¿Por qué la baja tolerancia a la frustración?

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Por qué la baja tolerancia a la frustración

Psicología Clínica

Hay niños que parecen no encajar nunca en cualquier forma de relación con los coetáneos. Suelen expresar inconformidad si no ganan en los juegos, abandonarlos con mucho disgusto, molestarse por la más mínima contrariedad, ser vulnerables a las burlas o chistes y en las clases aparentan turbación si cometen algún error en una respuesta ante el grupo. En ocasiones se niegan a realizar actividades, incluso escolares, por temor a tener malos desempeños y volver a sentirse fracasados. Las situaciones antes descritas tienen un denominador común: la baja tolerancia a la frustración.

No poseer la capacidad para afrontar los fracasos y frustraciones cotidianas puede llegar a invadir de modo notable el bienestar emocional de estos niños. A continuación comentaremos algunas de sus causas más frecuentes.

El daño sobre la autoestima suele provocar dificultades para aceptar la frustración. Al sentirse disminuido,  el niño sobredimensiona las vivencias de fracaso. No puede evitar sentir que vale cada vez menos, ante cualquier cosa que no le salga o resulte como esperaba. Los maestros y los padres deben saber que en la medida en que la capacidad de aceptarse y quererse a sí mismo se vea estimulada, el niño estará en mejores condiciones de aceptar experiencias frustrantes. Por el contrario, un pequeño con la autoestima dañada siempre se sentirá en desventaja y experimentará baja tolerancia al fracaso y a la frustración.

Por otra parte, los niños que son sobreprotegidos tienen muchas limitaciones en sus actividades diarias; eso les impide vivir las frustraciones. Algunos padres creen hacer un bien evitándole al pequeño esas situaciones. El mejor modo de aceptar el fracaso como una situación cotidiana, algo que nos ocurre a todos, es viviendo las pequeñas frustraciones del día a día y aprendiendo a lidiar con ellas. Hay que agregar, que en estos ambientes de excesos de cuidados, se les suele hacer creer a los niños que poseen cualidades y talentos excepcionales. Llegar a la escuela y descubrir que no es así, puede ser extremadamente decepcionante para ellos.

Los escolares con altos niveles de aprendizaje también suelen tener baja tolerancia a la frustración. Estos niños se acostumbran al desempeño exitoso y solo creen corresponder a las expectativas de los padres, si trasmiten esta imagen de sí mismos. No pueden permitirse el más mínimo fracaso porque de hacerlo, dejarían de encajar en el modelo de hijo perfecto que consideran que la familia está esperando de ellos. En ocasiones los padres educan con una actitud perfeccionista. Realizan exigencias muy elevadas y supeditan el reconocimiento y el afecto a la excelencia académica. Un niño siempre debe sentir que el cariño de sus seres queridos es incondicional. Además, es muy sano hacerle saber que son otras muchas las razones, y no solo el rendimiento docente, lo que lo hace ser valioso e importante. Las hiper-exigencias son causantes de daños emocionales significativos.

El fracaso es inherente a la vida. Verlo como algo natural, aprender de las experiencias negativas y afrontarlo de modo saludable, son estrategias necesarias para experimentar bienestar psicológico. La familia y los maestros deben evitar estilos educativos que propicien la baja tolerancia a la frustración.

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SicologiaSinP.com - Roxanne Castellanos Cabrera

Licenciada en Psicología

Lic. en Psicología (2001) Máster en Psicología Clínica (2008) Doctora en Ciencias Psicológicas (2017) Profesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Compiladora y autora de "Psicología. Selección de Textos", Editorial Félix Varela (2003), autora de "Los niños, la Escuela y otros temas. Sugerencias para padres y maestros", Editorial José Martí (2016). Investiga en temas de bienestar psicológico infantil. Directora del Centro de Orientación y Atención Psicológica (COAP) de la Facultad de Psicología, de la Universidad de La Habana. [...]