La potencia subjetivante de la angustia radica en dar cuenta de la sustracción de la mortificante representabilidad en que los significantes del Otro de la demanda (completo) alienan la vida. “Mortificante” máxime cuando dicha representabilidad o identificación/fijación no es una producción simbólica donde esté en juego la puesta en acto del deseo – la falta -, versión que ya sería no renegatoria. Aquí pensamos en la escisión que introduce el psicoanalista argentino Fernando Ulloa entre una Novela Familiar del Neurótico recusatoria y otra que no es. Él decía:
“… la NFN es un momento preelaborativo, gracias al cual el niño enfrenta su derrota edípica, ensayando subjetividad a través del despliegue de la ficción.”
La NFN es un ensayo de subjetividad, precisamente, que inventa futuro y da cuenta de un proceso resolutivo-curativo donde algo de lo real es asimilado por el aparato psíquico y sus aconteceres. Ahora bien:
“… en la NFN también puede darse una producción ficcional que recusa los límites castratorios presentados al niño por lo real. Entonces, lo ficticio de esa producción levantará velos fetichistas; el fetiche es un ídolo, perversamente adorado porque afirma que es lo que no es, y también lo contrario. Se trata de una mentira idealizada, una patología de la perelaboración…”
Hacer con lo mismo, una diferencia. Poder pasar a otra cosa como Salud Mental (noción de Pichon Rivière). Vía las desidentificaciones, el sujeto va desasiendo su ser de goce originario (que en realidad tendríamos que llamar, pseudoser de goce, el Ser está perdido de entrada por la incidencia del significante). Freud hablaba de un acto psíquico para hacer referencia a la constitución del yo. Pero esta identificación ya es secundaria, con lo cual supone que ha habido previamente una separación a nivel del sujeto. En este sentido, podemos decir que el origen del sujeto (y posteriormente del yo) implica un corte psíquico, es decir, un cuestionamiento de la fijeza de las marcas que posibilite devenir alguien. Por eso decimos que el sujeto no es lo que un significante representa sino para otro significante. Las marcas como tales no hacen a nadie, más bien, signan algo. El sujeto puede constituirse a partir de la ruptura para con la esencia de goce autoerótico primitiva, limitación y pérdida de esa posición de objeto a partir del ingreso de una Ley-otra, que es la Ley en tanto tal como ley de la castración.
La experiencia de la angustia como ligada al ser-para-la-falta. La doctrina kierkegaardiana, en este sentido, con su toma de posición frente a la filosofía racionalista y absoluta de Hegel, supone un rescate de un sujeto disímil del racional. En El concepto de la angustia, plantea:
“En el hombre sin espiritualidad no hay ninguna angustia; es un hombre demasiado feliz y demasiado satisfecho y falto de espíritu como para poder angustiarse. (…) La falta de espíritu es un estancamiento de la espiritualidad y una caricatura de la idealidad. (…) Su extravío total, pero también su seguridad satisfecha, consiste cabalmente en ese no entender nada en el sentido espiritual ni tomar nada a pecho como auténtica tarea, sin que por eso deje de rozarlo todo con su lívido chismorreo. (…) Para los faltos de espíritu no hay ninguna autoridad, pues saben muy bien que para el espíritu no la hay; pero como ellos, desgraciadamente, no tienen ninguna espiritualidad, helos ahí convertidos en unos perfectos idólatras, y esto a pesar de todo su saber. Con la misma adoración adoran a un tonto de capirote que a un héroe, pero, sobre todo, su auténtico fetiche será siempre el charlatán.”
Más allá de las creencias religiosas del pensador danés, se puede tomar esa espiritualidad sin necesariamente poseer “fe en Dios”. Para nosotros, alude al en más – que es también un en menos – del $ propuesto por el psicoanálisis según Lacan.
