Reclusiones 4*

San_Pablo_Ermitaño,_por_José_de_Ribera

Psicoanálisis

A finales del siglo XI se extendió por Europa la práctica de los anacoretas. Hombres y mujeres que se retiraban del vínculo con el mundo y se enterraban vivos en celdas donde apenas podían dormir acostados. En las últimas décadas, las investigaciones históricas han sacado a la luz que el número de mujeres anacoretas fue tres veces mayor que el de hombres. Las celdas estaban ubicadas en el interior de las iglesias, con lo cual se daba la curiosa paradoja de que al mismo tiempo que se producía un alejamiento de toda relación con la realidad exterior, los anacoretas se anclaban en el centro mismo de la vida eclesiástica. A través de una minúscula ventana podían ver lo que sucedía en el altar, al tiempo que les estaba vedada toda comunicación con la escena que podían atisbar. Por esa misma abertura se les suministraba el agua y la comida, y también se procedía a recoger los productos de las necesidades fisiológicas diarias.

el anacoreta

El anacoreta, obra del pintor polaco Teodor Axentowicz. Museo Nacional de Varsovia.

La ceremonia que inauguraba la entrada definitiva en la celda consistía en que la reclusa cavaba con sus propias manos una tumba en el suelo, se echaba en ella, el coro cantaba una oración fúnebre y los sacerdotes arrojaban un poco de tierra y ceniza sobre el cuerpo, tras lo cual la puerta se sellaba. Este entierro en vida, lejos de condenar a la novicia a la soledad, aseguraba su dedicación exclusiva a la comunicación con Dios. Es notable que nueve o diez siglos más tarde nadie haya establecido una conexión entre este ritual y la práctica de los “hikikomoris”. Sin duda existen diferencias importantes, pero la fundamental entre el fenómeno moderno y el antiguo es una diferencia de discurso. Mientras el discurso del amo antiguo consideraba el retiro como una virtud suprema, el amo moderno califica el aislamiento de los jóvenes como signo inequívoco de una grave patología. Resulta interesante apreciar hasta qué punto el discurso condiciona el modo de abordar las conductas humanas. No tenemos modo alguno de saber cuántos anacoretas podrían haber sido diagnosticados de psicosis, aunque los testimonios escritos que muchos de ellos han dejado demuestran que habían alcanzado una perfecta estabilización y acomodación a su encierro. Del mismo modo, uno puede preguntarse si el aislamiento de los hikikomoris, y más allá de su estructura singular, no se convirtió en una especie de epidemia por la angustia que provocan en los padres. Los anacoretas mantenían una relación permanente con Dios a través de la vía mística, del mismo modo que los hikikomoris se vinculan con el ciberespacio mediante internet.

hikikomoris

Hikikomoris, foto tomada de The Fight to Save Japan’s Young Shut-Ins

El Coronavirus nos ha convertido en una suerte de hikikomoris involuntarios. Algunos se consideran afortunados de estar completamente solos, otros bendicen la protección del hogar familiar. Por Whatsapp circulan toda clase de vídeos y memes alusivos al confinamiento (una forma de “filosofía popular espontánea”, como lo calificó alguien a quien escucho desde hace años). Se repite el tópico (apenas hemos cambiado, en el fondo…) de la esposa insoportable o el marido holgazán, o ambos a la vez. Los anacoretas escasean en la actualidad más que el material sanitario, y llama la atención lo poco que en las redes sociales se habla de Dios en estos días, cuando creer en él nos sería más útil que creer en los opinólogos que infectan los telediarios. Hasta la Semana Santa ha pasado sin pena ni gloria, puesto que de ella solo nos quedaba la oportunidad del turismo, y esta vez ni siquiera eso. La biopolítica nos ha arrebatado hasta la posibilidad de imaginar que esto es un castigo del Cielo por abusar de las tarjetas de crédito, de las compras on-line, de los billetes de avión low cost, y de andar cambiando de móvil a cada rato. Pero de estos pecados hablaré el próximo día.

*Imagen de portada: San Pablo Ermitaño por José de Ribera (1640)

*Publicado en el perfil de Facebook del autor quien tuvo la cortesía de permitir compartirlo en SicologíaSinP

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SicologiaSinP.com - Gustavo Dessal

Psicoanalista y Escritor

Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del Instituto del Campo Freudiano en España. Profesor itinerante en Argentina, Bolivia, Brasil, USA, Italia, Francia, Inglaterra, Irlanda, Polonia. Ha escrito libros de psicoanálisis y también de ficción. Reside en Madrid desde 1982. [...]