Salud, sexualidad y género como fenómenos sociales. Aportes y limitaciones desde la teoría de Durkheim (Parte I)

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Psicología Clínica, Social

La salud y la sexualidad son aspectos centrales de los seres humanos, y como tal, se encuentran formando parte de toda su historia y sus construcciones sociales. Estas se conforman como un elemento relevante para el hombre y la mujer, siendo evidente su presencia en los orígenes de la sociedad y en las relaciones que en ella se establecen. De esta manera, el estudio de la salud y la sexualidad como fenómenos sociales se hacen necesarios, permitiendo la mejor comprensión y el mejoramiento de los mismos. Así como, también se nos hace imperante entender la influencia que la sociedad tiene en la salud y la sexualidad. Es desde este vínculo dialéctico entre salud sexual y sociedad, donde ambos se aportan y complementan entre sí, que podremos comprender mejor este fenómeno.

Para esto, es ideal utilizar las herramientas que la sociología nos brinda como ciencia, permitiéndonos el entendimiento de la sociedad como determinante de la salud y la sexualidad, ofreciéndonos las habilidades para valorar los aportes y limitaciones de algunas de las teorías que dentro de esta ciencia se han esbozado.  

Como dice Blenda1 en su artículo “Determinantes sociales de la salud y de la enfermedad” del 2006, la sociología no está ajena a la influencia que la salud de una población tiene sobre el desarrollo económico, los avances médicos y la prestación de servicios sanitarios y desde sus comienzos se preocupó por los determinantes sociales de la salud y la enfermedad.  Es por esto que el análisis de unos de sus principales exponentes, uno de sus pioneros: Durkheim, nos aportará elementos útiles para comprender –desde sus limitaciones- esta estrecha relación de la salud sexual, el género y la sociología.

Di Pietro2, por su parte, también plantea que los escritos de Durkheim, han soportado el paso del tiempo y siguen estimulando, en contextos muy diferentes, relecturas y debates. Comparto plenamente esta idea entendiendo que, aunque no fue intención del autor esbozar más allá de la relación entre individuo y sociedad, este vínculo ayuda a explicar muchos fenómenos contemporáneos. Si bien es cierto que, aún con los aportes significativos que hizo a la ciencia, se pueden apreciar en su pensamiento, algunas limitaciones que abordaremos críticamente en este artículo. 

Según esta misma autora2, Durkheim y su posición positivista sobre el conocimiento social, propone la idea de que las ciencias naturales son el modelo que debe seguir las ciencias sociales. Esta idea le permitiría formular leyes generales de los hechos sociales, basados en el estudio de las regularidades encontradas en estudios de hechos naturales.  

A consecuencia de esto, Durkheim considera que, en lugar de anhelar una sociedad novedosa, promoviendo el cambio, es necesario preservar el orden existente, el orden natural. Esta idea, marcaría su posición conservadora, sin negarse completamente a cualquier tipo de cambio, pero entendiendo el cambio como algo lento y no radical. Estos basamentos influirán notablemente en la conformación de sus teorías y en la noción del concepto de salud.

Los comienzos de Durkheim, específicamente en el análisis del suicidio en 1897, es uno de los antecedentes del estudio de la salud mental y un intento de abordar su influencia para la sociedad, aunque su visión de este fenómeno fue sesgada, limitándose solo a ilustrarlo desde su concepto de anomia, como una anormalidad o conducta desviada, pero ya más cercano a la enfermedad y menos al crimen, como fue considerada un poco antes por otros teóricos.    

Foto de un busto de Emile Durkheim por Christian Baudelot

Durkheim desde la perspectiva de la salud. Aportes y limitaciones.

Las ideas anteriormente esbozadas se mantienen de fondo en toda la teoría de Durkheim, sirviendo como base para mucho de sus planteamientos. En su artículo: La división social del Trabajo, se aprecia la comprensión de la sociedad conformada por las relaciones entre sus individuos a través de la actividad y de la función que ocupan en su entorno. Destaca la importancia de determinar el papel que juega la división del trabajo para la sociedad, como aporta esta fuerza productiva en el avance de la misma. En sus propias palabras: 

Nada parece más fiel, a primera vista, como determinar el papel de la división del trabajo. ¿No son sus esfuerzos conocidos de todo el mundo? Puesto que aumenta a la vez la fuerza productiva y la habilidad del trabajador, es la condición necesaria para el desenvolvimiento intelectual y material de las sociedades; es la fuente de la civilización3 

No obstante, considera que, esta división del trabajo, en tanto, solo tribute a la producción, es ajena a la moral y al estado óptimo que se quiere lograr en la sociedad. Los suicidios, crímenes y otros fenómenos mórbidos como él los denomina3, aumentan a medida que la industria y la ciencia progresan, o sea en la medida en la división del trabajo y la productividad se hacen más fuertes, llevándolo a concluir que: 

Sería, sin duda, una ligereza sacar de este hecho la conclusión de que la civilización es inmoral, pero se puede, cuando menos, estar cierto de que, si tiene sobre la vida moral una influencia positiva y favorable, es bien débil.”3 y también afirma: “Es esto sobre todo verdad, con relación a la actividad económica que acompaña siempre a la civilización. Lejos de servir a los progresos de la moral, en los grandes centros industriales es donde los crímenes y suicidios son más numerosos; en todo caso es evidente que no presenta signos exteriores en los cuales se reconozcan los hechos morales3

Todo esto influye en que Durkheim entienda a las sociedades modernas como sociedades más fraccionadas que las anteriores en las que las creencias colectivas y la falta de moral predominaban.

Para explicar estos elementos Durkheim utiliza como metáfora la enfermedad proponiéndola para explicar el “mal” que la sociedad sufre, que no es otro que la falta de valores. Según este autor la sociedad se remodelaría por medio de una organización profesional que contribuyera a una ética del trabajo industrial y comercial2.  La división del trabajo sería una fuente de cohesión y civilización, que en generaría la solidaridad, aportando redes de cooperación relevantes para la sociedad. No obstante, por sí sola no bastaría, sino que debe ser acompañada por un derecho, por una moral, por leyes y reglas que establezcan el control. El desorden y el caos conspiran contra la solidaridad y hacen que la división del trabajo no cumpla su objetivo primordial. Por esto, Durkheim defiende las leyes que las sociedades modernas y civilizadas proponen tales como el matrimonio, instituciones que afianzan las relaciones y la solidaridad, controlando el funcionamiento adecuado de la sociedad.

Sin embargo, sus ideas no abarcan la proposición de un cambio en el modo de distribución de la producción. No considera importante modificar las estructuras existentes, a pesar de reconocer como afectan a los individuos. Se limita a establecer una disciplina y orden moral que considera faltante, poniendo en práctica su idea de mantener el “orden natural” de la sociedad con un mínimo de control. 

Por tanto, la sociedad ideal es aquella que logra preservar su salud y la idea de cambio se limita a su conservación2, al cuidado de la enfermedad ya instaurada. Es decir, los únicos cambios que propone y que reconoce como útiles son aquellos que permiten recuperar la “salud social” o curar las enfermedades que padece la sociedad civilizada.2 

Por otro lado, podemos apreciar como resaltan en este artículo la visión de la salud que Durkheim propone centrándose en la curación de la enfermedad, más que en la prevención de la misma. Una visión negativista y limitada, pero hija de su tiempo y su contexto, donde esa era la percepción general que de la salud se tenía. Al mismo tiempo, nos brinda pistas de lo que más tarde se convertiría en la sociología de la salud, pero desde una óptica institucional, funcional, relevante no para los individuos sino para la sociedad como sistema y los beneficios que de ella se podían obtener. Esto, deja de lado, la individualidad, el respeto por su subjetividad y sus diferencias, visionando a las personas como entes conformantes de un grupo social, que aportan al mismo y no como seres humanos que saludables obtenemos un bienestar físico y psicológico óptimo. Obviando así, el análisis de las diferencias entre clases, géneros y razas, las cuales también afectarían la salud de los individuos y la “salud social” que tanto quería preservar. Dejando también de lado el entendimiento de que la división del trabajo pudiera afectar a los individuos y su entorno social desde otra perspectiva. 

Sin embargo, si fue de alguna manera transgresora su percepción de la salud como necesaria para el funcionamiento del sistema, entendiendo a la sociedad como disfuncional si los niveles de salud se mantenían bajos, pues afectaban el cumplimiento de los roles sociales y sus funciones en los individuos que la conformaban, afectando la estructura y el avance de la sociedad. Además, reconociendo como la causa de algunas enfermedades pueden estarse dando en lo social, en cómo está dividido el trabajo para ambos sexos y en cómo influye esto en la conformación de los individuos como entes sociales. Esta lógica, aunque simple y reconocible en la actualidad, en su momento no era entendida como tal. 

Hasta aquí esta primera parte, en un segundo momento se abordará la figura de Durkheim desde la perspectiva de la sexualidad y género.

Los esperamos.

 

Bibliografía Referenciada:

  1. Blenda García J M. Determinantes sociales de la salud y de la enfermedad. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales. 2006; No. 7:149-160.
  1. Di Pietro S. El concepto de socialización y la antinomia individuo/sociedad en Durkheim. Revista Argentina de Sociología. [en línea] 2004[fecha de acceso: 28 de marzo del 2018]; vol. 2, núm. 3: 95-117. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26920306  
  1. Durkheim, Emile. La división del trabajo social. 3ra ed. Vol. 1. Barcelona: Editorial Planeta-De Agostini, S.A. (1993)

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Yanquiel
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Gracias por la lectura Sebastián

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