¿Has notado un cambio en la manera de relacionarnos? Actualmente es común sentir que las relaciones son desechables; un nuevo interés romántico se desvanece antes de lo esperado e incluso hemos tenido que crear el término “ghosting” para aquellos cortes abruptos, sin explicación.
Asimismo, se crean nuevas conexiones a cada instante, pero reina un ambiente de insatisfacción y desconcierto.
Zygmunt Bauman, definió la época actual como “modernidad líquida” e identificó a este como uno de sus síntomas.
¿Cómo es el amor líquido?
– Ambivalente: estar juntos pero a la vez no… “querer comerse la torta y a la vez conservarla”
– Amor como consumo: obtener la mejor pareja disponible hasta que aparezca otra mejor.
– Obsolescencia programada: no dejar que el vínculo dure lo que tenga que durar, poner fecha de caducidad.
– Relaciones de bolsillo: la banca de suplentes siempre a mano.
– Descartable: no atar el nudo para poder soltar fácilmente y salir ilesos.
Para Bauman, las personas entran en esta dinámica para evadir el dolor de la pérdida, sin lograrlo. Son interacciones similares a las que suceden en lo virtual (bloquear, conectarse como sustituto de relacionarse)
El problema no es la fluidez, sino la falta de claridad que genera angustia.
¿Qué hacer?
En primer lugar ser honestos, al estar frente a esta dinámica podemos temer mostrar lo que realmente queremos, es riesgoso, sin embargo “la libertad es el reconocimiento de la necesidad” (Meinhold)
¿Qué tan libre estás siendo si no podés decir lo que realmente querés?
Si el otro no quiere lo mismo es mejor saberlo.
Al construir relaciones Eric Fromm considera 3 ingredientes fundamentales:
– Coraje (poder hacerse cargo incluso de la posible pérdida)
– Humildad
– Disciplina (trabajar en nosotros mismos y en ese proyecto de pareja)
Si es eso lo que querés, es importante saber ahora si el otro comparte la misma visión.
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