Muerte súbita del futbolista. ¿Realmente tan fatídica como imprevisible?

Muerte súbita del futbolista

Deporte

Cuando El 26 de junio de 2003, el futbolista camerunés Marc Vivien Foe se desplomó en medio del partido frente a Colombia, perteneciente a la Copa Confederaciones de futbol, muchos en el planeta pensaron que solo era un simple desmayo por agotamiento físico. Menos de una hora después, y pese al esfuerzo del personal médico y paramédico, no se pudo impedir el desenlace fatal, la muerte del talentoso futbolista. En la segunda autopsia que se le practicó se descubrió que su muerte fue a causa de un ataque cardíaco, resultado de un crecimiento anormal (hipertrofia) del ventrículo izquierdo. Transmitido en vivo por las televisoras hacia millones de espectadores, el impacto de este lamentable incidente no tardaría en dejarse notar. Varias medidas fueron adoptadas tanto por la FIFA[1], como por los clubes para intentar proteger más a los futbolistas, pero a pesar de todo, las muertes repentinas durante los partidos, se siguieron produciendo. Había aparecido un nuevo fenómeno en el mundo del deporte y más específico del futbol, la muerte súbita en el deporte[2].

La muerte súbita cardiaca[3] puede ocurrir a cualquier persona, en cualquier edad, sea o no practicante deportivo. La cardiopatía isquémica es la causa más frecuente (más del 50 % de los casos) y el exitus suele ser por fibrilación ventricular y en pocas ocasiones, por bradiarritmias. Ocasionalmente hay compresión de trayectos aberrantes por malformación de las coronarias, inadvertida hasta entonces. Sin embargo el asunto está en las interrogantes que se comenzaron a plantear a partir de los primeros casos en el balompié ¿Están siendo explotados al límite los futbolistas? ¿Será que es solo algo muy casuístico? ¿Será que los clubes y las selecciones deberían hacer estudios más profundos a sus hombres? ¿Será que hacen falta especialistas en este tipo de enfermedades cardiovasculares y equipos de asistencia inmediata en cada partido?

Durante mucho tiempo en el futbol se jugaban menos partidos, tanto a nivel de clubes, como de selecciones nacionales. Sin embargo a partir de las décadas de los 70 y 80, esa cantidad de partidos al año fue en aumento en las ligas principales del futbol y las competencias de clubes más importantes a nivel continental. Unido a esto hay que decir que el futbol fue evolucionando, la velocidad de los practicantes, el físico, la resistencia fueron en aumento, de esta manera a partir de los años noventa el futbol adquirió un ritmo de juego de vértigo. Los futbolistas corrían a una velocidad no vista antes y recorrían una mayor cantidad de kilómetros de los que pudiera pensarse. Toda esa transformación trajo aparejados cambios en la concepción del entrenamiento y la preparación física, que cada día se vuelve más importante para poder soportar la carga de juegos al año y la intensidad de cada partido. Por demás, la globalización y mercantilización del futbol y sus practicantes a niveles insospechados, ha permitido extender todas estas características y métodos de entrenamiento, a los lugares menos imaginados de la tierra.

A raíz de la muerte de Marc Vivien Foe, la FIFA y los futbolistas comenzaron a exigir a los clubes, la realización de análisis profundos a sus miembros, la respuesta de la mayoría fue que estos análisis eran muy costosos y solo podían realizarlos en casos, en que hubiera indicios de un problema serio en uno de los hombres de su plantilla. En algunos estadios se colocaron aparatos para una desfibrilación[4] de urgencia pero las muertes seguirían ocurriendo, Antonio Puerta, Serginho, Dani Jarque y otros cayeron también fulminados por ataques de corazón. La polémica sobre el nivel de exigencia a los futbolistas, se reavivaría aún más.

Un futbolista de un club de primer nivel europeo, que sea regular, normalmente puede disputar unos 50 y tantos partidos al año, sumando partidos de preparación, de liga, copa y competición europea. A eso debemos sumar, los encuentros oficiales con su selección nacional, a los que están obligados a asistir. Cuando al final calculamos todos los partidos disputados por ese futbolista, nos asombramos de que ha intervenido en más de 60. Si durante esos 60 encuentros, este futbolista corrió 8 kilómetros como promedio, podremos observar que en el año habría recorrido 480 km, siempre a una gran intensidad de juego. Esta exigencia pone al hombre, en una permanente tensión máxima de sus fuerzas y lo somete a un enorme estrés competitivo de carácter continuo. No es lo mismo prepararse por meses para una competencia específica, que tener casi una final dos veces por semana (como pasa en ocasiones en el futbol). Decir que los futbolistas están jugando todos siempre al límite de sus posibilidades físicas, quizás sería un poco festinado, pero decir que están muy cerca de ese límite, es hoy totalmente real.

Como mencionara un prominente sicólogo cubano: El estrés bien manejado puede permitir el logro de buenos rendimientos, en exceso puede causar daño sobre todo si la persona agota sus recursos para enfrentarlo. De esta forma para ese futbolista cada partido representa un enorme esfuerzo físico y mental difícil de sostener. Un deportista, de futbol o de otro deporte, si quiere tener buenos resultados, tiene que llevar la preparación física, de mano de la sicológica, pues de lo contrario, pueden no soportar esta presión del resultado y terminar buscando apoyo en el alcohol, los fármacos o las drogas.

Cada día los clubes de mayor poderío, ganan una mayor cantidad de dinero, la FIFA se hace más millonaria aun, y también los futbolistas ganan más dinero; aunque la bonanza no es para todos por igual. En algunas ligas como la alemana, se ha implantado una austeridad tal que los clubes no pueden gastar por encima de lo que ingresan, sin embargo en Italia y España no ha pasado así y hasta huelgas de futbolistas se han producido por atrasos en los pagos o por mejores derechos televisivos para los clubes pequeños. En el orden actual de cosas, solo los ganadores reciben los mayores beneficios, y clubes como el Barcelona, el Real Madrid, el Bayern, el Chelsea están muy por encima en plantilla, que la gran mayoría de sus rivales, además que tienen la obligación perenne de permanecer siempre en la disputa de todos los trofeos. Por otro lado las marcas Adidas, Nike, Fila, Reebook, también presionan a los clubes, pues también les dan dinero. Los futbolistas se vuelven además personajes de marketing, y esclavos de una marca que te remunera económicamente a la par de tus prestaciones.

Por supuesto que los futbolistas más remunerados, tienen una mayor atención sobre ellos (los mejores abogados, los mejores médicos, las últimas técnicas de rehabilitación, las terapias de última generación), pero el futbolista de la media hacia abajo, no tiene los recursos para esas atenciones de punta. Recuerdo el caso de un futbolista nigeriano, con un problema de salud serio, y que el club al que pertenecía, le dio un muy mal tratamiento. Al extremo de que tuvo que dirigir su caso a los tribunales y allí si recibió un veredicto favorable.

Hasta donde tengo conocimiento la muerte súbita ha afectado a otros deportes como el boxeo o el atletismo, pero ha sido el futbol quizás por su gran poder mediático donde se han difundido la mayoría de estos fatídicos sucesos. El caso de congoleño Fabrice Muamba, salvado in extremis gracias a un desfibrilador, demostró la necesidad de contar siempre en los estadios con este tipo de aparatos, así como que los futbolistas sean sometidos a pruebas más específicas que descarten cualquier problema, que pueda poner en riesgo la vida de esa persona, durante la práctica del deporte. Los calendarios anuales tienen que ser hechos, pensando no solo en el gran negocio que es el futbol, sino en los hombres. Lo menos que se podría pedir, pues son los futbolistas, la parte principal del espectáculo, su razón de ser. Luchar por su salud, es deber de todos.

 

[1] FIFA: Federación Internacional de Futbol Asociado

[2] Se denomina muerte súbita en el deporte a la defunción imprevista durante el evento deportivo pese a los anodinos controles sanitarios previos, que resultaron negativos.

[3] La muerte súbita cardíaca es una forma de muerte natural debida a causas cardíacas, inesperada en el tiempo y en su forma de presentación, que viene precedida por la pérdida brusca de conciencia dentro de, como máximo, la hora que sigue al inicio de los síntomas, en un individuo con una cardiopatía de base conocida o desconocida. Se han propuesto otros límites de tiempo de 2, 6 y 24 horas para circunstancias específicas como la muerte sin testigos. Hay que tener en cuenta que la muerte súbita cardíaca puede recuperarse mediante las maniobras de resucitación cardiopulmonar adecuada y, por tanto, puede ser recidivante.

[4] La desfibrilación y la cardioversión eléctrica (chokuselectron) son dos tipos de terapia que mediante la aplicación de un choque eléctrico de corriente continua consigue revertir distintos trastornos del ritmo cardíaco. Su alta eficacia, facilidad de aplicación y seguridad han contribuido a su gran difusión, estando disponibles en casi todos los ámbitos de la asistencia sanitaria, e incluso los automáticos en lugares públicos, sin personal sanitario.

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