El establecimiento adecuado de las exigencias

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Psicología Clínica

“-¿Es usted el padre de este niño, verdad? (…) Lo felicito, vea usted; ha ganado la segunda medalla entre 54 compañeros.- El herrero que se había quedado con la boca abierta, miró fijamente al inspector y al director; luego se fijó en su hijo que estaba delante de él, con los ojos bajos, temblando: y como si recordase y comprendiese entonces por primera vez todo lo que lo había hecho sufrir (…)dejó reflejar en su cara una especie de admiración y estupor, luego un dolor sombrío y por fin una ternura triste e incontenible, y con impetuoso ademán cogió al muchacho por la cabeza y lo estrechó contra su pecho.”

Es una pregunta frecuente por parte de los padres: ¿Cómo saber si necesita mayores exigencias o si por el contrario lo estoy llevando recio? El establecimiento adecuado de las exigencias debe responder a lo que él niño necesita para su adecuada formación y a las características propias de cada menor. En principio los planes curriculares de la enseñanza general garantizan lo básico y esencial. En la actualidad muchas familias se plantean una suerte de formación complementaria, la cual transcurre en instituciones deportivas, culturales, y muchas otras.  

En ocasiones, sin darse cuenta, los padres se encuentran modelando una especie de niño ideal, casi perfecto, con atributos y cualidades que tal vez hubieran querido poseer en sí mismos. Una mamá que quiso ser bailarina y no pudo, intenta lograr que su hija desarrolle este talento, un padre con una gran afición deportiva y que no tuvo ocasión de llevar a la práctica pretende hacer del hijo un atleta de alto rendimiento. Si a la niña no le importa el ballet, ni al niño el deporte y encima, no poseen las aptitudes necesarias, entonces se estarían planteando exigencias completamente inadecuadas.

Es una tendencia actual que los padres ya no consideran únicamente a la escuela como requerimiento básico en la instrucción de los hijos. Cada día aparecen nuevas modalidades de una suerte de búsqueda de una formación integral y multifacética: enseñanza de idiomas, baile español, computación, deportes diversos, música, entre otros. No hay una fórmula especial para calcular qué se debe y qué no se debe indicar para cada niño. Pero sí hay algunas cuestiones que debemos señalar al respecto:

  • Es esencial que cada uno de estos proyectos de superación se relacionen de forma muy estrecha con los intereses del menor, dicho más sencillo: al niño tiene que gustarle y estar dispuesto a emplear parte de su tiempo libre en estas clases. Si los padres están especialmente interesados en algún tipo de formación, deben haber estado preparando y estimulando al hijo para que se le hayan ido desarrollando las inquietudes en esta esfera, antes de plantearle la posibilidad de colocarlo en uno de estos cursos especiales. Y llegada la hora hay que contar con él para hacerlo. 
  • El estudio, el plan curricular de la escuela, es y debe ser la actividad fundamental del escolar. La familia debe apoyar con seriedad y sistematicidad el desempeño escolar del hijo y en este sentido mantener una comunicación y colaboración con el maestro. Ningún proyecto de formación extracurricular debe interferir de modo alguno con los horarios y el cumplimiento de los deberes del alumno. Si el niño se sobrecarga puede rendir por debajo de sus posibilidades en la escuela. Si los padres atienden y refuerzan más el desarrollo que alcanza el hijo en el inglés, la guitarra, o el karate, por solo citar algunos ejemplos, que el propio desempeño en la escuela, el niño puede desmotivarse hacia la que debe ser su principal esfera de esfuerzos y resultados favorables. Si el menor observa que la mamá no se pone de acuerdo con la maestra porque tiene que sacarlo dos veces a la semana antes de hora y al final ella siempre se lo lleva, se corre el lamentable riesgo de demeritar la autoridad de la escuela. Son solo tres aspectos para incitar a la reflexión.
  • Hay que conocer muy bien al niño, saber cuáles son sus características individuales. Por una parte, ¿tiene una situación buena en la escuela?, ¿no presenta ninguna dificultad?, ¿no se sentirá sobrecargado con algo más? Por otro lado, ¿esto le conviene a mi hijo?, ¿tiene él o ella buenas aptitudes para esto?, ¿tendrá buenos resultados que influirán sobre su autoestima, o lo estaré predisponiendo a un fracaso que lo hará sentirse mal consigo mismo? Si los padres al hacerse estas preguntas tienen más respuestas negativas que positivas, deberán reconsiderar seriamente el proyecto extraescolar.
  • Además de la escuela hay una importante necesidad de los niños, que a menudo suele descuidarse y que al ocuparse el tiempo libre con otro tipo de clases especiales, queda prácticamente eliminada su posibilidad de satisfacción. Se trata de la socialización o necesidad de relacionarse con otros niños en un plano informal, o sea no en una clase sino libre y espontáneamente. Los escolares necesitan diversión, recreación, esparcimiento. Relacionarse con sus amiguitos no es secundario, es sumamente importante para su adecuado desarrollo social. Si los padres están verdaderamente interesados en una formación integral, deben atender a este aspecto, pues como seres sociales que somos el aprender a relacionarnos con los demás es algo que necesitamos y que nos hace mucho bien. De ello depende el entrenamiento de habilidades sociales, el establecimiento adecuado de las relaciones con los demás niños, el acercamiento a opiniones y puntos de vistas diferentes a los de la familia de origen, el aprendizaje de la relación con uno y otro sexo, la potenciación en general.

Muchas veces los niños tienen un buen rendimiento docente, se desempeñan exitosamente en aficiones adicionales, los padres tienen una buena impresión sobre cómo marcha la vida del hijo y sin embargo acuden a un especialista porque “han notado que el niño no parece ser feliz y eso les angustia mucho”. Cuando se indaga un poco aparece el problema: “Realmente él no tiene mucho tiempo para jugar, donde vivimos hay pocos niños, y él tiene que ir al inglés lunes y miércoles, martes y jueves a la natación, el sábado a la computación, y el viernes es el único día que puedo revisar bien las libretas de la escuela y ajustar lo que haga falta. Algunos domingos lo llevamos a pasear” El rostro del niño mientras la madre hace esta explicación no deja asomo de duda alguna. El niño no es feliz porque le falta algo fundamental: jugar y relacionarse con otros niños. Hay otro problema que trae aparejado éste; y es que como el menor no ha tenido entrenamiento en esta esfera no ha aprendido a establecer una adecuada comunicación con los compañeritos, no sabe lidiar con ellos, a veces ni entiende los códigos con lo que interactúan pues está alejado de esas prácticas, hasta puede ser rechazado por ellos. Aquí aparecen problemas de autoestima al no sentirse apreciados por el grupo y por decirlo de alguna manera: las cosas se complican. 

Los hermanos, primos u otros parientes no son válidos para entrenar la socialización, los adultos tampoco. Hay que buscar los espacios, en última instancia eliminar lo que adicionalmente a la escuela está limitando el tiempo del niño. 

Otro aspecto que limita mucho en la actualidad las posibilidades de entablar relaciones con otros niños es la computadora en la casa. Los escolares, desde las más cortas edades, comienzan a incursionar en este medio, lo cual si no consume mucho tiempo puede no hacer daño. La situación se torna problemática cuando el pequeño se pasa largas horas a diario inmerso en juegos computarizados de los más diversos, que por demás suelen ser agresivos y nada educativos. Si se les preguntara es probable que ellos prefieran estar ahí, que jugando con los amiguitos. No por gusto la afición por los videojuegos se ha incluido en la lista de adicciones reconocidas por las autoridades internacionales de salud mental. Los padres deben tomar partido y restringir el uso de la computadora; sobre todo tener presente que el tiempo dedicado a ella no debe nunca suplantar el intercambio con otros niños. De dos a tres horas semanales en dependencia de la edad, puede ser suficiente.

Las clases con “repasadoras” o maestras particulares, si son imprescindibles porque el niño no rinde bien en determinada asignatura, pueden ser importantes. Lo único que recomendamos en estos casos es que no los sobrecarguen con otras cosas, si ya buena parte del tiempo libre lo dedica a esta actividad. Ya vendrán otras etapas de la vida para aprender y desarrollarse en otros proyectos. La escuela, la socialización, el amor y el apoyo de los padres son más importantes y como quiera que se mire INDISPENSABLES.

Por último al referirnos al controvertido tema de las exigencias, no podemos perder la ocasión de señalar que en cualquier circunstancia, esté cumpliendo o no el niño con las exigencias que se le han colocado, él siempre debe saber que el afecto de sus padres es incondicional y que aún cuando las cosas no están marchando bien, habrá que hablar, discutir, replantearse todo lo necesario, ajustar todo lo ajustable, incluso tomar las medidas que sean pertinentes, pero jamás, en ningún momento faltará el apoyo y el cariño de los padres. Puede parecer obvio porque casi todo lo que los padres hacemos es para el bien de los hijos. Sin embargo ellos llegan a sentir con frecuencia que el amor de los progenitores está en correspondencia con el cumplimiento que ellos, los niños, hagan de las exigencias que se les han planteado. A veces estando sobrecargados se esfuerzan por cumplir con las expectativas de la familia, ahí pueden aparecer síntomas de tensión psicológica. Y si por casualidad no lograran cumplir con las expectativas, en sus mentes infantiles, puede aparecer la desafortunada sentencia: “No soy el hijo que mis padres querían.” No hay nada más lacerante, duele mucho para un niño pensar de esa manera. Los hijos deben ser aceptados con sus características, con sus diferencias, con sus cualidades y con sus defectos. Los padres siempre tratarán de hacerlos mejores personas, pero en ese afán deben existir prioridades: la instrucción básica,  los buenos valores del ser humano y el bienestar emocional. Lo demás dependerá de la evaluación que cada familia realice de la relación Riesgos- Beneficios. 

Resumiendo, los padres deben hacer un establecimiento de las exigencias en relación con lo que el hijo necesita para su adecuada formación y con las características propias de cada menor. Los proyectos de superación extraescolar no deben sobrecargar o superar las posibilidades de cada niño, no deben interferir ni competir con la Escuela, no deben tampoco suplantar las necesidades de socialización y recreación de la infancia. Cada familia, a partir en primer lugar del conocimiento profundo del niño, debe realizar una evaluación de las exigencias que a él le convienen. Los hijos deben saber que ninguna exigencia está por encima del amor y el apoyo de los padres. 

Padres

  • No intentar modelar un niño Ideal. Aceptar al niño cómo es.
  • Cualquier proyecto de superación extraescolar debe relacionarse estrechamente con los intereses y posibilidades del niño.
  • Las exigencias deben estar dirigidas hacia las actividades escolares en primer lugar. Lo demás es secundario y no debe interferir de modo alguno con el cumplimiento de los deberes escolares.
  • Plantear exigencias y propiciar actividades que potencien la autoestima del niño. No involucrarlos en proyectos que puedan dañarlo sino alcanzan un desempeño meritorio.
  • Cuidar de no sobrecargar al niño.
  • No limitar las posibilidades de socialización y juego.
  • Los videojuegos y las horas en general destinadas a la computación deben ser restringidas. Ocupar este espacio con actividades que requieran de la interacción espontánea con otros niños.
  • Dejar claro que aún cuando están disgustados o inconformes, los padres siguen amando incondicionalmente a sus hijos. El amor, la comprensión y aceptación no dependen directamente del cumplimiento de las exigencias. 

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SicologiaSinP.com - Roxanne Castellanos Cabrera

Licenciada en Psicología

Lic. en Psicología (2001) Máster en Psicología Clínica (2008) Doctora en Ciencias Psicológicas (2017) Profesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Compiladora y autora de "Psicología. Selección de Textos", Editorial Félix Varela (2003), autora de "Los niños, la Escuela y otros temas. Sugerencias para padres y maestros", Editorial José Martí (2016). Investiga en temas de bienestar psicológico infantil. Directora del Centro de Orientación y Atención Psicológica (COAP) de la Facultad de Psicología, de la Universidad de La Habana. [...]