Durkheim desde una perspectiva de la sexualidad y el género (Parte II)

Durkheim desde una perspectiva de la sexualidad y el genero
Durkheim desde una perspectiva de la sexualidad y el género

Psicología Clínica

Un elemento relevante para la salud de los seres humanos es mantener una sexualidad plena, lo cual implica muchos factores a tener en cuenta desde los psicológicos hasta los sociales. La identidad sexual y de género son elementos que marcan la salud física y mental del individuo. Los roles que se le asignan socialmente a cada género pueden influir en las vivencias positivas o negativas que tienen los seres humanos, tanto como marcan la aparición o preponderancia de malestares físicos o enfermedades crónicas. Esta lógica, bien conocida en nuestra actualidad y ampliamente debatida, no fue explicada a profundidad en la obra de Durkheim. Esto es entendible, teniendo en cuenta que no era su principal objetivo deducir estas cuestiones, sino defender la importancia de la división sexual del trabajo para el funcionamiento óptimo de la sociedad civilizada.

Algo que es muy notable en las teorías de Durkheim y sobre todo en su obra La división social del trabajo es la visión del ser humano como incompleto, en búsqueda de quien lo complemente, lo que según él lleva a que el trabajo diferenciado que realizan ambos individuos se conjugue conformando una maquinaria perfecta que contribuya a la sociedad. Nos está hablando, desde esta óptica, de un ser humano con poca autoestima, con una autovaloración disminuida, considerándose incompleto e imperfecto y siempre en búsqueda de la relación y de otro que lo complemente, dando origen a la sociedad.

“Por muy bien dotados que estemos, siempre nos falta alguna cosa, y los mejores de entre nosotros tienen el sentimiento de su insuficiencia”3

Esto evidencia una percepción pesimista del ser humano, donde no son relevantes, ni siquiera se tienen en cuenta las potencialidades del individuo. Entendiéndonos como sujetos enfermos, incompletos, inacabados, imperfectos. Esta situación se evidencia más explícitamente cuando comienza a describir a los dos sexos como diferentes en su aspecto físico, anatómico e intelectual. Considerando que esta diferencia es lo que marca la división del trabajo en la sociedad para cada sexo y que esta diferencia es la que hace que inevitablemente los sexos se unan para conformar al fin un todo completo.

“Por diferir uno de otro el hombre y la mujer, es por lo que se buscan con pasión. Sin embargo, como en el caso precedente, no es un contraste puro y simple el que hace surgir esos sentimientos recíprocos: solo diferencias que se suponen y se completan pueden tener esta virtud. En efecto, el hombre y la mujer, aislados uno de otro, no son más que partes diferentes de un mismo todo concreto que reforman uniéndose. En otros términos, la división del trabajo sexual es la fuente de la solidaridad conyugal”3

Varios elementos son notables en esta frase. Lo primero que repite es como el hombre y la mujer como seres incompletos que se necesitan el uno a otro para poder ser mejores, normales, saludables, sexualmente productivos, ideales. Por otro lado, no nota el autor, que esta lógica -que a él le parece común y racional- impone a los individuos una manera de ser y de hacer única, sin variantes, sin diversidad. Esto ligado a la presión social puede afectar su subjetividad, su salud, su bienestar, el cómo se sienten con respecto a sí mismos, intentando forzarse a entrar en los cánones de la normalidad. En esta ideología no hay lugar para otra orientación o preferencia sexual porque “solo el hombre y la mujer se complementa” y conforman juntos un ser social productivo. No hay lugar para unirse con un igual, pues el ser humano incompleto busca al otro sexo para complementarse y así formar parte de la sociedad. En su visión de la sociedad, Durkheim, refuerza lo que considera normal y solo desde esta perspectiva la división de trabajo comienza a considerarse moral para Durkheim, no porque aporte económicamente a la sociedad, sino porque permite la socialización de los sexos opuestos, lo que él llama la solidaridad conyugal.

Sin proponérselo, más que explicar un fenómeno social, plantea certezas sobre una sociedad conservadora que no debe ser cambiada, incluso cuando en la historia, él mismo reconoce que no siempre fue así. De esta manera nos dice que:

“Cuanto más nos remontamos en el pasado más se reduce la división del trabajo sexual. La mujer de esos tiempos lejanos no era, en modo alguno, la débil criatura que después ha llegado a ser con el progreso de la moralidad. Restos de osamentas prehistóricos atestiguan que la diferencia entre la fuerza del hombre y la de la mujer era en relación mucho más pequeña que hoy día es”3

Nótese como para Durkheim, el progreso de la moralidad tiene una connotación importante, refiriéndose así a una sociedad que ha llegado a ser civilizada porque ha dividido el trabajo sexualmente como está pautado en su sociedad actual, las mujeres -el sexo débil- a actividades del hogar y relacionadas con el cuidado y la maternidad, los hombres a los espacios públicos a ser el sostén económico a dominar la fuerza, la ciencia y el intelecto. Solo así una sociedad es considerada civilizada por él. Refuerza aún más esta idea cundo nos dice:

“Esas semejanzas anatómicas van acompañadas de semejanzas funcionales. En esas mismas sociedades, en efecto las funciones femeninas no se distinguen claramente de las funciones masculinas; dos sexos llevan, sobre poco más o menos, la misma existencia. Todavía existe un gran número de pueblos salvajes en que la mujer se mezcla en la vida política. (…)  También se ve con frecuencia a las mujeres acompañar a los hombres a la guerra; excitarlos al combate e inc1uso tomar en él una parte muy activa. (…) Uno de los atributos que hay en día distingue a la mujer, la dulzura, no parece haberle correspondido primitivamente. Ya en algunas especies animales la hembra se hace más bien notar par el carácter contrario”3

Según Durkheim aquellas sociedades en las que no existía una división del trabajo sexual definida no han alcanzado la civilización adecuada y por tanto tampoco la moral requerida para ser sociedades productivas y avanzadas. Denomina así, ejemplos que él considera son salvajes y primitivos, pues no hay una división del trabajo marcada para los sexos, no se reconoce tal cosa como desviación o anomia, no se considera inmoral, por lo que para él existe un descontrol una falta de organización que afecta a la sociedad. En sus propias palabras nos narra:

“Hace tiempo que la mujer se ha retirado de la guerra y de los asuntos públicos, y que su vida se ha reconcentrado toda entera en el interior de la familia. Posteriormente su papel no ha hecho sino especializarse más. Hoy día, en los pueblos cultos, la mujer lleva una existencia completamente diferente a la del hombre. Se diría que las dos grandes funciones de la vida psíquica se hallan como disociadas, que uno de los sexos ha acaparado las funciones afectivas y el otro las funciones intelectuales” 3

Este pensamiento de Durkheim marcado por la visión tradicionalista de género persistente en su época, nos hace corroborar cómo la imposición de determinados cánones de comportamientos especificados en la división del trabajo sexual marcaba a los individuos de las sociedades en las que se practicaba. Lejos de lograr el avance social y la supuesta salud de la sociedad se educaba a individuos sexistas, con visión limitada. Se conformaba una sociedad donde pululaban las enfermedades sexuales y mentales debido a esta propia concepción estricta y denigrante. Dicha sociedad relegaba a determinados sectores de la población a actividades, roles y status específicos que no podían modificarse, por riesgo a que la sociedad más que “civilizada” se convirtiera en el caos y el salvajismo. Cuando ocurre todo lo contrario: tal nivel de restricción y control, probablemente tuviera el efecto contrario en la salud de esa sociedad.

Por otro lado, su intento de entender los fenómenos sociales como similares a los naturales le hace referirse en muchas ocasiones a las mujeres como las hembras de la especie, comparándolas con algunas especies animales y asignándoles comportamientos que se han observado en las hembras de esta especie. Así, la mujer debe tener la función de procrear y cuidar a los hijos como en algunas especies animales, pero también debe mostrar rasgos como la delicadeza, la dulzura, la inactividad, la indefensión que no son características en esas especies de animales, pero que determinarían que la sociedad en la que se insertaran ha alcanzado un agrado de “civilización” y de “moral” adecuados.

En todo lo que hemos visto de Durkheim es notable como asigna roles a cada género, partiendo del sexo biológico, no de sus preferencias o personalidad, definiendo, así la normalidad para la sociedad que considera avanzada. Por ejemplo: si has nacido con genitales masculinos debes ejercer tu rol de hombre como la pauta la sociedad en que vives, que si es civilizada te hará fuerte, guerrero, defensor, sostén económico y heterosexual. Todo el que no cumpla con estas características está mal, es anormal y debe ser controlado para que la sociedad este “sana” ¡No en balde el suicidio tenía elevadas tasas en ese momento histórico!

Tales planteamientos, impensables en nuestro tiempo son fruto de una historia, de un contexto en el que la mujer había sido relegada a un espacio privado y limitado. La industrialización, por intereses económicos y productivos, promovió que algunas mujeres salieran de ese espacio privado y junto al hombre contribuyeran al sustento de la familia. Sin embargo, esto no fue bien visto por Durkheim ni por otros teóricos contemporáneos, pues implícito en sus teorías estaba claro que para él esto era un cambio significativo en la sociedad que provocaría el caos, el retroceso a la incivilización, la insanidad.

Lamentablemente, aunque con sus teorías racionales y explicativas de fenómenos sociales, marcó un antes y un después en la sociología, Durkheim tuvo una visión sesgada de algunos fenómenos limitándose a su descripción como algo antinatural y anormal, negándose a la diferencia y al cambio. Lo que hace que sus valiosos aportes tengan limitaciones en tanto no pudieron explicar cómo la división sexual del trabajo puede afectar la salud sexual, mental, reproductiva y el bienestar de los individuos de la sociedad. Como la pobreza, la discriminación, la sexuación de los diferentes espacios, el analfabetismo entre otros puede influir en que la sociedad sea más salvaje e incivilizada que aquella en que sus individuos no importa el sexo, la diferenciación del género o su estatus puedan acceder al conocimiento y realizar cualquier actividad que contribuya a la sociedad en la que viven.

Lo que hemos abordado, nos indica cómo los niveles de salud en la población están influidos por factores sociales como la clase social, el trabajo que se realice, la raza, los roles de género que se asuman, el entorno entre otros factores. A su vez, mejores niveles de bienestar influyen positivamente en la sociedad conformándola, evolucionándola, transformándola positivamente. Por lo que, la Sociología juega un papel relevante para el estudio y entendimiento de estos fenómenos. Por tanto, un estudio de uno de sus teóricos más relevantes, nos ayuda en los comienzos de esta comprensión, si bien no tomadas al pie de la letra, sino valoradas y criticadas. Sin dejar de comprender su valor y su carácter histórico, pero aportándole una nueva perspectiva.

Los resultados de los análisis realizados a lo largo de este artículo, nos indican como Durkheim marcó los comienzos, en la sociología, para entender la salud de los individuos y como es importante su cuidado para el avance de la sociedad. También incluyó la visión -aunque fragmentada- de los géneros, del sexo como elementos relevantes a tener en cuenta para la conformación de la sociedad. Fue uno de los pioneros en esbozar, desde la perspectiva social, un entendimiento limitado, pero efectivo de cómo se conforman normas y roles que se le asignan a los sexos, ahora conocidos como roles de género. Si bien es cierto, que le quedó mucho camino por recorrer en temas tan relevantes como estos, teniendo concepciones sexistas y discriminatorias; también de sus faltas se pueden tomar ideas que nos guíen para entender mejor esta sociedad que consideró perfecta y saludable, cuando tanto distaba de serlo. Podemos afirmar, entonces, que sus aportes marcaron un punto de partida para comprender como la salud, la sexualidad y el género influyen en la conformación de las sociedades, como la historia es relevante a tener en cuenta y como el cambio y la diversidad -contrario a lo que propugnó- no son los que atrasa a la civilización, sino lo que la que la convierte en una mejor sociedad.

*Salud, sexualidad y género como fenómenos sociales. Aportes y limitaciones desde la teoría de Durkheim

Bibliografía Referenciada:

  1. Blenda García J M. Determinantes sociales de la salud y de la enfermedad. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales. 2006; No. 7:149-160.
  1. Di Pietro S. El concepto de socialización y la antinomia individuo/sociedad en Durkheim. Revista Argentina de Sociología. [en línea] 2004[fecha de acceso: 28 de marzo del 2018]; vol. 2, núm. 3: 95-117. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26920306  
  1. Durkheim, Emile. La división del trabajo social. 3ra ed. Vol. 1. Barcelona: Editorial Planeta-De Agostini, S.A. (1993)

, , , , , , , , , , , , , , , ,

2
Compártenos tu opinión

avatar
1 Comment threads
1 Thread replies
0 Followers
 
Most reacted comment
Hottest comment thread
2 Comment authors
mmLuis Nodo Recent comment authors
  Subscribe  
newest oldest most voted
Notify of
Luis Nodo
Guest
Luis Nodo

Durkheim desde una perspectiva de la sexualidad y el género (Parte II). Y dónde está la primera parte?? Podrian poner el enlacea la parte 1 en este artículo?? Se hace un poco difícil encontrarlo.
Gracias

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados