Del individuo de la masa al sujeto de la comunidad

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Psicoanálisis

Excepcionalidad no es la diferencia, excepcionalidad es figura encubierta de discriminación. Una pantalla que justifica la desigualdad. Singularidad no dice lo excepcional sino lo único. Mientras la excepcionalidad es franquicia de una existencia superior o inferior, una vida elevada o subestimada, la singularidad es una existencia única que habita próxima de otras soledades igualmente únicas.

PERCIA, M. Inconformidad: arte, política, psicoanálisis

Dentro de todas las funciones que Lacan le dio el objeto a, recién mencioné aquella que representa al corte, la caída, la separación en tanto tal entre el sujeto y el Otro. Y por eso es causa (condición) del deseo –porque el Otro me falta, no me completa ni lo completo a él. Al contrario, la angustia es señal del peligro de que falte la falta. El terror es la presentificación del goce no cortado. De la relación sexual no mediatizada por la ley.

La masa es el territorio del sentido (fantasías e identificaciones) y de los yoes en tanto alienados por un rasgo unario que hace del Otro una omnipotencia contenedora e insuperable: lo que se dice pensamiento único. Se plantea momentáneamente la ilusión, el fantasma de un no-corte. A nivel de la masa, consistente y fálica, “hay relación sexual”. Se entiende que esto es del orden de lo imaginario, de lo fantasmático puro. Pero de allí extrae su eficacia, en particular, para provocar malestar –dado que como todo espejismo, desear conforme al superyó, siempre es algo frágil (sentimientos de inadecuación, culpa, inhibición, síntoma).

En cuanto al sentido, Erik Porge lo diferencia del no-sentido y dice: “El no-sentido es suplementario del sentido.”1 Es decir, el no-sentido no es complementario del sentido. Lo cual me lleva a preguntar cuál sería entonces dicho complemento. Podría arriesgar, dado que el autor no lo establece allí, que lo que complementa al sentido, desde el punto de vista psicoanalítico, es el síntoma (como algo “sin sentido” para el discurso yoico del analizante, pero frente a lo que Freud toma una posición diferente). Es decir, una neurosis es aquella estructura donde el síntoma –cuya índole última es lo pulsional– y el sentido se complementan, se acoplan, se sueldan, se empalman.

Continúa Porge hablando del no-sentido: “Este suplemento es falta de sen- tido y le falta el sentido. Como tal, está vinculado con un deseo, una falta en ser cuyo objeto es a…”2 O sea que, si el complemento del sentido se refiere al goce sintomático, su suplemento es del orden del deseo en tanto metonimia de la falta en ser. El suplemento hace referencia al paso de sentido que es también un menos de sentido (una pérdida) pero no un sinsentido –que es la patología del sentido. El no-sentido es ese espacio vacío en el Otro que hace posible la producción, el plus de sentido (la metáfora). Es ese impasse del significante como no significando ni todo ni nada, que permite que en determinado momento algo signifique. Y que además el sujeto exsista.

De este modo:

Si se puede sostener la afirmación según la cual decir de otra manera lo mismo es decir otra cosa, es desde el punto de vista del deseo y no desde el punto de vista del sentido [ni del goce]. Esa “otra cosa” representa el lugar del deseo. El deseo es llevado por la manera de decir de otro modo lo mismo.3

En términos de la clínica psicoanalítica, al “decir de otra manera lo mismo” el padecimiento sintomático que el fantasma lleva a repetir (a actuar) pierde su fijeza, porque al ser articulados y desmontados (deconstruidos) los significantes que constituyen a este último, las condiciones de la repetición del primero son conmovidas.

Finalmente el autor, un poco más abajo, agrega: “El estilo es esa dimensión suplementaria en el sentido de que tiene que ver con la manera de decir y se hace a la vez el soporte del deseo y causa de división del sujeto”. 4

Si el estilo es soporte del deseo y causa de la división subjetiva, evidentemente, se vincula con aquello que ubiqué en el inicio, es decir, con el objeto acomo función de corte en tanto tal. Esto ya fue establecido por Lacan cuando sostuvo que “es el objeto quien responde a la pregunta por el estilo”5, o más directamente, “el estilo es el objeto”6.

Estimo que, a través del objeto y del estilo, podemos repensar lo ético del campo psicoanalítico, porque allí hay una jugada por la singularidad (entendida como separación o más allá del Universo instituido y no como mera “excepción”7). En el estilo hay, pues, una apuesta por aquello que resta al sujeto del Uno unificante del sentido y del goce, al igual que en la perspectiva Ética hay un restarse de la Moral. De la misma manera, en el pensamiento crítico hay una travesía hacia lo que se sustrae respecto del pensamiento calculador.

La verdad de la masa es la Horda primitiva y el individuo. Allí no hay lugar ni para el deseo, ni para el estilo, ni para el pensamiento crítico, ni para la ética porque domina el goce autoritario y el discurso único de un Amo sin barrar que no deja alternativas, que no deja “decir de otra manera lo mismo” sino que exige repetir sin pensar y reproducir lógicas instituidas sin agenciarse institu- yentemente de lo dado. Allí es necesario volver a establecer las condiciones para que pueda emerger la otredad. Pero esto implica un duelo y un lento proceso de desidealización, cuando no de resistencia, de acción, de combate y de lucha. En especial, contra los propios fantasmas –ya sean de un sujeto en especial o de la sociedad misma (clínica de la numerosidad social). Esto último, también, reintroduce la cuestión política como subversión y suplemento de la mera ideología.

1 Porge, E.; “El estilo, un suplemento de deseo” en Transmitir la clínica psicoanalítica. Freud, Lacan, hoy. Buenos Aires, Nueva Visión, 2007. Pág. 59.

2 Porge, E.; Ibíd.

3 Porge, E.; Ibíd.

4 Porge, E.; Ibíd. Pág. 60. Subrayado en el original.

5 Lacan, J.: “Obertura de esta recopilación” en Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI ed., 2007. Pág. 22.

6 Lacan, J.: “Juventud de Gide, o la letra y el deseo” en Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI ed., 2008. Pág. 704.

7 Langelotti, L.; “La singularidad: metáfora de la carencia-de-ser” en Fuegos del sur, psicoanálisis en movi- miento. Revista online de Poesía y Psicoanálisis. Abril de 2013.

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Psicoanalista y escritor egresado de la Universidad de Buenos Aires

Actualmente se dedica a la clínica psicoanalítica freudo-lacaniana. Dentro de sus investigaciones actuales se destaca el interés por recuperar el espíritu crítico y polémico del pensamiento freudiano tomando pensadores de otras disciplinas. [...]