Claro que hace falta vacacionar. Los niños y adolescentes dieron su esfuerzo durante tres meses de aislamiento en sus hogares y aunque para muchos no fue fácil, cumplieron sus deberes estudiantiles apoyados por sus familias, que también llevan el reconocimiento de toda nuestra sociedad.
Corresponde ahora el descanso y también es tiempo de diversión, ocio y esparcimiento. ¿Cómo hacerlo cuando aún nos llaman a la prevención y nos advierten que los riesgos continúan?
Corresponde repensarse el verano, seguir explotando nuestra creatividad y buscar los modos de sentirnos seguros y a la vez, lograr que nuestros hijos puedan vacacionar. No es momento de repetir fórmulas, aquello que siempre hemos hecho…estamos en una nueva normalidad y todo hay que mirarlo ahora a través de ese lente de reconfiguración de la vida, las actividades, rutinas y hasta los hábitos.
Si Ud. está en el grupo de los que creen que ya todo pasó y sus niños están jugando afuera como antes de la COVID, debería hacerse algunas preguntas. ¿Saben ya sus hijos, mantener la distancia social, usar el nasobuco y no asumir conductas de riesgo? Es muy probable que no, simplemente porque son niños y requieren entrenamiento y supervisión. Por tanto ud. es responsable de exponerlos a ellos, a su familia y a su comunidad.
Si Ud. está en el grupo de los que no se han animado a salir de casa, recuerde que es necesario que los niños retomen la vida social, que practiquen las medidas de prevención, que venzan miedos…todo ello antes de retomar el curso escolar en septiembre, porque ya de por sí, ese suceso, va a ser emocionalmente intenso para todos.
Muchas veces nos pensamos la diversión de los niños desde nosotros mismos. Hay opciones con las que ellos se divierten mucho, sin que se trate de grandes cosas, vistas desde los adultos. A veces los propios niños, idealizan con determinadas opciones, que ahora no deben o no pueden ser. Nos toca ayudarlos a ellos a encontrar modos de diversión que sean más simples y menos riesgosos. Los paseos al aire libre en lugares sin tumultos de personas, son muy recomendables en estos tiempos. En parques y plazas abiertas, pueden hacerse diversos tipos de juegos.
Si visitamos parques infantiles con bastante afluencia de público, no debemos estar todo el tiempo trasmitiendo señales de ansiedad. Sería contraproducente estresarnos en lugar de relajarnos. Hay que buscar los modos de que todos estemos protegidos, sin grandes alarmas. Se debe naturalizar el hecho de que los niños por su propia condición subjetiva, no pueden mantener el mismo control de la conducta, que los adultos. Por eso es mejor evitar paseos riesgosos, que pasarse todo el tiempo preocupados y regañándolos.
Es preciso también recordar, que todos los cambios pueden alterar a los niños, hasta aquellos que son cambios, aparentemente positivos. Por eso, podemos notar que una vez que comienzan a salir a la calle, aparecen conductas de desajuste. Es normal, con un acompañamiento sereno y con el paso de los días, deben ir mejorando. Si no quieren regresar a casa y lo expresan con demasiada intensidad, rebeldía, perretas, entre otras…es normal también. Se trata de experiencias que han sido muy gratas y los niños, comúnmente, tienen dificultad para interrumpir las actividades que son placenteras. Nos toca nuevamente ser muy pacientes y entender sus vulnerabilidades, para poder actuar del mejor modo posible.
Cada familia debe analizar y tratar de buscar la estrategia para garantizar, que estando protegidos, se pueda llevar a cabo la distensión y la relajación de nuestros niños y adolescentes, durante este singular período vacacional.
Compártenos tu opinión