¿Cuál es la lengua que nos hablan las palabras?

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Arte y Mente, Psicoanálisis

Soltá la lengua

Abrila, ella se suelta y comienza a sonar. ¿Escuchás?
Da vueltas, se agarra del corazón que late en una palabra y da vuelta carnero sobre otra, que cae en otra y de su cola llama a una que desconocida aparece de no se sabe donde y tiñe el viaje de una maleza poco conocida, espesa, estofa que ella conoce, pero esa palabra nueva hace que ella la viva de otro modo. Se deja llevar, subida a la alfombra mágica de Alí Baba, hilando de una en otra una trama.

Suelta la lengua, siente el aire

El aire que se dibuja en cada letra que el trazo propone encerrando pero a la vez abriendo en un punto que da descanso a esa imagen inasible, llena de abiertas vocales que abren poros en un mundo loco de palabras tajadas y gastadas.

Suelta la lengua y la belleza

Y la belleza inaugura imágenes de un cuadro. Es el mundo visto desde el espacio que abre una palabra. Ese espacio flota en ella y las estrellas son las letras que su cuerpo toma al paso de su baile y arma el mundo que ve a lo lejos.

Lo siente a sus pies.
Suspendida en el aire hasta que hablando en ese juego, donde las palabras se aman, se dan cuenta de que son poesía.

Respiran.

Suspiran.

Descubren un freno.

Un cuerpo las frena.

Se detienen las palabras, se le amontonan en la piel. Se atropellan en un suspiro que las guarda hasta salir.

Se abigarran en el medio de la panza y las lágrimas comienzan a escribir ese mapa otro de palabras mudas, mudas por un rato que descansan del sonido. Escriben silentes, las palabras, porque el cuerpo les gana lleno de sentido arrebatado, exiliado de ellas, gime, se mueve y es tan parcial como mortal. Ellas van amasando el cuerpo entendiendo que a veces deben dejar lugar, que el cuerpo también requiere silencio para sonar.

Y se hacen bordes.
Apretadas, sin sintaxis pierden el renglón y sin reglas los cuerpos les dan mapas indescifrables en idioma sexo, idioma otro.

Soltá la lengua y andá

Y sin cálculo, perplejas las palabras intentan aprehender lo que allí se vive cuando el cuerpo las hace existir otra vez.
Entraron, salieron, se frotaron, se dejaron , se volaron, se volcaron hasta perderse y cuando la calma volvió ellas sonrientes aparecen acabadamente bellas.

Acabadamente bellas de sabiduría, vuelven a hablar con el matiz geométrico que les dio el cuerpo llenas de luces y sombras. Descubrieron que el sexo las interrumpió hasta que supieron jugar juntos.

 Vení.

Subí.

Bajá.

Roja .

Amarilla.

Violeta.

Blanca.

Soltá la lengua y andá.

Y andando te encontrarás hecha letra, una palabra que se envuelve en sí misma para ser vista y se ve.

Uno la escucha y la mira, se arma de cuadro y allí hecha cuadro, hecha ficción se siente… despacito sacá, o intentá correr ese marco que la encuadra, y la deja detenida en un solo lugar porque ella quiere ser otra, no vivir en esa torturada existencia, fijada a un cínico sentido que la vació de vida. Sin otras ella no es, lo entendió. Ella quiere volver a ser enigma y solo fuera del marco se perderá y se volverá a mojar para deslizarse a soñar, a embadurnarse. Entonces volverá a sonar desde el silencio que suena lo sentido no sabiendo ya se detendrá. Se habrá enterado, entonces, que será siempre así en libertad condicionada.

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Psicoanalista. Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Imparte seminarios en nombre propio. Escribe poesía y prosa poética. Autora del libro “Conjugadas” [...]