José Martí: A los niños que lean La Edad de Oro

21. José Martí A los niños que lean La Edad de Oro.

Arte y Mente

“Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo”

En julio 1, 1889 ve la luz el primer número de un periódico único por su contenido y la audiencia a la que iba dirigida. La Edad de Oro llega a nosotros, a cien años de distancia con una frescura única en sus páginas, válida y vigente, hablando a los niños en lenguaje universal que no conoce tiempos ni distancias. De esta manera la Dra. en Ciencias Filosóficas Alicia Pino, define la magnitud y categoría de la idea martiana para los niños de América.

Las palabras de bienvenida constituyen la antesala idónea a la experiencia de lectura y enseñanza que experimentará el lector. No solo al niño, con intención premeditada, Martí dirige su obra a todas las edades. Una presentación que alimenta de ansias por lo que sobrevendrá. Un inicio repleto de recomendaciones hacia lo que desde su punto de vista se enmarca como la edad adecuada para cultivar, formar valores y normas de conducta y de buen vivir en la personalidad del niño. Una publicación dirigida a los niños pero con la advertencia exacta para aquellos que son los encargados de educarlos y formarlos como seres humanos.

“El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante…”

La sagacidad y agudeza del pensamiento martiano revela su visión de futuro para encumbrarlo como un verdadero paradigma de la historia. Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora. No podría existir manera más simple de liberar al hombre que dotándolo de conocimiento. Mostrarle una nueva cosmovisión del mundo o más bien la adecuada, es justamente lo que pretende Martí con las palabras anteriores, como todo visionario adelantado a su época. Haciendo papel de padre en la orientación por caminos iluminados a todos sus hijos Americanos. Palabra tras palabra nos revela el sentido de responsabilidad y pertenencia hacia los suyos, ejemplo que de manera deliberada transmite a lo largo de su obra de modo general y de La Edad de Oro en especial.

Desde ese momento en pleno siglo XIX, Martí indirectamente muestra su compromiso con la igualdad de géneros. Las niñas y los niños deben permanecer en paridad de condiciones, nunca unos por encima de otras. Esto provoca que la autoestima y la autovaloración de las afectadas por el estigma de sexo débil, que hoy en día aún persiste, no se afecten con el pasar de los años y crezcan con la calidad de vida que se merece todo ser humano y con una salud emocional intacta. Martí cuidador de vidas, dador de sueños, benefactor de conocimientos.

“Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo; como que es una pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarle más que de diversiones y de modas…”

Martí trasciende los límites de escritor, poeta, pensador, luchador, filósofo o cónsul y nos muestra una faceta de filántropo, humanista, psicólogo. Su pensamiento y accionar no hacen otra cosa que dar opciones, orientar, brindar alternativas, abrir mentes. Una función que insiste en antojarse en su actuar, no lo abandona, la constante invitación a pensar resulta la iniciativa y el arma fundamental que nos regala para enfrentar la vida. Todo bajo la incuestionable acción liberadora del conocimiento como método de trabajo sencillo y al mismo tiempo sabio en toda la extensión de la palabra. Saber el porqué de los fenómenos que se dan en la sociedad, cómo se manifiestan, influyen y determinan la vida del hombre, resulta para él la vía más segura para llegar a una comprensión del mundo más allá del mundo. Más allá del reducido espacio de tierra que nos circunda. De manera breve, pero enfática hace alusión en la introducción del periódico:

“… les diremos cómo se hace una hebra de hilo, cómo nace una violeta, cómo se fabrica una aguja, cómo tejen las viejecitas de Italia los encajes…”

No se estanca solo en el decir, cuando promete cumple y de manera magistral adentra al niño en una burbuja de realidades maquillada con la mayor sutileza e imaginación. Martí escribe desde el niño que lleva dentro, para los niños de América. Su gran capacidad de abstracción y sobre todo la difícil tarea de ponerse en el lugar de un niño la resuelve con La Edad de Oro. Las ruinas indias, Músicos, poetas y pintores, Un paseo por la tierra de los anamitas, Historia de la cuchara y el tenedor, La exposición de París o El camarón encantado, son muestras reveladoras de un pensamiento superior del que estaba ávido y necesitado el pueblo americano del siglo XIX y mediante la exposición del mismo a sus niñas y niños resultaba un excelente punto de partida para comenzar a generar un cambio de mentalidades.

En una auténtica demostración de los más puros valores humanos como la amistad, el Héroe Nacional Cubano no se desentiende de para quienes escribe y los alienta a la retroalimentación constante. Insiste en ser intervenido sobre cualquier interrogante de cualquier tema, no hay vacilaciones, su entereza lo desembaraza de cualquier pensamiento pretencioso para entregarlo en cuerpo y alma a la causa de orientar y guiar al pueblo americano. Convida a ser esa mano amiga que los aliviará en cierto modo de la ignorancia que puebla al mundo. La regalía de un apretón de manos es lo único que exige a cambio de un ejemplar.

A los niños que lean La Edad de Oro, el inicio justo de un periódico que desvela a un Martí que sin los conocimientos necesarios sobre psicología, siempre supo entender y leer las emociones y el comportamiento humano. La invitación introductoria descubre como la comprensión de Martí sobrepasa los límites y se percata de que los niños necesitan que se les desarrolle de la confianza y la autorregulación de su conducta para entre otras cuestiones crezcan como seres autónomos. Supo de la crisis de los 3 y los 7 años y por eso intenta motivarlos con las lecturas interesantes y liberadoras que nos anuncia. La hegemonía de su pensamiento no nos deja más opción que recurrir al añejo periódico y aprehender cada letra para comprender en realidad las necesidades de un niño ávido de vida.

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