Estoy pensando hace tiempo en este título, a veces se vive la vida por tramos o tiempos pequeños de comodidad, que hasta nos hagan parecer cancheros o vivos, al menos más que los demás. En principio antes de hablar de esto vale decir que tengo claro hace mucho tiempo y al menos a mi parecer, que todos somos seres sociales, que necesitamos vivir en comunidad y compañía, y que no nos enseñan ni preparan para vivir nuestros tiempos solos, sigo sosteniendo que cuando aprendemos a vivir solos es cuando podemos empezar a vivir con el otro, por voluntad, por afecto, pero no por esa cosa morbosa de dependencia, de no “ser sin el otro”, estos utópicos novelescos de “Romeo y Julieta” , por los que casi siempre se termina muriendo o sufriendo por amor.
Aunque los he visto, he visto personas hasta el punto casi de desfallecer por emociones fuertes, pero a pasado el tiempo, años a veces y nadie ha “muerto de amor”. Si al revés casos patológicos de insania en nombre del amor, lamentables y comunes femicidios, separación de hijos de sus padres, locuras de mentes no muy sanas que nada tiene que ver con el amor o el de obrar en su nombre. Dicho esto retomo el tema de “comodidades incómodas”, por las que solemos vivir o pasar más a menudo de lo que creemos, por una relación que hay que ocultar, por deseos que no se pueden decir a nadie y con los que mayormente no tenemos con quien charlar. Se transforma en la incomodidad de lo oculto, que nos sacan de nuestra libertad de vivir libres e independientes. Y lo que para el común de las personas parecería cómodo se transforma en una incómoda realidad que llega a pesarnos mucho y ya queremos cambiar, al menos hacer algo, algún movimiento, para que lo que parecía más fácil deje de ser eso incómodo en lo que se transformó y nos permita una vez más recuperar nuestra individualidad y libertad personal de ser y decidir por nosotros mismos.
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