Una técnica de sí que no es de dominación

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Psicoanálisis

…en esta hipnosis invertida que realiza el dispositivo analítico, el analista no es la I mayúscula sino la a minúscula. En realidad, es una relación que es el revés de la idealización, porque es el revés de la relación hipnótica. La distancia entre el ideal y la a minúscula no puede ser más grande. Puede decirse, entonces, que el deseo del psicoanalista consiste en acentuar esta diferencia en lugar de reducir la tensión entre el ideal y el objeto del deseo.

COTTET, S. Freud y el deseo del psicoanalista

En dos conferencias pronunciadas en Dartmouth, tituladas “Sobre el comienzo de la hermenéutica de sí, 1980”, Foucault rescata la propuesta de Habermas respecto de tres técnicas que pueden distinguirse en las sociedades humanas a lo largo de la historia. Estas son: las técnicas de producción, las técnicas de dominación y las técnicas de significación. No obstante, el filósofo francés se ve llevado a agregar una más:

… hay en todas las sociedades (…), otro tipo de técnicas: técnicas que permiten a los individuos efectuar, por sus propios medios, un cierto número de operaciones sobre sus propios cuerpos, sobre sus propias almas, sobre sus pensamientos, sobre su conducta, y ello de tal modo que se transforman a sí mismos, se modifican, y alcanzan un cierto estado de perfección, de felicidad o pureza, de poder sobrenatural, etc. Llamamos a esta clase de técnicas, técnicas o tecnologías de sí.1

Y un poco más abajo, Foucault introduce una reflexión esencial:

… si se quiere analizar la genealogía del sujeto en la civilización occidental, hay que tener en cuenta no sólo las técnicas de dominación, sino también las técnicas de sí. Digamos que se ha de tener en cuenta su interacción…2

En este punto, introduzco un primer interrogante: ¿podemos emparentar al psicoanálisis con las así llamadas técnicas de sí? Hay elementos para considerar válida su articulación, como lo abordaré más adelante, en el punto dedicado a la cuestión de la parrêsía, obviamente, a condición de renunciar a esos ideales de felicidad, perfección o pureza. Ahora bien, ¿cuál es la interacción de esta técnica de sí que sería el psicoanálisis con las así denominadas técnicas de dominación? O, en otras palabras, ¿es el psicoanálisis una herramienta –ya sea teórica (formal), ya sea práctica (material)– de justificación y de reproducción de la opresión y de la desigualdad perpetradas, por ejemplo, por el sistema capitalista contemporáneo?

La respuesta puede ser tanto afirmativa como negativa, dependiendo de la posición que se tome o, mejor dicho, dependiendo de cómo se tome al psicoanálisis. Si se lo considera una mera “profesión” más o, sesgadamente, una simple e inocente psicopatología psicodinámica que marcaría una evolución de la clínica psiquiátrica clásica pero que sería fiel a sus orígenes objetivantes y a sus ideales humanistas, entonces, efectivamente, sí hay posibilidades de cuestionar al campo y a la praxis analítica por contribuir, en definitiva, a la lógica cosificante del sistema. También por su maridaje con el pensamiento calculador (la teoría y sus conceptos pueden ser tomados como un orden trascendental, eterno e inmutable) y con la moral epocal (los ideales individualistas contemporáneos, la búsqueda frenética del éxito personal, el deseo pensado como egoísmo e impulsividad, el imperativo al consumo infinito inclusive de otros cuerpos).

Pero, por otro lado, es lícito trazar una respuesta negativa al interrogante establecido. ¿En qué sentido? Pues bien: una genealogía de la clínica psicoanalítica lleva a registrar que, si bien la misma partió de la objetivación médica del paciente y de la relación de poder que ella implica, a la vez que Freud fue tributario del uso de la razón en la formulación teórica y en la investigación crítica de lo inconsciente, el maestro vienés dio un paso al costado de cualquier «técnica de dominación» (es archisabido que él afirma el nacimiento del psicoanálisis a par- tir de que abandona la sugestión hipnótica) para devenir una técnica de sí subjetivante, aunque este sujeto ya no sea el de la conciencia, su majestad el “Yo”. Es decir, la clínica psicoanalítica podría ser una «técnica de sí» pero la cual estaría marcada de entrada por la dimensión de la abstinencia a serlo de «dominación».

Bibliografía

1 Foucault, M.; La ética del pensamiento: para una crítica de lo que somos. Edición y traducción de Jorge Ál- varez Yágüez. Madrid, Biblioteca Nueva, 2015. Edición argentina de Walduther Editores. Pág. 147.

2 Foucault, M.; Ibíd.18

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