¿Cómo superar las emociones negativas que generan las redes sociales?

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Internet y los medios sociales

Tienes un ratito libre, así que decides relajarte un poco. Te sientas cómodamente y coges el móvil para ver las novedades de tus amigos y conocidos en Facebook o Instagram.

De pronto, notas una extraña sensación. No llevas ni 10 minutos, pero cada vez te sientes peor. Una mezcla de agobio, tristeza y envidia te invade (junto con cierta alegría, esperanza y admiración). Una cosa muy rara que te revuelve por dentro sin saber por qué…

Reflexionas un momento, y entonces te das cuenta de que no has parado de ver fotos e historias de (aparente) felicidad absoluta.

Parece que todo el mundo tiene una vida idílica; todo son sonrisas y momentos especiales. Viajes, cenas, besos, bodas, familias, mascotas, hijos, parejas, amigos, casas, coches,…

Sin darte cuenta, desde la primera foto que viste, un duendecillo verde ha surgido en tu interior. Lleva diez minutos susurrándote mensajes de lo más feo y desalentador:

<<Mírales, todos tienen la vida que desean (y tú no)… Qué exitoso es este (y tú no)… Qué bien escribe este otro (y tú no)… Qué estilosa es aquella (y tú no)… Con qué gracia relata Fulanito sus anécdotas cotidianas, su vida es tan especial y divertida (y la tuya no),…>> 

¡Maldito duendecito!

Acabas de conocer al duende de la envidia. Un auténtico hijo de @%&*, que te hace sentir inseguro e inferior. Un personajillo irracional e injusto, que no valora lo que sí tienes, tus logros, tus habilidades… ni lo que para ti es importante. Y que, en la mayoría de casos, se deja avasallar por la presión social.

Este diabillo sólo ve la parte negativa y egoísta del asunto.

Pasa por alto que, si los demás han conseguido tener tantas cosas (o disfrutar de momentos y personas) geniales a su alrededor, seguramente sea con esfuerzo y poniendo de su parte. Que eso significa que la vida es maravillosa y abundante. Y que si ellos lo han logrado, tú también puedes.

Pero no, ¡todo eso tu duende irracional no lo valora! Sólo se queda con lo que te hace daño, y te lo tira con todas sus fuerzas a la cara.

Ese pequeñajo está guiado por los cánones sociales. Por lo que los demás te han hecho creer que es bueno. A veces incluso son cosas que a ti no te harían feliz, que no elegirías en tu vida, o que incluso huirías de ellas.

Pero aún así, tu duendecillo te comparará con “la manada”, y si no sigues la corriente o cumples las expectativas, te machacará sin piedad (¡a menos que lo detectes, lo analices y le pares los pies!)

Ojo, que no todos tenemos los mismos duendecillos. Depende mucho de cada uno, de la educación que hayamos recibido, de nuestra personalidad y experiencias vitales,…

En algunas ocasiones, su discurso será más rebuscado y encubierto. Al duende le dará por criticar y ridiculizar todo lo que hacen los demás, tratando de auto-afirmarte y hacerte sentir superior: 

<<Qué absurdos estos, mira que caras de tontos ponen en las fotos… Menudo pringado éste, se creerá muy listo por haber conseguido ese premio… Qué hortera esta otra, posando en la playa como si fuese una modelo… Qué feo el hijo de Menganita… Qué cursis estos dos, todo el rato poniendo mensajes de amor…>>

A lo largo de los años he ido comprobando con mis clientes, cómo todos los que tenían un duendecillo más rebelde, habían vivido una infancia llena de comparaciones y exigencias desmedidas, por parte de sus padres y referentes adultos.

¡Lógico! Escuchar continuamente desde pequeños el mensaje “los demás lo hacen mejor que tú” (y en definitiva, “no eres suficiente, no eres válido”) es algo que duele y marca de por vida. Y eso termina convirtiéndoles en adultos insatisfechos, altamente autoexigentes, competitivos y con una baja autoestima. Por eso, en ocasiones su duendecillo verde trata de protegerles, desvalorizando los éxitos ajenos que tanto daño les hacen.

La presión social

Si vas a una reunión social en la que hacía tiempo que no os veíais, y prestas un poco de atención, verás que la mayoría de conversaciones giran en torno al trabajo que se tiene, al coche, a la casa, a las vacaciones, a la pareja, los hijos,…

Y es que esos parecen ser los estándares de la felicidad. ¡Como si casarte y tener descendencia te convirtiera automáticamente en alguien feliz y satisfecho con la vida! ¡Como si las demás opciones fueran sinónimo de fracaso!

Pero así funciona nuestra sociedad hoy en día…

Tanto tienes, tanto vales.

Tanto sabes, tanto vales.

Tanto produces, tanto vales.

(¿O quizás deberíamos decir más bien “tanto aparentas, tanto vales”?)

¡Nadie te pregunta si eres feliz, ni si estás a gusto contigo mismo!

Medimos el éxito por lo que podemos ver y tocar (o publicar en Instagram). Por eso nos esforzamos tanto en demostrar “lo bien que nos va”.

Actualmente todos estamos sometidos a una gran presión social; aunque probablemente empezamos a ser más conscientes de ello alrededor de la treintena. Cuando se supone que deberíamos tener una vida de adultos, establecida y asegurada.

Y mayor aún es la presión en el caso de las mujeres, por la cantidad de roles que ocupamos, y la fuerte auto exigencia que nos solemos imponer.

No nos conformamos con tener (una casa, salud, un trabajo, una familia,…) sino que deseamos demostrar(nos) que somos las mejores en todo. La mejor madre, la mejor trabajadora, la mejor amiga, la que más se cuida, la que más sano come, la que más deporte hace, la más eficiente y productiva,….

Y claro, esto nos genera un estrés enorme, que se dispara cuando vemos que los demás lo hacen igual de bien (o mejor) sin poner esfuerzo en ello (aparentemente). Porque claro, la foto sólo refleja el resultado, no el camino que han recorrido hasta llegar ahí.

¿Para qué?

Ese duendecillo interno, aunque te provoque una pequeña crisis personal cada vez que aparece, tiene su intención positiva. Y es que, en el fondo, quiere lo mejor para ti. Que seas feliz y avances en la vida.

Quiere sacudirte y hacerte reaccionar, que no te quedes estancado y luches por tus metas.

Pero debes tener en cuenta que sus estándares pueden ser engañosos, porque a veces se enfoca en cosas que no necesariamente dan la felicidad.

Recuerda que “no es oro todo lo que reluce”. Generalmente las personas tratamos de dar la mejor imagen posible de nosotros mismos y de nuestras vidas. Y así lo reflejan las redes sociales. Aunque tu Facebook esté a reventar de sonrisas, iconos y exclamaciones de felicidad, no tiene por qué reflejar el verdadero estado interno de tus conocidos.

Fingir (o exagerar) y aparentar es muy fácil. Sólo te toma unos segundos -lo que tardas en sonreír para hacer la foto y escribir el comentario de turno-. Sin embargo, si profundizas en el interior de estas personas de vida idílica, verás que también tienen sus miedos, frustraciones, discusiones y días malos. ¡Como todo el mundo!

¿Qué es importante para ti?

Date cuenta de que, en esta vida, todo son fases, etapas. Habrá momentos de sentirte más alegre y realizado, y otras que menos. Es lo natural.

Además, la vida es abundante. Que los demás tengan éxito en eso que deseas, no significa que tú no puedas lograrlo también. No te están quitando nada, porque las posibilidades son infinitas, ¡hay para todos!

Si ahora no estás en el punto que deseas, no te agobies, no sientas que tu vida carece de sentido, ni que siempre va a ser así. Enfócate en lo que quieres, y deja de compararte con los demás.

Pero sobre todo y antes que nada, revisa tu filosofía de vida.

Al hacerlo, quizás te des cuenta de que estás insatisfecho, no por lo que te falta; sino por las exigencias que tienes contigo mismo, por las expectativas de lo que crees que necesitarías para sentirte pleno. Por compararte con los demás injustamente, por no valorar lo que ya tienes, ni darte cuenta de que se puede ser muy feliz sin tener casi nada.

Te animo a que dejes de competir con los demás (aunque sea a nivel interno), y te pares un momento a pensar, a evaluar qué cosas son importantes para ti.

¿Qué te hace verdaderamente feliz? ¿Qué quieres en tu vida, y qué no? ¿Para qué quieres realmente todo eso? ¿De qué manera crees que te hará sentir satisfecho? ¿Podrías ser feliz, incluso aunque nunca lo lograras? Coge un cuaderno y un boli para apuntarlo todo.

Descubre qué quieres de verdad y para qué lo necesitas. No tengas miedo de crear tu propio modelo de vida si descubres que no se corresponde del todo con lo que esperan de ti. ¡Al fin y al cabo, la vida es muy corta como para sacrificarla intentando contentar a los demás!

Algo muy poderoso es buscar ejemplos reales que refuten tus creencias irracionales (por ejemplo, si siempre te has imaginado casado y con hijos, busca personas que tengan ese estilo de vida y no sean felices; o si crees que un trabajo en una gran multinacional sería la solución a tus problemas, piensa en alguien que a pesar de tenerlo, viva insatisfecho)

Esto te ayudará a darte cuenta de que ninguna de esas cosas que deseas, dan necesariamente la felicidad. A veces, incluso te la pueden restar, si no van alineadas con tus valores.

Por ejemplo, puede que para ti sea importante formar una familia, pero no de cualquier modo. Si te das cuenta de que deseas formar algo sólido, basado en el respeto, el amor, la conexión y la amistad; seguramente elijas bien con quién emparejarte. No tendrás prisa, lo harás cuando te sientas seguro, cuando te apetezca y creas que es el momento adecuado. Porque sabes que la familia no es el fin en sí mismo, sino el camino para sentirte feliz cada día.

De lo contrario, si no te conoces bien y vives de acuerdo a “lo que se supone que es correcto”, seguramente te dejarás guiar por ese duendecillo c@8¬ºncete que te mete presión cada vez que ves bodas en Instagram. Escucharás su voz diciéndote que “como no te des prisa te vas a quedar solo toda tu vida” (y otras lindezas). Gracias a eso, es muy probable que te entre el agobio máximo, que te quedes con la primera persona que pase por tu vida; te cases y acabes frustrado por no haber elegido bien.

¡Por eso es tan importante el autoconocimiento! Tener claro qué deseas, qué estilo de vida quieres llevar. Estar tranquilo con ello, y sobre todo, aprender a disfrutar y sentirte satisfecho en cualquier situación, independientemente de los “logros” que consigas, y de lo que opinen los demás.

Si te gustaría descubrir todo esto, conocerte en profundidad y enfocarte en lograr la vida que (de verdad) deseas, puedes visitar mi web y ponerte en contacto conmigo ¡Estaré encantada de ayudarte a conseguirlo! Que tengas muy buen día.

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Vanessa Toledo

Waoooo la verdad es que no me había dado cuenta que ciertamente tenemos un duendecillo verde. Gracias por hacerme ver la realidad que padecemos todos. Porfa no se limiten en cuanto a sus publicaciones

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SicologiaSinP.com - Ainoa Espejo

Grafóloga, Coach, Mentora y Formadora freelance. Especialista en Coaching de Relaciones, Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Psicografóloga y Perito Calígrafo. Licenciada en Derecho. Especialista en Test Proyectivos Gráficos y en Comunicación No Verbal. Estudiante de Psicología y trato de mantenerme en continua formación, para estar actualizada y ayudar lo mejor que pueda a los demás. [...]