Sin dudas que los lectores saben, solo al leer el título que no estamos hablando literalmente. Sin embargo, sí, podemos decir que el psicoanálisis puede explicar a través de su método de estudio aquellos emergentes sociales que nos conflictúan.
Muchos podrían decir, “bueno pero la pandemia no es un fenómeno social, sino biológico”. Sí y no. Es cierto que es un fenómeno que se manifiesta en lo biológico. Sin embargo, las causas ambientales que nos llevaron a la pandemia, si son de orígen social. En una entrevista concedida al diario Página 12 “No le echen la culpa al murciélago”, la investigadora Silvia Ribero, explicó que la causa tanto de la expansión global como de la gravedad de la pandemia se debe a la catástrofe ambiental a la que hemos llevado al planeta. Por lo tanto, pese a manifestarse de manera biológica, la pandemia tiene un origen social. Porque tiene que ver con la manera en la que los humanos producimos, nos movemos y vivimos en nuestro mundo.
¿Por qué digo que en parte este fenómeno puede explicarse desde el psicoanálisis?
Vayamos a la noción freudiana de verdad. Lo que hacía enfermar a los enfermos y las enfermas de Freud, era justamente el advenimiento de una verdad en ciernes. Verdades que no habían podido ser escuchadas por el sujeto hasta ese entonces por distintas razones. En general era porque al ser conflictivas para el Yo, los sujetos las reprimían para poder permanecer en sus lógicas vinculares, en su manera de relacionarse con el otro, como hasta ese entonces. Siendo egoístas y pendientes de la aprobación paterna (Hombre de las Ratas), viviendo en fantasías románticas en lugar de arriesgarse a vivir la vida (Dora) y así sucesivamente.
Freud también decía que los grupos, las comunidades son como los Yoes, es decir como los individuos conscientes. Los grupos también, enferman, padecen, sufren, hacen síntomas y tienen conflictos de una manera similar a los individuos.
Ahora bien, cuando Freud encontró un rechazo acérrimo a su teoría dijo que quizás había verdades del psicoanálisis, que al momento presente (principios del siglo XX) podían generar conflicto y ser acalladas, sin embargo, como todas las verdades a las que se intenta enterrar, estas retornarían con más fuerza aún. Y su “profecía” se cumplió. El psicoanálisis fue adquiriendo adeptos hasta volverse una teoría social muy importante aunque nunca careció (hasta hoy inclusive) de numerosos detractores.
¿Por qué leo a la pandemia como un retorno de lo reprimido? Pues bien, la pandemia es sencillamente un síntoma, una enfermedad, que a la manera de la neurosis nos habla sobre conflictos no reconocidos de nuestra sociedad global, que hoy aparecen más evidentes que nunca. Conflictos, de los que los sectores de izquierda hace rato vienen advirtiendo:
-La necesidad de un estado presente en materia de salud.
-El profundo daño ecológico del que el mundo parece estarse recuperando en estas semanas.
-La incapacidad de los países exitosos para sostener afectivamente en las crisis (Recordemos al ministro de finanzas alemán que se suicidó esta semana)
-La indefensión humana frente a las fuerzas de la naturaleza.
-La necesidad de tomar decisiones colectivas y no meramente individualistas en nuestra sociedad.
El coronavirus podría leerse entonces de dos maneras:
-Como un síntoma o enfermedad en sí mismo que la humanidad global se está causando porque hasta ahora ha sido incapaz de escucharse, como nuestros pacientes neuróticos.
-Por otro lado, podría leerse como ese factor de la realidad (ver modelo de series complementarias de Freud) que detona la enfermedad, sacando a relucir la incapacidad del paciente para hacerle frente de una manera sana. En este caso, la enfermedad podría llamarse neoliberalismo, y los síntomas serían los miles de muertos y enfermos a causa de ella.
De la misma manera, que los casos mencionados al principio, las verdades que la izquierda pregonaba hasta ahora, han sido poco escuchadas porque todos querían seguir con su vida como hasta ese entonces.
Como toda enfermedad, esto por lo que estamos atravesando, es una oportunidad para repensarnos, re-narrarnos y escuchar nuestras verdades por más duras que fueran.
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