Real e imposible, necesidad y estafa

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Psicoanálisis

“No basta con decir que el psicoanálisis es imposible, ya que eso no excluye que se lo practique”, razón por la que, con Lacan afirmamos que no es más que una estafa. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo deslizarse en la estafa sin ser verdaderamente estafadores?

No hay verdad más que la que se cree tal, fixiones en nombre de Dios. Los no incautos yerran, no basta con mirarse al espejo y decirse “lacanianos” para no caer por fuera del legado freudiano. ¿De qué se trata el porvenir del psicoanálisis no sin Lacan? Así como Lacan afirma que el campo es freudiano y el inconsciente es lacaniano, ¿no será necesario atrevernos a dar un paso más, no sin él, e impulsar que en el campo lacaniano el inconsciente es freudiano?

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Apuesta que nos permite hacer algo con el triunfo de la religión, fracaso del psicoanálisis que motivó a Lacan a disolver la escuela por el mismo hecho que la fundó: “que en el campo que Freud abrió, restaure el filo cortante de su verdad, que vuelva a llevar la praxis original que él instituyó bajo el nombre de psicoanálisis al deber que le corresponde en nuestro mundo, que, con una crítica asidua, denuncie en él las desviaciones y concesiones que amortiguan su progreso al degradar su empleo. Objetivo que yo mantengo” e invito a mantener con vigor. ¿Cómo mirarnos al espejo sin ser estafadores? No sin los maestros.

Lacan introduce, a partir de los textos freudianos lo real. Lo real es su respuesta a la hipótesis freudiana del inconsciente. Ahora bien, ¿qué es lo real?

Lo real es lo imposible. ¿Qué es lo imposible? Aristóteles nos da a entender, en lo que concierne a las derivaciones modales, que “lo imposible se corresponde con lo necesario al tener la misma virtualidad”; lo necesario y lo imposible son lo mismo de manera inversa. Así como lo necesario es lo imposible que no sea, lo imposible es lo necesario que no sea.

¿Qué es lo que es necesario que no sea? Aquí Freud nos plantea que en el inconsciente no opera el principio de contradicción, es necesario que este principio que afirma “es falso que es verdadero que una afirmación coexiste con su contraria”, no opere, lo que hace de necesaria la propiedad imposible de coexistencia de dos afirmaciones antagónicas.

He aquí, “lo que incumbe al Otro”. El psicoanálisis desde que ex-siste se funda en la convicción de la existencia del inconsciente como una premisa legítima e indiscutible y que, a partir del desconocimiento del campo simbólico del legado freudiano, Lacan remarca que el inconsciente es el discurso del Otro. Pero, al final de su enseñanza afirma que el Otro no existe. ¿Cómo plegar ambas nociones? Hay que tener cuidado con esto porque si planteamos que el inconsciente es el discurso del Otro que no existe podemos profesar en que el inconsciente no existe, lo que no hace del psicoanálisis una estafa sino de algunos analistas estafadores.

Si la premisa de la existencia del inconsciente es legítima y necesaria, el inconsciente como discurso del Otro que no existe, nos revela lo que Lacan postula como el Uno se habla solo y que, como el Otro no existe, “del Otro no se goza más que mentalmente”: los neuróticos tienen facilidad para suponer. He aquí el penar de más: no poder desenvolverse de un modo propio acorde al deseo en lo real de la vida, que no va más lejos que el amor y el trabajo. Suelen decir que, si no se la cree Uno, no se la cree nadie. Acá de lo que se trata es de no hacer creer cosas de las que uno no está convencido. Eso es ser un estafador.

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