¿Cuántas veces has observado a alguien postergar algo porque crees que no serás capaz de hacerlo? ¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir: “si ella/él no pudo, yo tampoco podré”? ¿Cuántas veces has visto que alguien deja de estudiar porque: “¿para qué? si igual voy a suspender”?
Ahora piensa, ¿cuántas, de todas esas veces, tú has sido ese alguien?
La percepción de una persona sobre sus propias capacidades para aprender o ejecutar determinadas acciones se refiere a la autoeficacia. Esta, al ser una construcción subjetiva desde nuestras experiencias, es entonces susceptible de ser modificada y transformada.
Probablemente sepas diferenciar entre una persona optimista y una pesimista y quizás, cuando leías las preguntas del inicio, estabas pensando en alguien negativo. Resulta que detrás de esas declaraciones existe una baja autoeficacia que hace que estas personas no crean en sus potencialidades.
¿Qué pasa si te dijera que una baja autoeficacia puede afectar seriamente tu vida como estudiante? ¿Sabías que estas convicciones influyen en tu nivel de esfuerzo, tu perseverancia, y aún más importante, en tu aprendizaje?
Esto es porque quienes no confían en sus potencialidades rara vez emprenden nuevos proyectos o salen de su zona de confort y cuando lo hacen es generalmente bajo la presión de alguien más. Mientras que aquellos que sí creen en sus capacidades, se comprometen con nuevos propósitos, aunque esto suponga hacer ajustes en sus vidas.
No se pretende que debamos confiar al 100% en nuestro potencial; al contrario, se ha demostrado que dudar también fomenta el aprendizaje. Sin embargo, una elevada autoeficacia influye de forma positiva en la motivación para aprender.
Entonces cabría preguntarse, ¿cómo podemos fomentarla?:
1. Rodearse de semejantes capaces es una forma de incrementar la autoeficacia: Si vemos que alguien parecido a nosotros tiene éxito en determinadas tareas, estaremos más dispuestos a realizarlas y con una mayor seguridad.
2. Dividir nuestros proyectos en partes más pequeñas es otra vía: La percepción de progreso, aumenta la autoeficacia. Imagina que debes leer un libro de 100 páginas, si te enfocas en llegar al final estarás menos motivado que si divides el libro en cuatro partes de 25 páginas cada una. Pues cuando vemos que cumplimos metas más sencillas es fácil sentir que estamos progresando.
3. La persuasión verbal puede también actuar como potenciadora de la autoeficacia: La autosugestión a través de la palabra influye sobre el comportamiento y las creencias de las personas. En este sentido, debemos revisar nuestros diálogos internos y transformarlos positivamente. Si antes de exponer un importante trabajo o dar un discurso, por ejemplo, nos decimos “puedo hacerlo” o “todo saldrá bien”, efectivamente, desarrollaremos acciones dirigidas a que así sea.
Por supuesto, aplicar estas ideas no supone automáticamente un efecto positivo en nuestra autoeficacia, ya que hacemos juicios y evaluaciones cognitivas sobre las mismas e inevitablemente mediamos de una forma u otra en su efecto. Aun así,como dijo Albert Bandura: “Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso”.
Fuentes
Schunk, D. H. (2012). Teorías del aprendizaje. Una perspectiva educativa. México: Editorial Pearson.
Roca, M. A. (2000). Psicología Clínica. Una visión general. La Habana: Editorial Félix Varela.
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