos

personalidad

Psicología Clínica

“Derosi, admirable compañero que con tus diligentes y amables explicaciones me has ayudado tantas veces a comprender cosas difíciles y a superar las pruebas de los exámenes. (…) Estardi, bueno y esforzado, que me has demostrado cómo una voluntad de hierro puede conseguirlo todo. (…) Garrón, bueno y generoso, que haces bueno y generosos a todos cuanto te conocen.”

Corazón, Edmondo De Amicis

Cada ser humano posee características propias que lo hacen ser distinto del resto de los individuos. Únicos, singulares, irrepetibles, así somos todos. Por supuesto esta condición del desarrollo humano también se cumple en los niños. Ninguno es igual a otro, no importa que sean hermanos. Hasta los gemelos univitelinos, o sea, aquellos que tienen una carga genética idéntica, desarrollan rasgos de personalidad completamente diferentes. Se ha dicho que la personalidad es para el ser humano como las huellas dactilares, ninguna se repite. 

La atención a las diferencias individuales es un principio de la enseñanza básica en Cuba. Algunos de los cambios estructurales realizados en los últimos años como la proporción de 20 niños por maestro, responden al empeño de facilitar un mejor cumplimiento de esta esencial premisa de la Escuela cubana. 

Cuando un maestro comienza un curso escolar con un nuevo grupo de niños es necesario que diseñe una estrategia de trabajo destinada a dos objetivos fundamentales: Primero: Conocer a los nuevos alumnos, quiénes son, qué características individuales tiene cada uno de ellos, cuáles son sus potencialidades. Segundo: llevar a cabo de modo permanente durante el proceso de enseñanza, una atención especial a las diferencias individuales. De este modo podrá estimularse del mejor modo posible el desarrollo psicológico de cada alumno, teniendo en cuenta tanto sus fortalezas como sus debilidades.  

Una adecuada atención a las diferencias individuales repercutirá, sin duda alguna, en la  potenciación de la autoestima. Mientras un maestro conozca mejor a sus alumnos, tendrá mejores posibilidades de estimular el desarrollo particular de cada uno de ellos.

Claro está, que aún cuando el docente tenga la información necesaria acerca de cada niño, se necesita pericia y destreza, para poder hacer un manejo adecuado de ello, en la agitada vorágine del aula. Sin embargo, tener la sensibilidad acerca de este tema y la voluntad para realizar el esfuerzo requerido, ya es un primer paso.

Hay muchas maneras de estar atentos a las diferencias individuales; algunas son muy sutiles y solo se entienden en la singularidad del caso en cuestión. Otras por tratarse de cuestiones que se repiten con cierta frecuencia en el mundo escolar son más conocidas y todos los maestros están en condiciones de asimilarlas. Veamos algunas de estas regularidades.

El niño rápido e inquieto, ése que lo capta todo al vuelo y un minuto después de haber dado la explicación el maestro, dado que ya él lo entendió, se distrae, inventa o se “ocupa” de cualquier tipo de cosas para entretenerse, con lo cual también distrae a otros niños que aún no han captado nada. A ese pequeño es necesario darle más actividad, atender a este ritmo de aprendizaje acelerado con mayor cantidad de ejercicios o tareas más complejas dentro de un mismo contenido. De esta manera, el niño no solo tendrá menos posibilidades de perturbar en la clase sino que además recibirá una estimulación cognitiva más acorde con sus posibilidades reales. A veces, ante un menor con esta característica, se considera erróneamente que existe un déficit atencional y/o hasta un problema con la asimilación de normas.

En este mismo aspecto pero en otro sentido habría que atender al niño de aprendizaje lento. Solo que con este otro hay que tener especial cuidado como ya hemos dicho en otro momento. La buena intención del maestro de “halar” hacia delante al alumno que no aprende al ritmo de su grupo, no puede colocarse nunca por encima de la importantísima necesidad de no dañar psicológicamente a este niño. Hay que lograr ejercitarlo en los aspectos deficitarios sin señalar delante del resto de sus compañeritos, que él no aprende, que es torpe o cualquier otra distinción negativa de este tipo. Al mismo tiempo es conveniente resaltar las cualidades positivas del alumno,  especialmente ofrecerle la posibilidad de que se destaque en cosas que puedan ser apreciadas por el grupo, mientras el maestro lo destaca públicamente.

Un tercer grupo que se presenta con frecuencia son los niños con dificultades en el proceso de la atención y los que como característica de su sistema nervioso despliegan una gran carga de energía que se traduce en exceso de movimientos y actividad física. Son los llamados hiperactivos. En los momentos de preparación para una nueva una actividad o cuando por el contrario se ha terminado alguna y los alumnos se encuentran esperando el tránsito a otro momento de la programación del día, por ejemplo salir al recreo, ir a almorzar, pasar a las áreas exteriores para la educación física, entre otras, estos pequeños que por naturaleza son muy activos e inquietos, suelen crear disturbios en la clase. Estos escolares deben tener un soporte de actividades para encauzarlos debidamente y no tener que estar llamándoles la atención constantemente. Por ejemplo ponerlos a repartir materiales mientras el maestro está organizando la actividad, o pedirles que barran el aula cuando están esperando el cambio a otra. Este tipo de estrategia también puede utilizarse para estimular en general a cualquier niño; ellos se sienten bien cuando son útiles en el aula y para con el grupo escolar. 

Aunque no son muy comunes, hay niños que conocen y saben reclamar muy bien sus derechos, esos que hacen preguntas difíciles para el adulto, que no se contentan con explicaciones concisas y vagas, que parecen filósofos en el modo en que indagan hasta por las cosas más sutiles. Hasta los adultos, si no se comportan debidamente, pueden ser puestos en tela de juicio por estos pequeños. Para un maestro puede ser algo complicado atender a esta diferencia y no sentirse retado o cuestionado por el menor, quien además suele ser popular en su grupo de coetáneos. Lamentablemente en algunas ocasiones suelen ser clasificados como poseedores de trastornos de conducta o en el mejor de los casos como líderes negativos. Este niño en realidad posee  cualidades poco potenciadas en nuestra cultura; sin embargo se trata de una capacidad de iniciativa, de defender sus derechos, de búsqueda activa del conocimiento y otras que hoy en día se reconocen como altamente necesarias en el camino de otorgarle mayor protagonismo a los niños; más adelante nos referiremos más a ello. El maestro, y los adultos en general, deben contestar con claridad todas las dudas e inquietudes. La falta de sinceridad puede propiciar que se debilite la autoridad ante el niño. La capacidad de liderazgo debe ser asimilada positivamente, aprovecharla en beneficio del propio niño y del grupo escolar,  siempre fomentando los valores de la sencillez, la modestia y la solidaridad. Por lo demás, este alumno, como todos los demás, debe ajustarse a las normas, el horario y el régimen escolar; en este sentido los maestros deben tratarlos como al resto del grupo.

Trabajar en el arreglo de murales, diseñar materiales manuales para el uso colectivo, forrar libros y libretas, cantar, bailar o recitar en una representación del grupo a nivel de escuela, participar en una competencia deportiva intra o interescolar, ocupar un cargo pioneril, son solo algunas de las múltiples posibilidades que se le presentan a un maestro para tomar en cuenta los desempeños y características individuales siempre a favor del bienestar de sus alumnos. Los padres también pueden, a partir del conocimiento de sus hijos, ayudar al maestro a identificar aquellas capacidades y aptitudes de los niños que puedan serles de utilidad a la hora de trazar las estrategias de estimulación de la autoestima y de atención a las diferencias. 

En el hogar también es importante tener en cuenta este aspecto. Los padres deben saber que cada hijo tiene características propias y diferentes. Los hermanos no tienen por qué parecerse en cuestiones específicas del carácter o la personalidad que se encuentra en formación y desarrollo. No deben hacerse comparaciones entre ellos, sobre todo si el objetivo que ellas persiguen es marcar la insatisfacción con alguno de los hijos. Por ejemplo: “es que él es introvertido, todo lo contrario del hermano que a donde quiera que llega encanta a todos porque es muy sociable”. Lo primero que experimenta un pequeño ante la reiteración de estas situaciones es que él es menos querido y aceptado que su hermano. Si un niño tiene como rasgo estable de su persona la tendencia a ser reservado y algo tímido, debe respetarse esa característica. Si el hermano es beneficiado porque es más dado al establecimiento de relaciones sociales, con más razón hay que buscar las fortalezas del otro menor y estimularlo. Las fortalezas son aquellos aspectos en lo que el niño se destaca. 

Seguramente muchos lectores habrán reparado en que generalmente el hijo menos agraciado o menos apreciado por los padres, tiene la tendencia a volverse problemático de alguna manera. A las consultas siempre llevan a este niño; casualmente cuando el especialista indaga existe un hermano o hermana que es, según explica la familia, todo lo contrario de este. Y es que precisamente tornarse “problemático” es la  mejor manera de llamar sobre sí mismo toda la atención que normalmente se lleva el hermano. De manera que los padres también deben ser cuidadosos en el manejo de las diferencias individuales de los hijos. 

Maestros

  • Darse a la tarea de conocer profundamente a cada alumno, no solo el rendimiento docente sino también sus cualidades, sus habilidades, sus aficiones e intereses.
  • Utilizar las fortalezas (aspectos en los que se destaca) cada alumno como forma de potenciar su autoestima y atender a cada diferencia.
  • A los de comprensión rápida: darles mayor actividad cognoscitiva, más ejercicios.
  • A los de lento aprendizaje: Trabajar en la superación de dificultades cuidando especialmente de no dañar su imagen ante el grupo escolar. Reforzar autoestima con alguna fortaleza del niño en cuestión.
  • A los inquietos y distráctiles: ocuparles el tiempo productivamente.
  • Emplear las múltiples posibilidades que ofrece la escuela para tomar en cuenta los desempeños y características individuales siempre a favor del bienestar de sus alumnos.

Padres

  • Ayudar al maestro a identificar aquellas capacidades y aptitudes de los niños que puedan serles de utilidad a la hora de trazar las estrategias de estimulación de la autoestima y de atención a las diferencias. 
  • No establecer comparaciones entre los hermanos, aceptar y respetar las diferencias. Tratarlos por igual. 
  • Encontrar y resaltar las fortalezas del hijo que, por alguna razón, recibe menos aprobación social. 

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SicologiaSinP.com - Roxanne Castellanos Cabrera

Licenciada en Psicología

Lic. en Psicología (2001) Máster en Psicología Clínica (2008) Doctora en Ciencias Psicológicas (2017) Profesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Compiladora y autora de "Psicología. Selección de Textos", Editorial Félix Varela (2003), autora de "Los niños, la Escuela y otros temas. Sugerencias para padres y maestros", Editorial José Martí (2016). Investiga en temas de bienestar psicológico infantil. Directora del Centro de Orientación y Atención Psicológica (COAP) de la Facultad de Psicología, de la Universidad de La Habana. [...]