La literatura científica (*) le ha dado en llamar “nativos digitales” a aquellos que han llegado a un mundo ya digitalizado, donde desde edades tempranas están en contacto directo con las tecnologías de la información, haciendo propio y natural el uso de este lenguaje; se pronostica que a mediano y a largo plazo esto llegará incluso a generar determinados cambios en la subjetividad humana. Al mismo tiempo se emplea el término “inmigrantes digitales” para designar el proceso que han tenido que pasar todas las personas que ya eran adultas cuando se dieron todos estos cambios tecnológicos y han tenido por ello que tratar de ponerse al día, en una suerte de alfabetización digital.
Por lógica natural, muchos padres han quedado en el lado de los inmigrantes, mientras sus propios hijos ya son en cierto modo nativos digitales. De modo que irónicamente los que tenemos la responsabilidad por la protección de los niños, nos sentimos inexpertos frente a aquellos que apenas levantan medio metro del piso ni articulan bien las palabras y ya muestran habilidades en el manejo de un teléfono inteligente o un tablet. Es esta una de las razones fundamentales por la que los padres, aun sintiendo preocupación por esta problemática, se distancian de “lo que hacen sus hijos” cuando están frente a una pantalla. Entonces, sin quererlo, dejan de cuidar debidamente de ellos, que aunque aparentemente están en niveles avanzados en el manejo de los aparatos, siguen siendo niños en cuanto a la inmadurez para regular con efectividad y por sí mismos su propia conducta y actividad.
Investigaciones científicas realizadas en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana de conjunto con los Estudios de Animación del ICAIC(**), constatan que la mayoría de nuestros niños no cuentan con la supervisión necesaria por parte de los padres, en relación con el uso de los videojuegos o de las tecnologías digitales en general. La regulación del tiempo de consumo es una de las aristas sobre la que ciertamente se ha ganado más conciencia, dado su impacto directo en la salud mental infantil. Dentro de sus múltiples consecuencias se encuentran los estados de sobreansiedad, el deterioro o insuficiente desarrollo de las habilidades y competencias sociales, las adicciones tecnológicas y la afectación grave del desarrollo psicológico cuando los niños realizan un sobreconsumo antes de los tres años de vida. Sin embargo, este no es el único aspecto que debe ser controlado por los adultos.
Cada juego tiene un contenido determinado y ha sido diseñado para una edad específica, lo cual puede conocerse en el manejo de dicha aplicación o buscando información en internet. Los contenidos de los juegos determinan lo que va a estar sucediendo en el plano mental del niño, una vez que entra en ese mundo virtual. Los resultados de las investigaciones antes referidas, plantean que los infantes cubanos como generalidad suelen consumir juegos destinados a públicos de mayor edad y contenidos mayormente agresivos. Lo más preocupante cuando estas son las temáticas de preferencia absoluta, es la naturalización que se va generando en el niño ante la violencia y la agresividad, que puede mermar su capacidad de empatía con el dolor ajeno.
La mayor parte de los juegos pasan de mano en mano de los propios niños, a través de “Zapya” u otras aplicaciones para compartir archivos; ellos se los autogestionan sin apenas mediación por parte de la familia, que prefiere dejarlos solos a tener que asumir el reto de introducirse en ese universo. Pero cuando el niño juega en un parque o en la cuadra donde vivimos, en función de su edad, supervisamos en mayor o menor medida ese juego, con quién juega, a qué juega, puede que le alertemos de algún peligro o le demos algún consejo. Lo mismo debiera ocurrir cuando son los videojuegos parte del tiempo de ocio de nuestros hijos. Que ellos sean nativos digitales no elimina sus vulnerabilidades psicológicas frente el uso de las tecnologías, así como nuestra condición de emigrantes, no nos libera de la responsabilidad que tenemos en cuanto a que este fenómeno de nuestros tiempos, no afecte la salud mental y el bienestar psicológico de nuestros niños.
(*) Marc Prensky es el precursor de esta teoría.
(**)Tesis de Licenciatura de varias egresadas de la Facultad de Psicología bajo la tutoría de la profesora Nilza González.
Hola, estoy en desacuerdo con el uso de las categorías de nativos y migrantes digitales, el mismo Prensky las dejó de usar. Son categorías que resultan funcionales a una segmentación del mercado, pero que implican un riesgo en que los docentes y adultos responsables de los niños dejen de emplear o acercarse a las tecnologías, y considerar que “saben emplearlas” los nativos es también un prejuicio.
Ya en 2015 publicamos un artículo proponiendo otras categorías más adecuadas.
Saludos,
Estimado Diego Tachella: Como podrá percartarse, la publicación no es un artículo científico, sino un material de orientación a la población, contextualizado al nivel de conocimiento y la cultura acerca de este tema en mi país, Cuba. Se emplean esas categorías justamente por la popularidad que ganaron. Aunque Prensky ya no las use y Ud. tenga una nueva propuesta, sirven para que las personas se ubiquen fácilmente en la temática porque ya conocen los términos. Notará que en esta publicación justamente se están empleando de modo cercano al sentido que Ud. quiere destacar en su trabajo, que hay grandes riesgos… Read more »
Estimada Roxanne Castellanos Cabrera: Entiendo sus palabras y aprecio la intención del artículo. Agradezco el tiempo que se ha tomado para responder a mi comentario. Usted comienza su nota dando a Presnky (y su muy criticada publicación de 2001) la categoría de “científico”, es por eso que he sentido la necesidad de aclarar el punto que señalo en mi comentario inicial de este intercambio. Me alegra que una categoría que ha sido tomada desde una estrategia de marketing para segmentar al público consumidor de diferentes productos, sea dejada de lado en ámbitos académicos y educativos. Entendiendo que se emplee el… Read more »
Estimado Diego, no recibí notificación de esta respuesta suya. Por eso contesto ahora. Aunque cuento con categorías científicas y docentes, soy psicóloga clínica y estoy muy comprometida con la salud mental de niños y adolescentes. Si tuviera que escoger entre en el mundo académico y la labor de ayuda psicológica, me quedaría con lo segundo. Yo echo mano de los recursos que sirvan para orientar a las personas. Por eso honestamente, me importa poco usar los conceptos de Prensky, ya que las personas lo conocen y eso es más importante según mi objetivo. Sobre todo porque justamente, le reitero, los… Read more »