¿Miedo al cambio?

Vivimos en un mundo en constante movimiento y transformación. Nuestro ambiente cambia a una velocidad importante. Nuestros cuerpos también cambian. El tiempo avanza.

Sin embargo, como seres humanos es común que busquemos aferrarnos fuertemente en esas zonas de confort que nos vamos creando, y de la que nos cuesta tanto salir. No es algo extraño, necesitamos estabilidad y certezas para no caer en un completo caos o locura. Nuestros sistemas psicológicos siguen principios de economía cognitiva que se ve favorecida por el aprendizaje de formas estables de hacer, pensar y sentir.

Pero esto no deja fuera que en nuestra realidad hay un amplio espacio para el azar y la incertidumbre, ante el cual se hace necesario repensar algunas cosas y cambiar. Nuestra salud mental está directamente relacionada con nuestra capacidad de adaptarnos de manera activa a la realidad.

Ahora, seamos sinceros, cambiar no es tan sencillo ni alegre. De manera natural nos resistimos al cambio, y hay muchas situaciones donde este es un obstáculo para nuestro progreso y adaptación.

Cambiar implica abandonar posiciones de relativa certeza por otras de alta incertidumbre. ¿a quién le gustaría eso? Por algo dicen que mejor malo conocido que bueno por conocer. ¿O no?

Pichón Riviere, un eminente psicólogo, psiquiatra y psicoanalista argentino, planteaba que la resistencia ante el cambio implica dos miedos básicos:

• Un miedo a la pérdida, relacionado con la perdida de una posición conocida o un objeto, perder parte de lo que tenemos o somos ahora. Ejemplo de este momento pudiera ser el miedo a perder una posición de poder en una empresa ante cambios en la misma.
• Un miedo al ataque, relacionado con el miedo a lo desconocido y el daño que este nos pueda ocasionar. Ejemplo, queremos cambiar de aula, pero no lo acabamos de hacer pues creemos en la otra pueden no aceptarnos y esto nos paraliza.

Me refiero a momentos pues superar esta resistencia al cambio requiere elaborar ambos miedos. Necesitamos sobreponernos primero al miedo de perder lo que tenemos ahora y luego al miedo de que lo desconocido nos ataque. Elaborar estos miedos pasa por reconocerlos y pensarlos de manera crítica, entendernos.

Cambiar también requiere un poco de valentía, pero sin este movimiento hacia lo desconocido ¿cuántas cosas no nos perderíamos?

Robbins, especialista sobre el comportamiento en las organizaciones, reconocía también que en la resistencia al cambio intervenían nuestros hábitos, necesidades de seguridad, factores económicos, miedo a lo desconocido y el procesamiento selectivo de información.

Pues bueno, está bien, queremos cambiar, sabemos que es difícil, ¿Qué hacemos? Pues algunas ideas que te pueden ayudar:

• ¿Necesidad de cambio?: piensa en cuan necesario es y cuanto deseas determinado cambio. Asegúrate de entender las razones y todo lo que implica, y si realmente quieres el cambio es el momento de comprometerte con este.
• Identifica tus resistencias: piensa en el por qué te resulta difícil cambiar, a que le temes o que te lo impide. Identifica todos los obstáculos y elabora estrategias para superarlos. Algunos pueden ser más difíciles que otro, pero la búsqueda de alternativas inicia por ti.
• Apóyate en tus vínculos: todos sabemos que muchas cosas son más fáciles si se viven en compañía. Apóyate en tus amigos, compañeros y familiares, es más sencillo mantener un compromiso si este es con varias personas, que además te ayudan.
• El primer paso es el más complejo: pues sí, al igual que empujar un carro se vuelve más sencillo cuando ya se tomó el impulso, el cambio es igual. Rompe la inercia con una pequeña acción, y luego sentirás más sencillo el continuar.
• Constancia: todo cambio son pequeños pasos, pero es necesario mantenerse andando para lograrlo. En los momentos que quieras parar toma un momento para recordar por que deseas o necesitas este cambio, y recompénsate y alégrate con los pequeños logros.

Siempre hay un momento en que cambiar es necesario, por fuera de lo que conocemos y hacemos ahora hay un universo de oportunidades del que sorprenderse. No esperes mucho para iniciar ese cambio que deseas.