Fotografía terapéutica y Fototerapia: ¿por dónde empezar? (Parte I)

fotografia-terapeutica-fototerapia-parte-i

Psicología Clínica

“¿Qué me dicen las imágenes? ¿Por qué entre múltiples posibilidades son sólo algunas las que captan mi atención? La fotografía, objeto y representación, me rodea y es parte de mi vida cotidiana. Con ella adquiero el don de la ubicuidad en el tiempo y el espacio. Expande mi universo. La imagen fotográfica como desplazamiento del mundo visible me lleva conocer tiempos y formas ajenas o distantes.”

 Monsalve (2003)

Desde la época de las cavernas, es a través del arte que el ser humano descubre el alfabeto primordial, el humilde e infinito punto, los triángulos cargados de sentido, las redes gráficas del lenguaje de signos, lo que nos dirige muchas veces en la historia al descubrimiento de lo simbólico, de lo más concreto de lo etéreo.

El mundo pudiera describirse por su constante vínculo con la creación. A diferencia del cerebro animal, específicamente el cerebro humano ha desarrollado la conciencia, despertada en algún momento de la evolución, la cual le permitió consolidar la capacidad para alcanzar nuevas ideas y soluciones nuevas a las adversidades presentadas por su entorno. Las manifestaciones de estas ideas fueron tomando representaciones científicas, artísticas, literarias, filosóficas, sociales, así como otras diversas formas de expresión. La vida en sí necesita del arte, de la creación como mejora en la calidad de vida, ya que influye en que sea más valiosa y este concepto de valor es la clave para el desarrollo personal y social. La visión sobre el Arte y la Psicología unidos, ambos muy afines como intuición tal como refiere Vicente (2014), aunque muchos profesionales de ambos campos aun no lo conceptúen así, podríamos avanzar mucho en bienestar e inteligencia personal y social, si afirmáramos este proceso. 

El estado de la Psicología del Arte en nuestros días, se encuentra en un terreno complejo, contradictorio y de límites difusos, puesto que no existe una definición acabada, ni de su campo de estudio, sus problemas, sus métodos, sus técnicas, sus fundamentos; ni de su delimitación con respecto a otras disciplinas. En la relación Psicología y Arte existen dos líneas de estudio fundamentales: una en la que la Psicología estudia las experiencias artísticas no profesionales para usarlas en el diagnóstico, la orientación y la intervención psicológica; y otra en la que la Psicología, como ciencia humanista, estudia las experiencias artísticas para accionar en los procesos que giran alrededor de la creación, la comunicación y el consumo del Arte Profesional (Reyes, 2008).

A lo largo de la historia de la psicoterapia se han desarrollado diversos enfoques y técnicas grupales, las cuales basan su funcionamiento en las escuelas y corrientes psicológicas, prácticamente cada escuela de psicología individual ha desarrollado un modo de intervención grupal. Con ello, existen grupos que basan su funcionamiento en el empleo de técnicas dramáticas o expresivas como el teatro, la música, la danza, el cine, las artes plásticas, entre otras; dando lugar a modelos terapéuticos como el psicodrama, el sociodrama, la musicoterapia, la danzoterapia y el cine terapéutico (Zaldívar, Vega & Roca; 2008). Conocidos también como Arte Terapia. 

Zaldívar (s.f.) define a las terapias artísticas como:

Formas de terapia que utilizan las posibilidades de la expresión artística para ayudar a las personas que presentan problemas o conflictos psicológicos, dificultades en la comunicación o en el aprendizaje, o que se encuentran en una situación de angustia emocional, a que puedan explorar, expresar y encontrar alternativas creativas para la solución de sus dificultades, y alcancen un mayor conocimiento de su propia persona y de su realidad (p. 1).

La posibilidad del estudio de las experiencias artísticas no profesionales para el empleo psicoterapéutico, no solo se ha vinculado a las manifestaciones referidas con anterioridad, ya que su desarrollo ha ido en incremento en la medida que se ha consolidado su utilización. 

Se incursionará en un nuevo modelo terapéutico que tiene sus primeros pasos en la Psiquiatría, conocida como fototerapia y fotografía terapéutica. 

La investigación científica emplea la fotografía en medicina, física, biología, astronomía, entre otras, porque suministra una información. En determinada medida, no hay fotografía sin manipular, que pueda ser negada, así como una placa de Rayos X cuenta la verdad de un hueso fracturado, también gracias a las fotografías conocemos cómo es el espacio exterior (Viada, 2003). Toda fotografía suministra una información verdadera dentro del marco conceptual de una investigación. El tema que nos ocupa ahora es cómo se ha desarrollado su vínculo a través de la historia, desde la psiquiatría y la psicología. 

La finalidad buscada por los sujetos que toman la foto, la modifican de diversos modos, o las acomodan para ser utilizadas como herramienta para alcanzar diferentes fines en el ámbito psiquiátrico o psicológico, tales como (Martínez Azumendi, 2009): 

  • La fotografía utilizada en el proceso diagnóstico en salud mental
  • La fotografía utilizada como instrumento terapéutico
  • La fotografía resultante de orientaciones ocupacionales en el campo de la salud mental o de estrategias dirigidas a la superación individual
  • La fotografía como sublimación de impulsos individuales. Fotógrafos profesionales con una enfermedad mental.
  • La fotografía como sublimación de impulsos individuales. Fotógrafos marginales y outsiders.
  • La fotografía como sublimación de impulsos individuales. “Psiquifotógrafos” (Fotógrafos aficionados entre los profesionales de salud mental)

En un comienzo las imágenes fueron tomadas con fines documentales, no solo de tipo testimonial o arquitectónica, sino como medio de denuncia de las terribles situaciones en que se encontraban las instituciones. No obstante, fue hasta principios del siglo XX cuando se percibió la utilidad potencial de la fotografía como medio terapéutico y diagnóstico de forma más amplia. Se contempló en los primeros años, la aplicación de la fotografía al ámbito psiquiátrico. Fueron el psiquiatra británico Hugh Welch Diamond (1809-1886) y el norteamericano Thomas Story Kirkbdride (1809-1883), cada uno de ellos reconocidos como los pioneros de las técnicas fotográficas en el campo de la psiquiatría. Generalmente se suele citar a Diamond, miembro fundador en 1863 de la Sociedad Fotográfica de Londres, como padre de la fotografía psiquiátrica, con la que había comenzado a experimentar poco después de que Talbot diera a conocer sus descubrimientos en 1839. Fue entre 1949 y 1958, trabajando en el departamento de mujeres del Surrey County Lunatic Asylum, cuando, unificando su profesión médica y su afición fotográfica, retrató a diversos pacientes con el fin de ilustrar los diferentes tipos de locura, convencido, de que alguna forma el diagnóstico podía deducirse de la expresión facial de los enfermos. En 1856, dio una conferencia en la Royal Society, donde describió la utilidad de la fotografía, defendiendo tres posibles funciones en relación con el tratamiento de los enfermos mentales:

 1) El registro del aspecto externo con ánimo descriptivo y diagnóstico, tal y como propugnaban las teorías fisiognómicas de la locura; 

2) Medio ideal de identificación y recuerdo en caso de necesitarse una readmisión; 

3) Presentados sus propios retratos a los pacientes, estos recibirían una auto-imagen muy precisa, lo que ayudaría al tratamiento. (Martínez Azumendi, 2016, p.69)

En relación con esta última funcionalidad, precursora sin duda de la actual fototerapia. 

En cierto punto, se buscaron prevenciones a proponer posiblemente la primera normativa referida a la aplicación de la fotografía en las instituciones psiquiátricas, en cuanto a la utilización pública de las reproducciones fotográficas y el posible riesgo proveniente de los propios fotógrafos. 

Por otra parte, Kirkbride, uno de los fundadores de la Asociación Psiquiátrica Americana, en su preocupación de que cada hospital debía mostrarse agradable e incluso bonito, contribuyendo a generar un ambiente de confianza y apoyo, planteaba que el paciente tendría que ocuparse de alguna actividad diaria, y pues entre ellas se destaca las proyecciones de transparencias con la linterna mágica en el Pennylvania Hospital for the Insane. Estas sesiones se iniciaron en 1843, primero con imágenes pintadas a mano, para añadirse diapositivas fotográficas sobre cristal a partir de 1849. Las imágenes, denominadas hialotipos y patentadas por los pioneros hermanos Langenheims, fueron un entretenimiento muy popular en todo el mundo en décadas posteriores, disfrutadas a interiores de los centros de salud mental.

La técnica fotográfica se fue extendiendo con rapidez, despertando el interés de psiquíatras de la época. Legrand du Saulle, en 1863, presentó una sesión a la sociedad médico psicológica francesa donde abordó la utilidad de la fotografía en el estudio de las enfermedades mentales. También hubo otras experiencias con la fotografía como, por ejemplo, Tomàs Dolsa i Ricart (1816-1909) y Pau Llorach i Malet (1839-1890) en el Instituto Frenopático de Las Corts, desde donde el primero de ellos viajó a Francia para conocer de primera mano la aplicación de la fotografía en el campo psiquiátrico. También en el manicomio de Sant Boi se utilizó la fotografía como terapia. (Martínez Azumendi, 2016)

A mediados del siglo XX, comenzó a crecer el interés por la utilidad que la fotografía podía ofrecer en el estudio y abordaje de pacientes con grave sintomatología psicótica. Cornelison y Absenian (Cornelison, 1980 citado por Martínez, 2016) utilizaron para ello una cámara Polaroid de revelado inmediato, que les permitía mostrar seguidamente la imagen captada y observar las reacciones de las personas fotografiadas para luego agruparlas en cuatro grandes apartados: 1) Auto-reconocimiento; 2) Reacción ante las imágenes; 3) Sentimientos expresados frente a los retratos; y 4) Diferencias observables por sexo. Tras las diez sesiones programadas para dicha experiencia, comenzaron a realizar correlaciones entre lo observado y los posibles cambios en el estado clínico, con el apoyo de test psicológicos empleamos como pre y post intervención. (Martínez Azumendi, 2016, p. 71)

La evolución favorable percibida en los pacientes, así como la presencia de otras variables que influyeran en los resultados, provocó el desarrollo de algunas hipótesis del papel positivo que tuvo en los mismos. Este tipo de fotografías basadas en el retrato propio del paciente, es el basamento de una primera fase en su aplicación práctica en el campo terapéutico, para en consecuencia del mismo, transferir el protagonismo activo a la hora de apretar el disparador de la cámara a los propios pacientes. La evolución de las técnicas terapéuticas que emplean la fotografía han pasado del análisis de las instantáneas personales y álbumes familiares, al paciente como protagonista del propio acto creativo en la construcción de narrativas personales. (Martínez Azumendi, 2016)

Hasta aquí esta primera parte histórica sobre la evolución de la fototerapia y fotografía terapéutica. en la segunda entrega continuaremos abordando con mayor profundidad sobre el tema.

Los espero.

, , , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados

SicologiaSinP.com - Jennifer Albín

Licenciada en Psicología

Especialista en Promoción Cultural en la Dirección de Comunicación de la Universidad de la Habana. Sus líneas de investigación se encuentran asociadas a la orientación vocacional, uso y aprovechamiento de espacios públicos, y habilidades comunicativas. Su tesis abordó la efectividad de las técnicas expresivas como ayuda psicoterapéutica a un grupo de estudiantes universitarios de primer año de la Facultad de Psicología (UH) con dificultades en la comunicación interpersonal. [...]