Tres sueños de James Joyce y el anhelo de hacerse un nombre

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Psicoanálisis

Según su hermano Stanislaus, Joyce pensaba que los sueños son una “recomposición incontrolada” de nuestros pensamientos que revelan lo que nuestros pensamientos controlados encubren (Stanislaus Joyce, Mi hermano James Joyce)

Stanislaus se llamaba a sí mismo su “guardaespaldas”, el título en la edición original de esta biografía de Joyce es My Brother´s Keeper (“El guardián de mi hermano”) (1)

En las páginas 158 y 159 de la edición es español de esa biografía, Stanislaus relata tres sueños del escritor. Corresponden a los diecinueve años de Joyce, aún en Irlanda. 

Stanislaus, quizá tomando palabras del mismo Joyce, afirmó que el ejercicio literario  en el texto escrito de estos sueños es el intento de reproducir las impresiones que un sueño produce y da como ejemplo cuando en el sueño es revelado un nombre. 

El interés de Joyce por los sueños resulta evidente. Dice la biografía que poco a poco las epifanías que escribía Joyce se fueron haciendo más subjetivas e incluían sueños que Joyce consideraba significativos. Obsérvese que el relato Los Muertos y su novela Ulises culminan con la duermevela del protagonista y su obra Finnegans Wake tiene una estructura onírica.  

Obviamente, no se puede hacer una interpretación fuera del contexto de un análisis, ni cuento con asociaciones del soñante. Tampoco he consultado la versión original en inglés. Pero sí podemos relacionarlos con textos y referencias que nos servirán de excusa para ceder a la tentación de un breve comentario. Después de todo Freud analizó un recuerdo de Leonardo y un sueño de Descartes…

Estas epifanías joyceanas son la escritura de tres sueños, anotados en forma sucesiva, sin relación temporal.

El primero de ellos: Una blanca llovizna cae lentamente. El sendero me lleva a un charco de agua oscura. Algo se mueve en el charco, es una bestia polar vestida con un tosco saco amarillo. Yo confío en mi garrote y mientras sale del agua observo que su lomo se hunde hacia la rabadilla. Se mueve pesadamente. No tengo miedo, la empujo y se coloca delante de mí. Mueve sus patas con lentitud y farfulla palabras en un lenguaje que no entiendo. Según Joyce “la pesada bestia polar” era el mismo Stanislaus, pero ese comentario bien podría ser parte de las bromas que entre ellos se hacían. No debemos olvidar, en referencia a “la bestia”, el texto de Giordano Bruno La bestia trionfante, tan admirado por el escritor irlandés.

El siguiente: Oscuras nubes cubrían el cielo. En la costa cenagosa, donde se encuentran tres caminos, se hallaba un gran perro reclinado. De vez en cuando levantaba el hocico en el aire y aullaba dolorosa y prolongadamente. La gente se detenía para mirarlo, algunos continuaban su marcha, otros se quedaban atraídos quizá por ese lamento en el que reconocían su propio dolor, que alguna vez tuvo esa voz y ahora está mudo, un testigo de los días difíciles. Comenzó a llover. 

Vemos que la construcción del texto en ambos está altamente elaborada, como si fuera un pequeño relato literario. Joyce dijo a su hermano que el lúgubre aullido provenía de alguna parte secreta del propio corazón del soñante, es decir de James Joyce. La figura del perro también recuerda al Can Cerbero, un perro monstruoso de tres cabezas, que está custodiando el tercer círculo del infierno en Dante, y que tiene su origen en la mitología griega en la que cuida la entrada del Hades, el inframundo. Recordemos que en el esquema interpretativo de Carlo Linati, con el apoyo de Joyce, el capítulo sexto de la novela Ulises, tendría por nombre “Hades”.

En estos dos sueños notamos la presencia de la bestia, nombrada como tal o como el perro gigante. Mencionaré más adelante algo sobre La Bestia que surge del fango. Encontramos también la insistencia de la lluvia sobre el agua, sea en el charco o la costa cenagosa. Recuerdo entonces al final de su cuento Los Muertos (en Dublineses, Cátedra, Madrid): “la nieve caía sobre todos los lugares… caía dulcemente sobre el pantano de Allen”. O el comienzo del poema Ella llora sobre Rahoon: “Dulce cae la lluvia sobre Rahoon, dulcemente cayendo”. O su final: “y la lluvia que murmura” (Poemas Manzanas)

Los comentaristas atribuyen que este poema fue inspirado por la visita de Joyce al cementerio de Rahoon en Galway, donde encontró una tumba con la inscripción “J. Joyce”. En ese cementerio yacía la tumba de Michael Brodkin, antiguo novio de la mujer de Joyce, Nora Barnacle y cuya historia inspiró Los Muertos, Brodkin estaría representado por Michael Furey en ese cuento.

Otra cuestión que me resulta significativa es la audición de una voz ininteligible, “farfulla palabras que no entiendo” –en el primer caso– y el aullido “como ese lamento en el que reconocían su propio dolor, que alguna vez tuvo esa voz y ahora está mudo” –en el segundo–. También se menciona un sendero o un cruce de caminos en ambos. 

En la obra de Joyce el trabajo de la lengua a veces se hace ininteligible, pero con el resultado de que finalmente eso transmite algo. Función desnuda de la palabra que resalta sus vestiduras, el estilo y la sintaxis, tan muda y tan sonora a la vez. La palabra farfullada es el trabajo sobre el efecto de la fonación que va Joyce a desarrollar progresivamente y que se destaca en su novela Ulises para finalmente explotar en múltiples sentidos tras-lingüísticos en Finnegans Wake. Me agrada entender los cruces de caminos mencionados en los sueños como el cruce de lenguas en Finnegans Wake. 

En el último sueño citado por Stanislaus vuelve a aparecer la referencia a los lenguajes, en este caso una lengua extranjera de la cual algo se sabe. La referencia fálica es quizá más clara que en el primero en que aparecía el garrote de Joyce manteniendo a raya a la bestia, pero no aparece ningún animal bestial y la elaboración del texto resulta apenas algo menor. 

El tercer sueño: Sí, son dos hermanas. La que bate manteca con sus fuertes brazos (su manteca es famosa) está triste, parece desgraciada; la otra es feliz porque ha encontrado su camino. Su nombre es R… Rina. Conozco el verbo ser en el lenguaje de ellas. ¿Tú eres Rina?, sabía que era ella. Pero he aquí que él aparece con una levita con faldones y un anticuado sombrero de copa. No les presta atención, camina con pasos menudos y los faldones de su levita se agitan… ¡Ave María! ¡Qué pequeño es! Debe ser muy pequeño y vanidoso, quizá no sea como yo… Es divertido que dos mujeres fuertes caigan sobre ese hombrecito… pero después es el hombre más grande de la Tierra. La versión en inglés de este sueño se puede encontrar en un listado de “epifanías” en Epifany by James Joyce (John Berger -2000)   

Cito a Stanislaus: Otro apunte sobre un sueño en el que figura Ibsen y confunde Noruega con Dinamarca, en una forma que los noruegos no pueden apreciar, era más divertido. Parece indicar que las dos hermanas serían Noruega y Dinamarca que, a pesar de los fuertes brazos de esta la otra -ya que hasta esa época Noruega pertenecía a Dinamarca (como Irlanda a Gran Bretaña)- se separa y encuentra su camino, la independencia, y es feliz.  

¿Cuál sería el “verbo Ser” en el lenguaje de ellas? Porque uno es el noruego y otro el danés. 

James Joyce dijo a su hermano que el personaje que aparece en el sueño con aires ridículos es Ibsen. Por otra parte, se desprendería del comentario de Stanislaus que el idioma en el cual se entiende el verbo ser, “en el lenguaje de ellas”, podría tratarse del noruego o del danés.    

El dramaturgo noruego Henrik Ibsen, en aquel tiempo poco conocido en Irlanda, era muy admirado por Joyce quien en varios sentidos lo tomaba como modelo. El conflicto del hombre para afirmar su individualidad y la idea de que el exilio es condición del escritor se expresan en su obra. Varios meses antes de este sueño, en abril de 1900, Joyce a la edad de dieciocho años publicó en la Fortnightly Review de Londres un texto de doce carillas titulado El Nuevo Teatro de Ibsen. Ibsen escribió a Joyce, por intermedio de su traductor al inglés William Archer, para agradecerle su artículo. A su vez Joyce estudió noruego para leer a Ibsen en su lengua.  

En la época del último sueño Joyce escribió una pieza teatral, cuyo manuscrito luego destruyó, A Brillant Career (“Una carrera brillante”), inspirada en personajes y temas prototípicos de la dramaturgia de Ibsen. 

Cuando tiempo después Joyce escribió The Day of the Rabblement (El Día del Tumulto), donde también homenajea a Ibsen, en ese corto ensayo de crítica literaria acusa al Teatro Literario irlandés de prostituir el arte en nombre del populacho nacionalista y llama al populacho La Bestia Trionfante, utilizando las despectivas palabras de Giordano Bruno. 

Más arriba cité el final de Los Muertos, recordemos entonces el conflicto de su personaje central, Gabriel Conroy, entre la cultura popular irlandesa y la cultura del “continente”, la cultura europea. 

Fue Joyce un hombre vanidoso, sabía desde muy joven que su destino sería “una carrera brillante”, pero escribiendo a contrapelo de los gustos populares, del populacho irlandés y universal. Populacho (La Bestia…) al que no temía, según vimos en el primer sueño. 

Lo que me interesa observar se relaciona con el comentario de James a su hermano referente a la cuestión del verbo ser. La lengua de Ibsen fue la lengua noruega, pero su patria había sido un dominio de Dinamarca y ambos idiomas se diferenciaban poco. Sin embargo, o justamente por eso, confundirlas resultaba ofensivo al nacionalismo de los noruegos, quienes no sentían simpatía por sus ex dominadores, con un sentimiento parecido a la situación de irlandeses e ingleses.  A esa semejanza cultural entre Joyce e Ibsen se suma otra, el exilio voluntario del autor noruego, escasamente comprendido en su patria. Joyce emprendería su propio exilio poco tiempo después del año en que tuvo este sueño y por causas parecidas, para alejarse del “provincialismo” de su país y su gente. 

En el sueño relatado se califica a Ibsen como: “un hombre vanidoso, quizá no sea como yo…”  Y finalmente “es el hombre más grande de la tierra”. Vanidad y aspiración de grandeza que correspondieron al mismo Joyce, para quien el escritor noruego era un modelo y medida; aspiración realizada al “llegar a ser”, el escritor irlandés, para muchos críticos literarios, el más grande escritor del siglo XX.  

Volvamos al “verbo ser” (y por esa vía veremos llegar al padre ideal). Me resulta interesante la cuestión del verbo ser “en el lenguaje de ellas” en el contenido manifiesto del sueño. El noruego y el danés en tiempos de Ibsen casi no se diferenciaban, en la lengua de Hamlet «ser o no ser [to be or not to be]” se escribiría: at være eller ikke være. En idioma noruego actual sería å være eller ikke være.  El “tú eres” que aparece en el sueño como tú eres R… Rina se dice igual en ambos idiomas du er… en danés y en noruego.  Entonces no encontramos grandes diferencias acerca de la escritura del verbo ser entre el noruego y danés. 

Pero buscando referencias encuentro la expresión danesa at blive y en noruego Å bli ¿Mantienen alguna relación con el verbo ser o con este tema? Se entiende que el verbo å bli y su equivalente danés at blive significan “llegar a ser”- en castellano -, o to become en inglés. En el texto del sueño tal como nos llega por Stanislaus, no aparece el verbo “become” pero forzando la cuestión podemos considerar que esa palabra podría estar incluida en la serie de pensamientos oníricos ya que “But then he’s…” podría entenderse como la transformación (to become) de aquel “ridículo hombrecito de faldones y levita, -muy viejo y vanidoso-“, que sería Ibsen, quien luego llega a ser el hombre más grande de la tierra. Esa transformación de imagen fálica anticipa la del propio Joyce. 

Ahora bien, buscando esa diferencia en “to become” entre el noruego y el danés, encontramos la fracción “ive” de la palabra danesa (at blive), lo cual sugiere la palabra inglesa (lengua de Joyce) live. “Live” en la lengua que hablaba Joyce significa vivir.  

En el 1900 Ibsen ha vuelto a Noruega, está viejo y publica su última obra Cuando los muertos nos despertemos, que muchos han considerado de referencia autobiográfica y autocrítica, relatando la amarga vida de un artista que podría ser la propia vida de Ibsen. El personaje se reprocha una vida insensible, una especie de “muerte en vida”, comparándose con alguien que está muerto sin saberlo: “Cuando los muertos nos despertemos, nos daremos cuenta… que estábamos muertos” Fue justamente a partir a partir de esta última creación del dramaturgo noruego que Joyce escribió el comentario publicado en Londres que le permitiera un intercambio de correspondencia con Ibsen. Y más tarde, el escritor noruego enfermaría y quedaría inválido hasta fallecer en 1905 tras prolongada agonía. En el ensayo de 1901, “El Día del Tumulto”, en el cual también homenajea a Ibsen, Joyce concluye afirmando que en ese momento el destino golpea a la puerta del sucesor llamado a continuar la obra del anciano que agoniza en Oslo, es decir la puerta del propio Joyce. 

Entre Bli y Blive, el significante “Live” podría expresar, tanto por su presencia como por su ausencia, el anhelo de sostener y conservar a su respetado anciano y amado maestro, y al mismo tiempo el anhelo y la ambición del soñante de sucederlo, heredado, y alcanzar el reconocimiento de ser “el más grande de la tierra”. Y la condición previa para que el destino deje en manos del sucesor el estandarte del maestro es que el maestro perezca, independizándose de él, liberándose de él.  

De modo que las especulaciones aquí expuestas, aún con bastante forzamiento, ponen la relación de Joyce con Ibsen en la serie de los comentarios referidos a la cuestión del padre. Cuestión que no coloca a Joyce en posición excepcional, ni más grande ni diferente, a la del común de los mortales, en cuanto al sostenimiento y sumisión al ideal, como también en el “conflicto fundamental  que por intermedio de la rivalidad con el padre vincula al sujeto con un valor simbólico esencial” (El mito individual del neurótico); salvo en dos puntos: uno, que ese drama fundamental se diera en relación a un personaje excepcional como Ibsen, y dos, que Joyce lo resolviera con su escritura, su creación literaria, haciendo de ella un nombre, llegando a ser James Joyce. Llegando a ser en opinión de muchos literatos el más grande escritor del siglo XX.   

Este ejercicio de análisis y comentarios, no debe hacernos olvidar de lo que Stanislaus insiste, que los relatos corresponden a auténticos sueños. Aunque aclara que Joyce al escribirlos les dio forma literaria, agregando con mucho tino: de lo contrario, si no se hiciera así, ¿para qué escribirlos?

Nota:

1. En la introducción de T. S. Eliot a la obra, ese nombre (El guardián de mi hermano) refiere a su vez al “¿soy acaso el guardián de mi hermano?”, con que Caín responde a la pregunta de Dios acerca de qué pasó con Abel, episodio relatado en el libro del Génesis del Antiguo Testamento. 

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sueños y + sueños… yo no se lo que es eso,nunca sueño con nada,se de personas que sueñan con ser aquello u lo otro,para mi los sueños no tienen importancia,o sera que nunca sueño? es raro verdad que una persona no sueñe..pero bueno esa es la realidad, cuando quiero o deseo algo lo consigo aunque me cueste mucho trabajo conseguirlo, JAMES JOYCE se vio atrapado entre sus sueños y no supo cual era en realidad,yo creo que muchos escritores viven atrapados dentro de un torbellino de ideas desencontradas y no logran entrar en la realidad. Y como le ocurren a… Read more »

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SicologiaSinP.com - Juan Carlos Mosca

Licenciado en Psicología, Universidad de Buenos Aires

Psicoanalista. Posee una vasta trayectoria docente universitaria. Autor de alrededor de 80 publicaciones en libros, diarios y revistas en papel y digitales en internet. Panelista, conferencista y coordinador de mesas Redondas. Miembro participante de la Biblioteca Sigmund Freud, de Porto Alegre (institución convocante de los Encuentros Lacanoamericanos de Psicoanálisis) [...]