Matrimonio igualitario, ¿un derecho?

igualdad

Psicología Clínica

La homosexualidad no es más que un tipo de orientación sexual, si se entiende a esta como el patrón individual de atracción sexual y emocional hacia otras personas, que contempla excitación física e interés emocional o romántico y sexual e involucra fantasías, imaginación, sueños de contenido sexual o erótico. Clásicamente se identifican varios tipos: heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad, según Corona & Funes (2015).

La palabra homosexual proviene del griego homo, que significa lo mismo. Corona & Funes (2015) lo definen como la persona que se siente atraída hacia individuos del mismo sexo. En el caso de Suástegui (2015), agrega que no necesariamente debe haber un involucramiento sexual entre estos, y que la conducta homosexual no siempre reduce a la persona como homosexual. Refiere por último que: identificarse como homosexual responde a la autodefinición de cada sujeto y, por tanto, a la experiencia de construcción de la identidad personal y subjetiva de orientación sexual (Suástegui, 2015).

Se ha demostrado científicamente que la homosexualidad no es una enfermedad y aún se polemiza en las posibles causas biológicas, genéticas, psicológicas o sociales. La Asociación de Psiquiatras Americanos (APA) en 1973 le quita la tipificación de “trastorno mental”, asimismo lo asume el Diagnóstico y Clasificación de los Trastornos Mentales (CIE-10) y el Manual de Diagnóstico y Estadística de Enfermedades Mentales (DSM IV) (APA, 2015).

No obstante, persisten quienes, desde percepciones estereotipadas, rechazan a personas con orientación homosexual y los consideran desviados sexuales, enfermizos o débiles, los que constituyen posturas homofóbicas. Vázquez (2009) considera que la homofobia es …aversión obsesiva contra hombres y mujeres homosexuales, y Velasco …odio y temor irracional a la homosexualidad (…) para poder segregar (…) a los que no cumplen con los estereotipos sociales de lo que es “ser hombre” o “ser mujer” (Velasco, s.f).

Estos comportamientos homofóbicos son responsables, en muchas ocasiones, de episodios de violencia física y psicológica, las que generan alteraciones emocionales y conductuales. Además, traen graves consecuencias para el bienestar y la felicidad no solo de personas homosexuales, sino también de aquellas que cuestionan, reprimen y discriminan dicha orientación. En la investigación de Álvarez (2015a), los resultados arrojaron que los sujetos hacen referencia a los argumentos que explican el comportamiento de los homosexuales como una manera de reaccionar ante el rechazo y la discriminación de la sociedad, utilizando para ello mecanismos de defensa que les permitan controlar estas situaciones al mismo tiempo que provoca rechazo social y la caracterización de los mismos a partir de estos comportamientos. 

En el caso de Cuba, se conoce que, durante la etapa de la Colonia, aunque no hay suficiente documentación sobre el tema, no es secreto que determinadas instituciones como la iglesia católica, el ejército español, la escuela y la familia, reprobaron y juzgaron conductas homosexuales. La represión llegó a manifestarse con la expulsión de los sujetos de dichas instituciones como expresión patriarcal de la política colonialista para mantener el orden social y moral concebido, medidas que luego son asimiladas e incorporadas en la sociedad y el sistema de instituciones postcoloniales. En palabras de José Vega Suñol (2016):

Si la homofobia en la historia social de la nación cubana ha sido perseverante y sostenida hasta hace poco tiempo, no es debido tanto a la inclinación natural de los sujetos valorativos, como al acompañamiento y el apoyo que tuvo en ese largo y tortuoso camino por parte de una institucionalidad homofóbica históricamente establecida (Vega, 2016).

La Revolución, desde sus inicios, se propuso transformar de raíz las estructuras sociales heredadas y crear una nueva ética social, pero quedaron rezagos de herencia homofóbica de la sociedad anterior. De hecho, no son pocos los que coinciden en que a partir de los años 90 la sociedad cubana ganó en tolerancia con respecto a la homosexualidad, hablando de un llamado “destape”, que encierra en sí mismo una alta dosis de prejuicio. 

En todas las sociedades conocidas, el comportamiento heterosexual es la orientación sexual preferida por la mayor parte de la población; no obstante, la homosexualidad ha existido siempre en el curso de la historia de la humanidad, pero a pesar de las actitudes intensamente negativas hacia ella, se ha incrementado el número de personas con esta inclinación sexual, pues los homosexuales son personas normales, con una orientación sexual diferente (Álvarez 2015a).

Matrimonio entre personas del mismo sexo, un derecho

Sobre la concepción de la homosexualidad, la sociedad ha dado pasos importantes en los últimos años, abogando por el derecho a la libre orientación sexual. Existen con este fin instituciones sociales nacionales e internacionales y derechos sexuales que defienden la igualdad entre los seres humanos. 

Ejemplo de esto es el informe sobre el Reconocimiento de derechos de personas LGBTI de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde la misma reconoce a Cuba como uno de los países con experiencias importantes hacia la sensibilización de las sociedades respecto del combate a la discriminación contra las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas o no normativas, o cuyos cuerpos varían del estándar corporal femenino y masculino.

La CIDH reitera que un punto esencial con miras a la erradicación del estigma social y de la discriminación cultural contra las personas LGBTI existentes en los países de América, consiste en las declaraciones públicas positivas por parte de altas autoridades de los Estados, en tanto el Estado juega un rol crucial al momento de guiar el cambio social necesario para combatir la discriminación y los prejuicios sociales (CIDH, 2018, pág. 46).

Adicionalmente, la Comisión observa que hay otros Estados de la región que cuentan con marcos normativos que permiten bajo ciertas circunstancias particulares el reconocimiento parcial o total de la identidad de género de las personas trans, como por ejemplo Cuba. 

Al respecto, se puede observar que en Cuba, actualmente, el Código de Familia reduce el matrimonio a un hombre y una mujer, pues el Título I de la misma regula este sistema y restringe los beneficios del matrimonio solo a parejas heterosexuales. 

En el Proyecto de Constitución de la República de Cuba, ampliamente debatido en la Consulta Popular que se realizó en los meses de agosto-diciembre del 2018, se abogó por primera vez por un cambio en el Capítulo de los Derechos Humanos, con la aparición del Artículo 68 que proponía una nueva visión del matrimonio, considerándolo como la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello. Esto fue motivo de múltiples criterios tanto a favor como en contra, ya que no se especifica el sexo y deja abierto la posibilidad de que se permita el matrimonio homosexual. 

En la Nueva Carta Magna, ya no se contemplaba el citado Artículo 68 sino un 82 que igualmente ha revolucionado la visión de las familias cubanas y teniendo en cuenta todas las opiniones de la población recogidas durante la consulta: El matrimonio es una institución social y jurídica. Es una de las formas de organización de las familias. Se funda en el libre consentimiento y en la igualdad de los derechos, obligaciones y capacidad de los cónyuges. 

El constreñir la definición de matrimonio a personas de igual o diferente sexo se dejó para debatir en la confección del nuevo Código de las Familias que se someterá a Referendo próximamente. Sin embargo, cabe destacar el avance que se da, al reconocer por primera vez, en tan importante documento, los derechos sexuales y la prohibición de discriminación por orientación sexual e identidad de género.

Desde el triunfo de la Revolución, se evidenció la voluntad política por parte del Estado y el gobierno para atender las diferentes formas de discriminación identificadas en cada momento de su decurso histórico. Por supuesto, esa intención política y su traducción a acciones concretas de inclusión social estuvieron constreñidas por los límites teórico-ideológicos que guiaron el proceso revolucionario cubano y su comprensión de las desigualdades y las exclusiones (Castro, 2017). 

Además, se reconoció la importancia de la educación sexual con atención priorizada a las jóvenes generaciones, la mujer y la familia. Se destacó en 1972 la creación del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, que en 1989 pasó a ser el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Su misión era coordinar y desarrollar actividades de capacitación, divulgación y sensibilización en temas de educación de la sexualidad, y a ello se le introdujo luego el enfoque de género como eje transversal del Programa Nacional de Educación Sexual (ProNES) (Bombino, 2013).

El socialismo, como sistema social, propone la emancipación del ser humano. Sin embargo, cuando estas contradicciones se dejan a la solución espontánea, sin una intervención específica tanto desde el poder político como desde la sociedad civil, se obstaculiza el avance del proyecto de justicia social y se perpetúan las políticas discriminatorias generadas en etapas históricas precedentes, que respondían a los intereses de las clases desplazadas del poder (Castro, 2017). 

En el 2011 se publica la “Declaración de la SOCUMES sobre despatologización de la transexualidad” en la revista Sexología y Sociedad. Este documento reafirma que la transexualidad y otras expresiones transgéneros son manifestaciones de la diversidad sexual cuyos derechos sexuales deben reconocerse e incluirse en las políticas sociales del Estado y el Gobierno cubanos.  

El CENESEX, junto a otras organizaciones, han llevado a cabo estrategias para contribuir a la educación de toda la sociedad, con énfasis en la juventud universitaria, en el respeto a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género como ejercicio de equidad y justicia social. En consonancia Cuba rediseñó su programa de educación sexual en escuelas y universidades, con énfasis en la formación de maestros. Para ello se han creado grupos de trabajo encargados del diseño de las estrategias curriculares, legislativas y de comunicación social (Castro, 2011).

El siglo XXI trajo al mundo nuevos cambios en esta materia. En 27 países se ha legalizado el matrimonio homosexual. Comenzó Holanda, cuya ley se aprueba en el 2000, le siguió Bélgica, España, entre otros. En el continente, Canadá fue el primero (2005) y en Latinoamérica fue Argentina (2010). 

En Panamá, por ejemplo, el Estado aun no reconoce derechos sexuales y reproductivos, la orientación sexual y la identidad de género. Su Constitución exalta la dignidad humana y promueve la justicia social y el bienestar general, no obstante, incorpora, en determinados artículos, distintos aspectos de igualdad ante la Ley, que en algunos casos no operan (Estela, 2018).

Aunque en el país se intenta reflejar el derecho al matrimonio entre personas de igual sexo en su Ley de leyes, muchos son los que se oponen. La resistencia, incluso de jóvenes, al respecto, es un fenómeno multicausal y complejo.

Hace unos años se concibe una nueva clasificación de la familia, la homoparental: aquella donde una pareja de hombres o de mujeres se convierten en progenitores de, al menos, un hijo. No obstante, la existencia de este tipo de familia en la Cuba de hoy, no está, desde el punto de vista legal y como decíamos anteriormente, amparada o legitimada. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos las familias son elementos naturales, universales y fundamentales de la sociedad y del Estado.

Reconocer al matrimonio igualitario no solo dota a los sujetos de equivalentes efectos jurídicos del que dispone un matrimonio homosexual, sino que también contribuye al bienestar psicológico, familiar y social de los miembros de la pareja, a sus proyectos de vida común; garantiza los derechos propios del matrimonio y del divorcio; permite el disfrute de derechos en el orden patrimonial, acogerse a pensiones, a licencias y a la seguridad social; y posibilita a estas personas formar una familia, acceder a las técnicas de reproducción asistida o lograr la adopción de niños/as.  

Estudios más relevantes sobre el tema

Es interesante destacar el desconocimiento que existe sobre la realidad sexual de las personas, donde se siguen reproduciendo mitos, estereotipos y prejuicios en torno al tema. Ejemplo de esto son las investigaciones citadas en el libro “Deconstruyendo mitos”, de un colectivo de autores del CENESEX, donde se ve que en la concepción de familia tradicionalista, la pareja heterosexual aparece como sujeto clave en las definiciones, con lo cual se excluyen a otras familias que no se ajustan a la estructura nuclear tipificada, como las monoparentales o las integradas por parejas homosexuales, aunque ambas puedan cumplir con los roles y las funciones prescritas para su funcionamiento (Castro et al, 2018, pág. 5).

Este mismo libro menciona ciertos aspectos que constituyen creencias no avaladas científicamente sobre las familias homoparentales. En primer lugar, que las personas homosexuales tienen más problemas mentales en comparación con las heterosexuales, por lo que influirían de manera determinante en que sus hijos e hijas también fueran homosexuales o desarrollaran “trastornos” de la identidad de género. Consideran también que estos niños podrían presentar perturbaciones mentales o dificultades en su desarrollo psicológico y para las relaciones sociales e incluso, en último lugar, que estarían expuestos a la pedofilia y al abuso sexual por parte de sus padres u otras personas homosexuales. 

No obstante, en estudios realizados en Cuba con jóvenes universitarios se aprecia cómo se ha ganado en tolerancia, respeto a la diversidad sexual y cultura de igualdad, como por ejemplo Pérez et al, 2019. Si bien esto se ilustra en algunas investigaciones, en otras se demuestra que falta mucho por hacer, en tanto continúan existiendo creencias estereotipadas que intervienen en la aceptación de la homosexualidad. Ejemplo de esto es la de Álvarez (2015a), donde se obtuvo que el 100% de la muestra identificó y redujo la homosexualidad al homosexual masculino. Prevaleció la consideración de la homosexualidad a partir de criterios de perversión, diferencia y anormalidad, aunque algunos expresaron que constituye una orientación sexual normal. El 100% de los sujetos reconocieron queexiste rechazo hacia la homosexualidad y de ellos, la mayoría refirió que esjustificado y merecido por los comportamientos inadecuados que asumen loshomosexuales.

Por otro lado, en la investigación de Noa, López, Creagh & Cooper (2014), la representación social de la homosexualidad dicta que los homosexuales son desviados sexuales, enfermizos, débiles, personas en las que no se debe confiar pues siempre están pendientes de alguna “ganancia sexual”. Estas creencias infundadas traen graves consecuencias para el bienestar y la felicidad de estas personas. 

Resulta interesante los datos que brinda la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género en 2016, donde sobresale que la mayoría de las cubanas y cubanos considera que las personas que tienen relaciones sexuales con otras de su mismo sexo deben tener iguales derechos que las demás (el 77% del total, 80,5% de las mujeres y el 73,3% de los hombres). Sin embargo, un poco menos de la mitad está de acuerdo en que parejas del mismo sexo, ya sean hombres o mujeres, se les debería permitir casarse y aproximadamente la mitad está en desacuerdo en que parejas formadas por hombres se les debería permitir adoptar niños (el 53% de los hombres y el 46,6% de las mujeres) y un 47% en desacuerdo en que parejas formadas por mujeres adopten niños (el 49,5% de los hombres y el 43,5% de las mujeres). Es relevante que sean más las personas que estén de acuerdo en que se casen, aunque no es mayoría todavía, y que, además, no adopten niños, principalmente parejas homosexuales formadas por hombres.

Si se tiene en cuenta que aún persisten creencias y estereotipos, se pueden citar algunas investigaciones que desmitifican esto. Ejemplo es el estudio de Portugal & Araúxo (2004), los cuales revelan que no hay diferencias significativas en el desarrollo de los niños criados por homosexuales o por heterosexuales y que, por lo tanto, no hay ninguna razón científica que se oponga a la adopción de menores por parte de parejas homosexuales. En igual sentido, las investigaciones de Irala & López (2006); Buil, García, Lapastora & Rabasot (2005) y López (2004) hacen referencia al desarrollo similar de los niños educados por parejas homosexuales y heterosexuales.  

En relación a esto, en Castro et al (2018) se citan otros autores que también contribuyen a la desmitificación sobre el matrimonio homosexual. En primer lugar, se constata que las madres y padres homosexuales muestran la misma capacidad que las madres y padres heterosexuales para ejercer autoridad, educar en valores, brindar amor a sus hijos y propiciar un desarrollo satisfactorio. Igualmente, se ha aprobado que la crianza y el crecimiento adecuado de niños y niñas depende de pautas saludables y no de la orientación sexual de los adultos que asumen esta responsabilidad. Asimismo, estos niños no tienen problemas con su género, identidad de género, expresión de género y rol de género. 

Estos mismos autores identificaron algunas investigaciones que demuestran que los hijos e hijas de gays y lesbianas no desarrollan una orientación sexual homosexual en mayor frecuencia que el resto, ya que la orientación sexual de los padres y madres no determina la de los hijos e hijas. Por último, indican que los hijos e hijas de las familias homoparentales no experimentan más dificultades en sus relaciones sociales como consecuencia de su familia no tradicional, ni son más estigmatizados, molestados o victimizados, pues estas familias formadas por parejas homosexuales tienen suficiente potencial para educar hijos resilientes, sobre la base de valores asociados a la aceptación de la diversidad, la tolerancia y la creatividad. 

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Idarmis Fernández Galdo
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Idarmis Fernández Galdo

Artículo muy detallado, ameno, necesario e informativo. Felicitaciones a la autora que se ve que hizo una exhaustiva investigación sobre el tema.

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