Porque ningún pibe nace chorro*

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Social

“J”, es un pibe del penal que nos contaba sobre la falta de atención adecuada a su salud, que en lista de espera para una operación, quedaba muy relegado por ser un interno de una unidad carcelaria.

“I” había encontrado en la religión, en los talleres y en la lectura un espacio y contención, que le había devuelto sentido a su presente y había hecho que se cuestione por primera vez por su futuro.

“O” había encontrado en la atención psicológica un espacio de reflexión y sostén después de tantos años sin que alguien pudiera escucharlo.

“M”, relataba la situación familiar que había vivido, en donde no le quedó otra que hacerse cargo de su familia. Mamá soltera y muchos hermanos. Salir a buscar el morfi* sería la prioridad. Su educación pasaba a un segundo plano. Un barrio conflictivo, hostilidad y situaciones conflictivas. Con lo cual sin lugar a dudas, crecerían naturalizando todo tipo de accionares; (hurtos, consumo de sustancias ilegales, violencia barrial, detenciones arbitrarias, estigmatizaciones, falta de oportunidades laborales, etc.) Y como si fuera poco no tener la posibilidad de elegir otra vida, lo más triste era observar que muchos habían encontrado en un sistema tan rígido y peligroso, por primera vez en sus vidas, a un otro que los mire, que les señale un límite, que los escuche e intente ayudarlos y que les de un plato de comida todos los días. Es decir, un espacio hostil que pasaba a suplir falencias familiares y económicas. “Estar mejor encerrado que en libertad”, una sensación difícil de discernir de este otro lado.

Ahora los jóvenes “en conflicto con la ley” estaban a ingresando a un mundo peor del que venían.

En todo esto habían comunes denominadores ,a saber; nadie elige ser ladrón, ni ser adicto, ni ser violento. Nadie elige al núcleo familiar primario, ni el contexto socio económico y cultural que le tocara. Lo cierto, es que de esas realidades, tan similares en el 90 por ciento de los casos, era muy difícil “salir ” para dar el salto a “una vida normal”. Sumado a eso, apelar a la voluntad, tener expectativas y proyectos a mediano plazo. ¿Qué tipo de expectativas podés tener cuando te acostumbraste a vivir en el mundo de “los otros” en donde nadie te explicó a vos, ni a tus papás cuáles eran sus derechos?.

El neoliberalismo ha cercenado a toda una generación, principalmente a los papás de esos chicos/as. Familias enteras que laburaban todo el día haciendo changas* y en situación de precarización laboral.

Los pibes que ahora aprendieron a naturalizar la muerte, a robar para tener unos mangos* o para tener la misma oportunidad que el resto de sus pares, fueron en primer lugar víctimas, junto a sus familias, de un sistema excluyente neoliberal y de políticas para unos pocos. Nadie es chorro porque quiere, nadie se prostituye porque le encanta. Por lo tanto, hasta que surja de cada uno de los Argentinos un sentido de sensibilidad social, no podremos generar ningún cambio profundo, si no empezamos por cambiar nuestras percepciones e ideas distorsionadas a cerca del ¿por qué? de las acciones de los “pibes conflictivos”.

Si apoyamos políticas neoliberales asistencialistas y criticamos rotundamente las políticas públicas de inclusión social de un estado que entiende que su rol es ser garante de los derechos de los trabajadores y de los más pobres, nunca va a dejar de haber pobreza, ni inseguridad, ni capital cultural, ni paz.

Hay mucho por mejorar en este hermoso país, pero entiendo que va a llegar en este sentido, no girando hacia la “derecha”.

*Chorro: ladrón

*Morfi: comida

*Changas: trabajos informales

*Mangos: dinero

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Estudiante de psicología

Estudiante de psicología con perspectiva de género. Trabajadora del Ministerio de Justicia. Participo activamente en la lucha contra la Trata de Personas y erradicación de la violencia. Escribo, leo, y canto. [...]