Epilepsia desde una perspectiva psicológica 

cerebro-epilepsia

Epilepsia

La epilepsia es una enfermedad de origen orgánico cuya causa fundamental reside en la actividad eléctrica anormal del cerebro. Se trata de una afección crónica de patogenia diversa, caracterizada por crisis eléctricas recurrentes, debidas a una descarga excesiva de las neuronas corticales que puede estar asociada con variadas manifestaciones clínicas y paraclínicas de forma eventual. 

Si bien la clasificación de las crisis epilépticas se basa en criterios estrictamente neurológicos, a los psicólogos no nos es ajena esta problemática, ya que las alteraciones psíquicas que se asocian a los distintos tipos de ataques epilépticos suelen ser específicas. A grandes rasgos, las crisis convulsivas pueden dividirse en función del área limitada o total del cerebro afectada por la actividad crítica recurrente. Pueden ser parciales o generalizadas. 

En las crisis parciales, la actividad eléctrica anormal siempre comienza en un área discernible de la corteza cerebral, pero puede expandirse y llegar, incluso, a generalizarse. Se reconocen 3 tipos básicos: 

–  Simples: en las que no se produce una toma total de la conciencia sino sensaciones o movimientos anormales que se circunscriben a una parte del cuerpo o alteraciones de la percepción que afectan un solo sentido.

–  Complejas: que ocasionan una toma significativa de la conciencia y cambios en la conducta, las sensaciones y movimientos en una variedad de combinaciones.

–  Secundariamente generalizadas: que evolucionan hacia las formas típicas de las crisis generalizadas, las cuales incluyen varias formas clínicas, pero las más comunes son la tónico-clónica o gran mal y la de ausencia o pequeño mal. 

Desde hace varias décadas se especula acerca de que la incidencia de alteraciones psíquicas es mayor cuando la epilepsia se localiza en el lóbulo temporal. Incluso, se afirma que la probabilidad de presentar este tipo de trastorno aumenta 30% en pacientes con epilepsia generalizada y 50% en aquellos que presentan focalización temporal. Para algunos autores esa aseveración es errónea y se debe, en lo fundamental, a la gran frecuencia de la epilepsia temporal y a la especificidad del tipo de alteración psíquica que la acompaña. 

epilepsia

Foto tomada de Diagnos- Centro de diagnóstico avanzado

En el mundo hay más de 50 millones de seres humanos que padecen esta enfermedad. En Cuba se ha calculado una tasa que oscila entre 3,1 y 6,1 por 1000 habitantes, lo que determina que entre 30 000 y 70 000 cubanos padezcan de esta afección. En algunas de las instituciones psiquiátricas del país, la epilepsia constituye la segunda causa de ingreso, solo superada por la esquizofrenia. 

La aparición de alteraciones psíquicas en los pacientes con epilepsia parece estar vinculada a 3 grupos de factores de riesgo: 

  1. Factores neurobiológicos: edad de inicio de las crisis y su duración, tipos de ataques y su control, características electroencefalográficas, presencia de daño cerebral, metabolismo cerebral y neurotransmisores.
  2. Factores psicosociales: temor a las crisis, calidad de vida deficiente, problemas financieros, escasa disponibilidad de apoyo social y estigmas sociales y familiares.
  3. Factores medicamentosos: politerapia anticonvulsiva, tratamiento con barbitúricos, déficit de folatos y efecto hormonal.

Es importante señalar que, además del rechazo psicosocial de que son víctimas los pacientes con epilepsia, en ocasiones enfrentan dificultades propias de las instituciones de salud donde reciben atención médica. El Sistema Nacional de Salud (SNS) en Cuba tiene una amplia cobertura y todo paciente tiene acceso gratuito a los servicios de salud más especializados. En el área de salud el paciente con epilepsia es atendido por el médico de familia y si su cuadro clínico se complica, por un especialista clínico o psiquiatra. Cuando la epilepsia es de difícil control y las características clínicas sugieren otras complicaciones, se solicita la valoración del neurólogo, que se encuentra en las consultas especializadas. 

Se considera que en el paciente crónico en general, el apoyo emocional y cognitivo que es capaz de brindar el equipo de salud se revierte en un mejor cumplimiento del tratamiento médico, ya que el enfermo lo percibe como una fuente autorizada y prestigiosa de información, a la vez que lo provee de atención especializada y seguridad. Sin embargo se han detectado deficiencias imputables a la carencia de información en el personal médico y paramédico: el empleo de la politerapia anticonvulsivante, descrita como generadora de alteraciones cognoscitivas; el diagnóstico de epilepsia formulado a partir de un electroencefalograma (EEG) paroxístico sin la evidencia clínica correspondiente, la indicación de tratamiento con anticonvulsivos como profilaxis de la epilepsia después de traumatismos o cirugía y la indicación de tratamiento farmacológico ante la presencia de una primera crisis. 

En ocasiones, los pacientes son remitidos a consultas especializadas para resolver problemas que tenían solución en el área de salud. A veces, se incapacita al paciente para la vida laboral sin justificación alguna o se contribuye a su estigmatización al establecer un diagnóstico invalidante de manera apresurada. En no pocas oportunidades se refuerzan las seudocrisis y los trastornos de personalidad que presenta el paciente con expresiones tales como: 

– “Usted tiene una lesión cerebral”.
– “Usted tiene un foco epiléptico”.
– “Usted tiene que tomar medicamentos mientras viva”. 

, , , , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados