En la medida que el individuo se desarrolla, se va relacionando con los objetos que tiene a su alrededor, es decir, se apropia de ellos, los subjetiva. Es en este devenir constante en el que el objeto transita desde lo externo hacia lo interno de las cualidades psicológicas del individuo, que no solo logra subjetivar un objeto determinado, también comienza a ser dependiente y subordinado de dicho objeto.
Continuando con la teoría de Foucault, tal parece que la subjetivación por sí misma implica un sometimiento, una sujeción. La sujeción significa hacerse de un sujeto, el principio de regulación conforme al cual se formula o se produce un sujeto.
Constituye un tipo de poder que no solo actúa sobre un sujeto determinado como forma de dominación, sino que también activa o forma al propio sujeto.
Una vez Internet haya sido subjetivada y el individuo mantenga una relación que lo lleva a formar parte indisoluble de esa masa psicológica, inevitablemente la relación que en un inicio se estableció bajo parámetros de conformidad y satisfacción personal va a desembocar en una relación de sometimiento y subordinación. Internet posee la potencialidad de penetrar cualquier esfera de la vida cotidiana y es el sujeto quien la modela dotándola de sus características personales.
La aparente libertad de personalizar una red social no es otra cosa que una evidencia palpable de la hegemonía ejercida por los medios sobre el sujeto y por ende la producción de subjetividades hegemonizadas. Importante tener presente lo que nos expresa el filósofo cubano Jorge Luis Acanda:
“El ejercicio normal de la hegemonía se caracteriza por una combinación de fuerza y consenso, que se equilibran de diferentes maneras, sin que la fuerza predomine demasiado sobre el consenso, y tratando de que esta parezca apoyada en la aprobación de la mayoría, expresada mediante los llamados órganos de opinión pública”.
Desde Internet se ha subjetivado al individuo como sujeto a un sistema de dominación o relación de poder, donde el primero subordina al segundo solapadamente. El engaño sobre la conciencia individual y grupal ha dado como consecuencia la producción de un sujeto dependiente, preso de sí mismo y su conciencia.
Las redes sociales virtuales como parte de Internet, se enmarcan como tecnologías de poder orientadas por el principio de “Muéstrate a ti mismo”. La regla es que el individuo realice el precepto bajo la norma de lograrlo por su cuenta. La fuente de poder se vuelve invisible cuando las herramientas tecnológicas se ofrecen como amigables y susceptibles de ser manipuladas por el sujeto de libre albedrío.
Un ejemplo lo constituyen las expresiones que un individuo realiza en cualquier sitio dentro de una red social. Las evocaciones resultan encarnaciones de las diversas formas de constituirse como un sí mismo al interior de relaciones sociales que regulan lo decible, lo mostrable, lo comunicable por ese sujeto en el espacio público del ciberespacio.
El enmascaramiento de una aparente libertad en las relaciones sociales mediadas tecnológicamente produce y reproduce conciencias limitadas a las propias relaciones. Las confesiones autobiográficas, las expresiones en tiempo real de las emociones, y las muestras no pudorosas del cuerpo, encuentran en Internet modos seguros de hacer visibles aquellos aspectos individuales reprimidos por el Yo, sin que el sujeto concreto sufra ciertas consecuencias desagradables como las que pudiera expresarse en el rechazo y la reprimenda en otras situaciones comunicativas no mediadas tecnológicamente.
Internet, las redes sociales virtuales y sus constantes flujos comunicativos han provocado que experimentemos una nueva forma de representación de nosotros mismos, de los demás y de la realidad. Desde ella se da también una nueva forma de gobernar y por tanto de ejercer el control sobre las personas.
Resulta muy difícil pensar Internet como benefactora del desarrollo de subjetividades ética y moralmente fortalecidas. Entre otros factores, esto se debe a que la red de redes, es expresión de una época que ha dejado de reconocer la alternativa de otra sociedad y por tanto se cree absuelta del deber de examinarse hacia su interior para demostrar la validez de sus presupuestos. Dentro de este escenario, los medios, Internet y las redes sociales virtuales en general, participan e influyen en la creación de una ideología que no propicia la reflexión sobre nosotros mismos, o sobre la polis en la que vivimos.
No siempre la información disponible en estos sitios está en función de dotar al sujeto de elementos para su liberación. Lo que se potencia en muchos de estos espacios, es el consumo de banalidades y entretenimiento. Asimismo la estetización de la vida cotidiana, como tendencia creciente a inundar todos los espacios terrenales desde la idea de lo bello, la capacidad del deseo, de la seducción, etcétera: juega un papel fundamental como ilusionismo para desviar la atención de los temas realmente importantes.
Me encantó, querido. Pasáme el link de la primera parte!
maravilloso texto