Pensando críticamente al psicoanálisis

pensar-psicoanalisis

Psicoanálisis

De la voluminosa literatura analítica local y contemporánea, he dado con ciertos autores que me permiten repensar la situación actual del campo psicoanalítico en una época caracterizada por los avances de una obscenidad superyoica que viene bajo la égida de un capitalismo neoliberal feroz, de las neurociencias y la terapia cognitivo conductual, del relanzamiento de un sentimiento religioso temible por su búsqueda de hacer de todos Uno.

Por ejemplo, el primero de esos autores que nos permiten respirar nuevos aires, reflexiona:

Si no vacilamos en decir que el saber es la manera más eficaz con que los psicoanalistas resisten al psicoanálisis, este obstáculo para el deseo del analista tiene afinidad con una posición en la extensión. El conocimiento lacaniano hace en nuestro medio más cercano el tono de nuestra época. Conocimiento, universitarización del saber que claramente excede la geografía de las universidades y que hace nido propio en aquello que entendemos como formación. Nuestras asociaciones psicoanalíticas explotan de conocimiento y rápidamente por iniciativa de un mercado del nombre propio los seminarios abundan y abundan. ¡Tanto que enseñar, y a tantos!1

Este problema del saber converge directamente con el lugar dado a la teoría, que opera como una especie de «imperativo categórico» del que no nos hemos librado tanto como quisiéramos. “Hay que saber. Hay que estudiar”. Inclusive: “hay que analizarse”, lo cual es un verdadero oxímoron, si se lo piensa finamente, puesto que sustituye la dimensión electiva por la de la obligación (que sea “bueno” analizarse, no equivale a que sea “obligatorio”. Por lo demás, ¿“bueno” para quién?).

En este sentido, el segundo autor que ubico como interesante por su analogía entre el pasaje “de La madre a una mujer” y la transición “de La teoría a una lectura singular”, plantea lo siguiente:

… si la Teoría ocupa el lugar de La Mujer, (…), al impedir la negativización del falo, ubica a quien habla en dirección opuesta a la que la dirección de la cura analítica ofrece, constituyendo de esta manera un punto resistencial de no poca importancia para que el psicoanálisis se transmita, acorde con el decir de Freud y de Lacan.2

La teoría como Gran Otro sin tachar, sin barrar. Claramente, eso va en una orientación muy disímil de la que nuestra ética propone, a saber, la ubicación del punto de falla en el campo significante como horizonte deshabitado del ser y que funciona como condición de posibilidad para la emergencia misma del sujeto del deseo. ¿Qué puede transmitirse de esa experiencia límite que es toparse con la castración –la falta en el Otro– si los enunciados del Maestro desmienten la enunciación freudo-lacaniana al mostrarse completos, cerrados, perfectos, omniexplicativos y rayanos en la cosmovisión?

Finalmente, concluyendo con esta crítica del campo psicoanalítico actual además de situar la convergente sintomaticidad entre Saber y Teoría antes puntuada, una tercera puntuación ahora sobre la Institución:

Si un rasgo de la práctica del psicoanálisis es el bien (y por qué no el buen) decir, la insti- tución se ha mostrado ajena a ese orden. No es el psicoanálisis sino su museo o más bien su mausoleo. Y esto no es sólo metáfora como lo evidencia su afición a las ceremonias, los homenajes y la acumulación de lo que sea: años, jornadas, miembros, actas, funda- ciones y refundaciones. (…) No hay nada en el psicoanálisis que sea institucionalizable. Como no lo hay en el inconsciente. Ciertamente hay síntomas y hay fantasmas. Hay superyó, hay ideal y hay neurosis. Y, podría decirse, por qué no, que el inconsciente tiene que arreglárselas con todo eso. Para, con y contra todo eso (…), hablar.3

Nuevamente: ¿Cómo podría hacerse de un discurso y de una práctica sobre la carencia en ser específica del sujeto del deseo, una Iglesia o un Ejército sin traicionar, ipso facto, su enunciación? Resumiendo lo dicho hasta aquí, he hablado de:

1) El saber como obstáculo dentro del psicoanálisis contemporáneo en especial por su no analizada relación con el poder actual como lógica del mercado.

2) La teoría como resistencia por su ligazón a una pretendida verdad-toda (no pensada como agujero en los saberes sino como iluminación).

3) La institución como sepulcro del espíritu crítico del decir freudiano y lacaniano cuando su impronta es restituir al Otro y establecer la firme consistencia del yo vía el sentido (monaguillos del estribillo psicoanalítico).

Psicoanálisis, pensamiento crítico y ética serán, de esta manera, un tridente que debería poder tomarse al unísono para rescatar de las fauces de esa trilogía –saber, teoría e institución– lo más vivo y subversivo en el hablante y de nuestro saber-hacer, y que es la falta, el agujero, la castración. Faltar en ser.

Bibliografía

1 Mutchinick, D.: “Vigencia” en El saber de la herejía. Letra Viva ed., Buenos Aires, 2008. Pág. 29.

2 Ruda, H.: “Las vueltas del dicho y sus tiempos lógicos” en AAVV L ́étourdit. La lectura como política. Letra Viva ed., Buenos Aires, 2008. Pág. 141.

3 Bolomo, N.: “Institución y destitución en psicoanálisis” en Destitucion psicoanalítica. Fragmento y política.Letra Viva ed., Buenos Aires, 2014. Pág. 16.

, , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados

SicologiaSinP.com - Luis Langelotti

Psicoanalista y escritor egresado de la Universidad de Buenos Aires

Actualmente se dedica a la clínica psicoanalítica freudo-lacaniana. Dentro de sus investigaciones actuales se destaca el interés por recuperar el espíritu crítico y polémico del pensamiento freudiano tomando pensadores de otras disciplinas. [...]