La borra del café
Mesas cuadradas, en fila,
como un tablero sin juego ni reina.
La puerta deja atrás el ruido de la calle.
El olor a café se cuela en mi pelo.
Me aprieto más al libro
con íntima tibieza.
Las miradas pasean por los diarios.
Una pantalla muda dispara titulares amarillos.
Las tacitas chillan al tocarse con el plato.
¡Qué alivio!
Rompen el silencio que, de tan perfecto,
desnudaría mi monólogo interno.
Busco un rincón
para acomodar mi pesada noche,
para asomarme a un desayuno
anónimo de café.
Sí, siempre café.
Huelo mi taza.
Gusto más del aroma
que del líquido en mi lengua
¿será la mania de hacer existir la ausencia?
Abro el libro.
Un papelito viejo cae torpe en mis manos.
Veo tu letra.
Y sin leerte se disuelve todo el bar.
Solo veo tu letra,
firme y apurada,
que declara amor y pide milanesas.
Esa letra de escritor dormido
y de amante oculto.
Arrugo el papel en mi puño.
Pulsa en las venas de mi mano
el deseo de tocarte.
¡Una vez más! ¡Sólo una vez más!
El tacto con tu letra
me aprieta el cuerpo.
Siento calor en mis mejillas,
siento tu sombra en mi pecho
y una arruga en el estómago
que me dobla y arremete.
Como cuando nos demorábamos en bares
y yo sabía que te amaba.
No estás.
Sé que no estás.
Tu ausencia es inefable.
El aroma del bar se ha disipado
Mis dedos se incrustan en el asa
El café se apura en mi boca
El fondo de la taza es solo un blanco
Ni siquiera la borra te delata
Por: Majo Bozzone
Amar lo amable no es amor
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra.
Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro.
Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen.
¡La esperanza de la estrella!
Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender.
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar.
¡Amor es resucitar!
Por: Dulce María Loynaz
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