¨Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino¨.
Viktor Frankl
Las crisis vienen a ser períodos de ruptura, generalmente provocados por conflictos que aparecen allí donde se perciben actividades incompatibles, o ante algo que se distingue como escaso, por lo que implica la lucha entra las personas en conflicto.
Ante la crisis mundial provocada por la llegada del Covid-19 se han ido desatando distintos tipos de conflictos, derivados por la imposibilidad de dar solución a algunas necesidades de la manera usualmente conocida, teniendo como consecuencia ajustes significativos en las dinámicas cotidianas de casi todos los seres humanos.
En su libro, El hombre en busca de sentido, el psiquiatra Victor Frankl se detiene a relatar tres fases por las que se puede llegar a pasar ante una crisis que implique este tipo de aislamiento y subordinación. Sin intención de comparar lo que se está vivenciando hoy con los campos de concentraciones surgidos por el dominio fascista, si se pueden llegar a ver similitudes que hacen esta teoría aplicable al día de hoy.
Victor Frankl
Entre sus fases comenzamos con un estado de shock, donde se intenta asimilar que está ocurriendo y llegando a un estado tal de enajenación donde se empieza a borrar casi todo rastro de vida anterior, interesándose por los aspectos nuevos y relevantes que los acontecimientos pueden traer y por su desenlace final.
Demostrado en los primeros meses de la pandemia, muchos de los cubanos y de la población mundial en general, se encontraban extremadamente interesados en los nuevos casos y los síntomas que podía ocasionar la nueva enfermedad, por los métodos de protección que se podían usar y las nuevas medidas que se iban orientando.
Ya después de un tiempo se puede arribar a una segunda fase donde se manifestaba una apatía absoluta, ¨era como una muerte emocional¨. ¨La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno no le importaría ya nunca nada eran los síntomas que se manifestaban en la segunda etapa de las reacciones psicológicas¨.
Hoy en día, la principal preocupación que tenemos es NOSOTROS, solo somos capaces de mirar por nuestra propia casa y por nuestras propias necesidades. No estoy diciendo en ningún momento que esto sea malo, sin embargo, hemos llegado a niveles extremos. Me remito a mi experiencia en la organización y control de las colas durante este periodo que me ha hecho trabajar directamente en las tiendas de mi localidad: nos molesta hasta que una mujer embarazada llegue a comprar culeros para bebé si eso implica que debo esperar a que ella pase para adquirir mi producto, sin contar el tipo de expresiones y comportamientos que se pueden manifestar para adquirir productos que, en otras circunstancias, ni siquiera miraríamos.
Sabemos que hay necesidades primarias y que, en general, cualquier necesidad que tengamos va a buscar alguna manera de obtener su objeto de satisfacción, pero, ¿tenemos que pasar por encima de los demás para conseguirlo?, ¿Tenemos que dejar de lado nuestro pensamiento racional y nuestra capacidad de regular nuestra conducta?, tengamos en cuenta que esas características son casi las únicas que nos separan del resto de las especias animales.
Muchas veces nos creemos que porque aún no nos ha tocado cerca somos inmunes a lo que está sucediendo, que los números que dan por las noticias son solo eso: números a los que le damos 10 minutos de nuestra atención mientras nos asombramos y nos impactamos de algunas de las historias que cuentan.
No nos engañemos, nadie es inmunes, no hay solución aún y, aunque nuestra fé está puesta en los candidatos vacunales que hasta ahora han demostrado buen grado de efectividad, gran parte de la responsabilidad para la erradicación o mejoramiento de esta crisis, está en nuestras manos.
Para culminar, después del mejoramiento de esta epidemia, podíamos llegar a una tercera etapa denominada reacciones espirituales, justo después de la crisis aún pueden quedar sentimientos de temor.
¨Al estado de ansiedad interior siguió una relajación total. Pero se equivocaría quien pensase que nos volvimos locos de alegría, literalmente hablando, habíamos perdido la capacidad de alegrarnos y teníamos que volverla a aprender, lentamente…No podíamos creer que fuera verdad. Pasaron muchos días antes de que no sólo se soltara la lengua, sino también algo que estaba dentro de todos nosotros; y, de pronto, aquel sentimiento se abrió por entre las extrañas cadenas que lo habían constreñido¨.
La deformidad moral, la desilusión y la amargura eran algunas de las experiencias mentales que amenazaban con dañar el carácter, está en manos de todos, y de nosotros como psicólogos, prevenir estos resultados, sacar las mejores experiencias y aplicar de manera eficaz las enseñanzas que nos puedan ser útiles en los nuevos tiempos que puedan llegar.
La logoterapia o terapia existencial, es la base teórica sobre la que autor realiza todos los análisis expresados en el libro.
A pesar de compartir bases psicoanalíticas, sus diferencias con Freud se encuentran en que, aunque ambos estudiaron la neurosis, para este último, la raíz de la enfermedad está en la ansiedad que se fundamenta en motivos conflictivos e inconscientes, además de que pone a relieve la frustración en la vida sexual. Por otro lado, Frankl clasificó la neurosis en diferentes tipos y llegó a encontrar el origen de alguna de ellas en la incapacidad del paciente de encontrar significación y sentido en la propia existencia, para él la frustración está en la voluntad intencional.
Teniendo un sentido autobiográfico por el relato de hechos que el autor vivió en carne propia, no deja de ser un material con un alto valor científico donde se nos abre la puerta a una nueva manera de ver y percibir la realidad.
El prólogo y la repercusión de su obra en los EEUU y en América en general fue gracias al interés del psicólogo Gordon W. Allport, uno de los integrantes de la tercera fuerza, como fue conocido el Humanismo, discípulo de Freud que poco a poco fue encontrando sus propios postulados y que acogió con gran valía lo que Frankl propuso.
Si decides descubrir un poco más sobre qué tipo de consecuencias se pueden derivar de experiencias tan impactantes como el estar en un campo de concentración, y sobre todo, cómo el ser humano tuvo la capacidad de sobreponerse a eso y a muchas otras crisis que puedan venir en el futuro, no dudes en adentrarte en una historia que, sin intentar ser pedagógica, nos deja enseñanzas invaluables para ser nuestra mejor versión como seres humanos.
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