Tres no son multitud. ¿estamos preparad@s?

poliamor

Relaciones de pareja

¿Qué pasaría si reconociéramos que como seres diversos nuestra capacidad de relación en el amor va más allá de las normativas que implican el “prejuicio” de que solo es posible enamorarse de una persona? (…) ¿y que siempre en el amor quedarán aún… tantas preguntas abiertas, tantas vidas lejanas, pero sobre todo… tantas ganas?”

(Neri, s/f) 

Mi educación afectiva, igual que la de la mayoría de la sociedad, gira entorno a mantener relaciones monógamas. Sin embargo considero que hay muchas formas de amar, ser amada y de establecer o no relaciones con otras personas. No significa, en lo absoluto, que los modelos tradicionales de relaciones amorosas tengan que ser objeto de prejuicio, a menos que se encuentren dañando a una de las partes. De igual forma no debería juzgarse a las personas que deciden tener una actividad sexual alternativa, por el simple hecho de ser distinta a lo tradicional. Pero, la sociedad en general mantiene una actitud negativa hacia las personas que se salen de la normativa del amor romántico ya que cuestionan los límites y los ámbitos en los que culturalmente hemos acordado que debemos mantener nuestras relaciones afectivas.

Estudiar las diferentes formas de vivir y sentir el amor, o no, es de gran relevancia para observar cómo se van rompiendo las diferencias sociales de género que giraban en torno a la pareja normativa. Clínicamente, el amor es el evento que desencadena con mayor frecuencia manifestaciones depresivas o ansiosas, además de que genera los mayores cuestionamientos intrapersonales e interpersonales. 

Te invito a conocer y analizar una práctica amorosa, que difiere del amor monógamo y heteronormativo que predomina en nuestros contextos. El término poliamor fue creado en los años 80 en Estados Unidos de la mano de Morning Glory y Oberon Zell (aunque algunos autores reconocen su aparición en los 60). Este movimiento germinó a través de la confluencia de diferentes subculturas tales como el Paganismo, el BDSM y los grupos contraculturales de las comunas y define una gama amplísima de inéditas formas de relacionarse amorosamente con los otros y otras; un proyecto de vida que implica el involucramiento amoroso y sexual con más de una persona, en el respeto de la plena autonomía y libertad del sujeto. El término es la suma del vocablo griego poly, que significa mucho y la palabra latina amory, que se traduce como amor. Literalmente podríamos definirlo como “tener muchos amores o más de un amante”. Pero el poliamor es mucho más complejo que esto, su aparición es tan controvertida como su reciente propagación, que actualmente no se encuentra su definición en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). El diccionario de Oxford lo define como “la práctica de participar en relaciones sexuales múltiples con el consentimiento de todas las personas involucradas”. Es una definición bastante simplista e incompleta, y que obvia los principios básicos del poliamor. Al contrario de otros tipos de relaciones no-monógamas, no se basa exclusivamente en el sexo, dado que destaca la conexión emocional en una relación romántica de más de dos personas. El poliamor no solo cuestiona los parámetros relacionales, sino que invita a sentir diferente.

Ante estas situaciones, el/la profesional debe ser proactivo, estudiar e indagar, para educar, orientar y ayudar a quienes lo requieran. En las últimas décadas han acontecido cambios culturales de gran significación, lo que implica para los terapeutas adaptarse a estas demandas cambiantes. En opinión de A. Montesano (2015) “uno de los retos vigentes más significativos radica en pasar del discurso sobre cómo ayudar a las parejas a mantener una buena relación al discurso de cómo reconocer la multiplicidad de formas en que es posible ser o no una pareja” (p. 165); me tomo la licencia de agregar a su definición: conocer las diferentes formas de establecer lazos afectivos, introduciendo en estas formas diversas y complejas, otros tipos de relaciones. 

Si bien la evolución de la terapia de pareja ha producido una cantidad considerable de investigaciones, es muy poca la bibliografía referente al abordaje terapéutico de las relaciones poliamorosas. Dentro de la comunidad poliamorosa existe la percepción de que sus terapeutas no tienen una buena información sobre su forma de vivir y sus necesidades. Otros comentan su reticencia a ir a terapia debido al miedo a prejuicios y ven que deben usar su costoso tiempo de terapia en educar a sus terapeutas sobre qué es el poliamor, y convencerles de que es un estilo de vida. 

Por ello es importante conocer las características de este tipo de relaciones, cómo son vivenciadas y cuáles son los problemas que pueden presentar y que pueden ser abordados en terapia. La definición de poliamor que más se ajusta al presente texto es la ofrecida por Villa, Ramírez y Zapata (2016) que lo consideran como “una construcción de relacionamiento erótico afectivo no monógamo, en donde convergen de manera simultánea, consentida y consensuada los miembros que la practican, independientemente de su orientación sexual y de las múltiples formas de convivencia que se dan entre sus integrantes”. 

En las relaciones poliamorosas, si bien el sexo no deja de ser importante, forma parte de una esfera de dimensiones más amplias, donde también se encuentran la afectividad, el cuidado mutuo, la búsqueda personal, el amor propio, formas colaborativas de crianza y búsquedas de tipo espiritual. Lo importante es que los vínculos que se establezcan, más allá del número, sean vínculos basados en la honestidad, la responsabilidad, en el compromiso y el respeto tanto por uno mismo como por el otro, construyendo su relación con miras a mantenerse y perdurar a través del tiempo. 

En la actualidad las parejas poliamorosas suelen estar conformadas por personas entre los 20 y 40 años, con nivel educativo universitario y no profesan una religión específica, aunque hayan practicantes de estas en sus familias de origen. Los principales motivos que se pueden encontrar para la configuración de una relación poliamorosa son: la experimentación y el cuestionamiento de los parámetros monógamos establecidos. 

La forma natural del amor, para los humanos, es la pareja y su regla, la exclusividad. Es por ello, que el miedo a la crítica de la sociedad puede ser una problemática recurrente en las relaciones poliamorosas, llegando a edificarse como una barrera que impide su inicio y/o bienestar. También la terapia puede ayudar a explorar el significado de los sistemas que pueden haber influido en la experimentación de la culpa, basada en una socialización más tradicional y el mantenimiento de celos y deseos de compromiso del sistema monógamo. El miedo a la crítica y al rechazo, puede llevar a mantener en secreto la relación, que a corto o largo plazo, provocará malestares. Por lo que el/la terapeuta debe ser consciente que algunos problemas se deben al estrés resultante de estos conflictos entre valores internos/externos y no necesariamente a la relación per se.

Sin embargo, algunas investigaciones han indicado que ambos modelos no se oponen completamente. Por un lado, se plantea la necesidad de combatir los celos y la posesión asociados en gran medida a la monogamia, por otro, se reconoce la existencia del monoamor, es decir, la voluntad y posibilidad de mantener vínculos afectivos y sexuales por el tiempo que se considere necesario, con una sola persona. Esto evidencia, que la monogamia en sí, no representa un problema para estas personas, sino la forma en la que se lleva a cabo. 

Algunos autores sostienen que una vez que las personas, en una relación poliamorosa, son capaces de aceptar y manejar su nuevo estilo de vida, los problemas que se presentan son muy similares a los de las parejas tradicionales. Cuestiones relacionadas a la comunicación, diferentes grados de compromiso, expectativas diferentes y la búsqueda de un equilibrio entre autonomía e intimidad. También se presentan los relacionados con el tiempo, el dinero, el sexo seguro, pertenencias y espacio personal.

Se ha identificado, que aunque se busca alcanzar el estadio de la comprensión, se percibe la emergencia de los celos en ese proceso de desaprendizaje de los sentimientos y formas de relacionarse asociadas al modelo de “amor romántico”. Semánticamente la palabra fidelidad incluye el tema de la confianza, la fe y la palabra empeñada, por lo tanto, se alude a la infidelidad cuando existe una ruptura, ausencia o falta de confianza o fe. La fidelidad en estas relaciones va más allá del aspecto sexual y se convierte en lealtad; contar las cosas, en tener en cuenta a los/las compañeros/as de la relación cuando se toman decisiones de quién entra o no a la misma, de considerar a los otros como partes importantes con voz y voto. Cada grupo le da a estos contratos sus características particulares, pero el fallo a estos acuerdos establecidos, puede ocasionar problemas en la relación susceptibles de terapia. A estos se suman los diferentes grados de liberación intelectual y emocional, críticas de las personas de su entorno, falta de apoyo externo, sensación de retraimiento, aislamiento, soledad y dudas que derivan de todo esto. Como se refería, uno de los desafíos más grandes de este tipo de relaciones, es desaprender modelos tradicionales de pareja y construir otros que estén más alineados a su manera de concebir y sentir el amor hacia otros. 

Además, se observa que los problemas más comentados son los relacionados con la comunicación y las diferencias de personalidad, muy presentes también en las relaciones tradicionales. Pero, también son comunes los referidos al compromiso, la satisfacción de necesidades, el miedo al abandono, la culpa y la naturaleza de las actividades sexuales y los celos como se comentaba anteriormente. Las personas pueden enfrentarse a retos como la formación de la trieja, y la integración de sus miembros; lo que incluye el tiempo y las energías para la búsqueda contínua del consenso, la dispobilidad sufiente de tiempo a solas, territorialidad, las obligaciones derivadas de relaciones anteriores (como hijos) y los asuntos relacionados con el crecimiento personal individual. Pueden surgir problemas debido a miembros reticentes o demandantes y también es importante los asuntos legales a los que deben enfrentarse. 

Una cuestión básica para terapeutas es si son capaces o no de trabajar efectivamente con estas personas. Las investigaciones indican que algunos/as terapeutas consideran que tienen desórdenes de personalidad antisociales, y los estigmatizan considerándoles personas con miedo al compromiso o a la intimidad, con matrimonios insatisfactorios o problemas de identidad. Aunque dichos sesgos no se encuentran en la totalidad de los/las terapeutas, son suficientes para que esas personas se sientan mal en terapia y tengan recelo en buscar ayuda en los servicios de salud mental. Tradicionalmente, la psicoterapia ha reflejado los sistemas de valores mayoritarios de los grupos culturales en los que se ejerce, y ha visto los estilos de vida alternativos como patológicos e inmorales. Debido a ese sesgo, a menudo tienen la tentación de cambiar el estilo de vida en lugar de aliviar los problemas que motivaron a esos sujetos a buscar terapia. Al trabajar con estas personas con estilos de vida alternativos, es importante, que los objetivos sean los de los pacientes, comenzando con la aceptación de una determinada decisión de elección de estilo de vida y concentrándose fundamentalmente en las problemáticas para el paciente en concreto. 

Personalmente considero, que como sociedad aún no estamos preparados/as. Afortunadamente, vivimos en un momento histórico de apertura y tolerancia, en especial entre las generaciones más jóvenes, donde se están experimentando otras formas de amar. Esto implica que los/las profesionales de la psicología debemos estar preparados/as para afrontar este tipo de problemáticas en las terapias. Esta preparación debe implicar un conocimiento profundo sobre sus características y los problemas derivados de las diferentes dinámicas que en la relación tienen lugar, algunos de los cuales se han presentado en este texto. 

Referencias Bibliográficas

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Licenciada en Psicología

Licenciada en Psicología por la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Exalumna Ayudante de las asignaturas Psicología de la Personalidad y Psicología y Género. Ha presentado resultados de investigaciones en eventos nacionales e internacionales como el Encuentro Internacional de Estudiantes de Psicología, Encuentro Internacional sobre Gestión de Ciudades Patrimoniales, Jornadas Científicas Estudiantiles, Evento Académico Adolescer y el Encuentro Nacional Estudiantil de Periodismo, Comunicación e Información Digital Petabyte 2021. Fue coordinadora durante dos años del Proyecto TerrA de la institución a la que pertenece. Co-fundadora del Proyecto Comunitario B 6 12. [...]