Grave y Aguda \ El hombre habla de sus vidas anteriores

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El hombre habla de sus vidas anteriores

Poesía

Grave y Aguda

Es grave.
Que pase nada es grave
Porque la nada es puro estallido

Brutal, Sórdida, Tiesa, Cadáver, Putrefacta

Es un grito que desespera

De humanidad, De engaño, De sueño, De a medias

Cuando pasa nada aniquila

Esquirla el cuerpo, Despedaza, Descose

La nada

Torna afónicas todas las palabras

Es cruel
El amor real es cruel y daña

Como el odio

Lo puro mata
Lo absoluto también

Nada

Nada

Nada

Nada no es vacío
Cuando pasa el vacío mi cuerpo se vasija

Y recibe
Cuando pasa nada
Mi cuerpo es un desierto

Grieta, Seca, Ajada

El vacío pasa con caricias
El vacío pasa con abrazos
Pasa con amor herido de muerte
El abrazo amable es embajador del vacío

El triste también

Necesito la piel para habitarme

Sin la piel soy un cilindro

Plano
Chato
Pura estampa

Virgen

Yo quiero un cuerpo

Sin rezos

Con roces

Tocado

Chupado

Deseado

Transpirado

Agujereado

Un cuerpo

Humectado, Gritado, Hidratado, Penetrado

Un cuerpo regado

Quiero

Por: Gaby Pedrotti

 

El hombre habla de sus vidas anteriores

Cuando yo era un pequeño pez,
cuando sólo conocía las aguas del hermoso mar,
y recordaba muy vagamente haber sido
un árbol de alcanfor en las riberas del Caroní,
yo era feliz.

Después, cuando mi destino me hizo
reaparecer encarnada en la lentitud de un leopardo,
viví unos claros años de vigor y de júbilo,
conocí los paisajes perfumados por la flor del abedul,
y era feliz.

Y todo el tiempo que fui
cabalgadura de un guerrero en Etiopía,
luego de haber sido el tierno bisabuelo de un albatros,
y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi envoltura
de sierpe de cascabel,
yo era feliz.

Mas sólo cuando un día
desperté gimoteando bajo la piel de un niño,
comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes,
lloraba por algunos perfumes de mi selva, y por el humo
de las maderas balsámicas del Indostán.
Y bajo la piel de humano
ya llevo tanto sufrido, y tanto y tanto,
que sólo espero pasar, y disolverme de nuevo,
para reaparecer como un pequeño pez,
como un árbol en las riberas del Caroní,
como un leopardo que sube al abedul,
o como el antepasado de una arrogante ave,
o como el apacible dormitar de la serpiente junto al río,
o como esto o como lo otro ¿o por qué no?,
como una cuerda de la guitarra donde alguien,
sea quien sea,
toca interminablemente una danza que alegra de
igual modo a la luna y al sol.

Por: Gastón Baquero

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